Cana: una palabra, varios orígenes

Se usa para referirse a los policías desde principios del siglo pasado. Como bibliotecarios siempre es importante conocer el origen de las palabras. 

Historia. Un policía en una garita a principios del siglo XX, cuando se les empezó a decir "canas".
Araca la cana es el nombre de la murga uruguaya más famosa. Fue creada en 1934 por los canillitas del Paso del Molino, una zona popular de Montevideo. También Araca la cana es el título de un conocido tango que Enrique Delfino y Mario Rada compusieron en 1933. Es aquel que empieza diciendo “Araca la cana / ya estoy engriyao / un par de ojos negros me han engayolao…”, para dar a entender que el hombre había quedado prendado por la mirada de una mujer. En el idioma lunfardo, engriyao y engayolao equivale a estar preso, atrapado. Y araca es atención, cuidado, como una voz de alarma. Todos sabemos que “la cana” significa “la Policía”. Pero vale la pregunta: ¿cuál es el origen de esa denominación? Veamos…

Los analistas históricos del lunfardo, ese idioma popular con mucho arraigo entre nosotros, tienen distintas versiones. Están los que sostienen la teoría importada y que cana deriva de la palabra francesa canne que significa bastón. La alusión es al “palito de abollar ideologías”, como solía definir la gran Mafalda a los bastones que utilizan los policías de todo el mundo. Tiene cierta lógica, pero no es la única explicación. Otros creen que la cuestión se relaciona con la ubicación del Departamento Central de Policía en la Ciudad de Buenos Aires.

Cuando en noviembre de 1888 se inauguró el palacio que hoy ocupa la manzana de la avenida Belgrano y las calles Luis Sáenz Peña, Moreno y Virrey Ceballos, en Monserrat, la zona no estaba muy poblada. Es más: cuentan que todavía por allí había algunos bañados llenos de juncos y que ese mimbre salvaje solían usarlo algunos artesanos del lugar para fabricar, entre otros artículos, algunas canastas. Por eso, cuando alguien era detenido y llevado al Departamento Central, era que había “caído en canasta”. Y que eso derivó en “caer en cana”.

Claro que también están los que buscan la referencia con un anclaje más periodístico. Son quienes citan una de las históricas Aguafuertes Porteñas que Roberto Arlt escribió en 1929 para el diario El Mundo. Allí Arlt menciona a un comisario de apellido Racana, quien atemorizaba con sus razzias a los muchachos que jugaban al fútbol en calles y potreros, algo que no era bien visto. Y que el grito “¡rajemos que viene Racana!”, terminó como que había que escapar de “la cana”. También está quienes  creen que la expresión tiene que ver con los bastones de la Policía, conocidos como “macanas”.

Por supuesto que “cana” no es el único apelativo popular para un policía. También está “rati” (tira al revés, por las jinetas que llevan en el uniforme), “yuta” (dicen que alude a una policía falluta, traidora, desleal, aunque otros lo relacionan con que muchos policías salían a hacer sus recorridas de a dos; es decir, en yunta) y “gorra” (una cuestión obvia). Pero hay otro que tiene mucho arraigo: “la taquería” y decirle “taquero” al comisario. La explicación se basa en una práctica común a fines del siglo XIX y principios del XX. Los compadritos, para darse aire de importancia, usaban zapatos con tacos de madera que medían cinco centímetros. Y había un edicto que lo consideraba “un insulto a las buenas costumbres”. Por eso, los llevaban a las comisarías y el jefe, con un sable, les cortaba el taco de un zapato de un solo golpe. Los muchachos salían rengos y humillados.

Como la imaginación popular no descansa, siempre aparecen otras expresiones para aludir a los policías. Y entre esas está “cobani”. Pero los especialistas sostienen que eso no define a un policía sino a un guardiacárcel. Y explican: cobani deriva de coabani, abanico al revés. Y tiene que ver con el montón de llaves que llevan los guardias en un cinturón, lo que semeja un abanico. De allí que en las cárceles, cuando se acercaba el guardia, los presos solían alertar "araca, cobani”. Pero esa es otra historia.

Fuente: Clarín

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