No es ningún secreto que la lectura es buena para todo el mundo, pero la información a continuación quizás cambie (¡O mantenga!) tus preferencias de plataformas para leer. A continuación te dejamos el artículo de Rachel Grate con más razones para amar los libros impresos:
Sólo seis minutos de lectura son suficientes para reducir el estrés en un 68%, y numerosos estudios han demostrado que ayuda a que el cerebro siga funcionando con eficacia a medida que uno envejece. Un estudio encontró que incluso las personas de edad avanzada que leen regularmente, tienen una 2,5 menos probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que sus pares. Pero no todas las formas de lectura son iguales.
El debate entre los libros impresos y los lectores electrónicos ha sido vicioso, desde que salió la primera Kindle en el año 2007. La mayoría de los argumentos han sido acerca de lo sentimental frente a lo práctico, entre la gente que prefiere sentir la forma del papel en sus manos y las personas que prefieren la practicidad de los dispositivos electrónicos. Pero ahora la ciencia ha intervenido y los estudios están del lado de las páginas reales.
La lectura impresa ayuda con la comprensión
Un estudio hecho a principios de 2014 encontró que los lectores de una corta novela de misterio en una Kindle fueron significativamente peores en recordar el orden de los acontecimientos que quienes leyeron la misma historia en edición de bolsillo. El investigador principal, Anne Mangen de la Universidad de Stavanger de Noruega concluyó que “la retroalimentación visual y táctil de una Kindle no ofrece el mismo apoyo para la reconstrucción mental de una historia como lo hace un libro impreso”.
Nuestros cerebros no fueron diseñados para la lectura, pero se han adaptado y han creado nuevos circuitos para entender las letras y los textos. El cerebro lee mediante la construcción de una representación mental del texto basado en la ubicación de la página en el libro y las palabras que ahí salen.
La experiencia táctil de un libro ayuda a este proceso, desde sentir en tus manos el grosor de las páginas a medida que avanzas en la historia, hasta el apuntar una palabra en la página. Mangen, plantea la hipótesis de que la diferencia con los lectores de Kindle es que “podría tener algo que ver con la firmeza de sostener un texto sobre el papel y el aumento gradual de éste a medida que avanzamos, es una especie de descarga de los sentidos y de apoyo al sentido visual cuando estás leyendo“.
Mientras que los lectores electrónicos tratan de recrear la sensación de pasar las páginas, la pantalla está limitada a una página virtual. Las encuestas sobre el uso de los e-readers sugieren que esto afecta a la casualidad y la sensación de control del lector. La incapacidad para voltear hacia atrás a las páginas anteriores o controlar el texto físicamente, ya sea a través de hacer notas escritas o sentir las páginas, limita la experiencia sensorial y reduce la memoria a largo plazo del texto.
Leer frases largas sin enlaces es una habilidad que se adquiere con el tiempo, pero se puede perder si no la practicas
Disfrutar de lecturas largas y de frases literarias es en realidad una habilidad importante que se pierde si no la utilizas. Antes de que existiera Internet, el cerebro leía de manera lineal, aprovechando los detalles sensoriales para recordar de dónde venía la información clave a lo largo del libro.
Al leer cada vez más por medio de dispositivos electrónicos, nuestros hábitos de lectura se han adaptado a simplificar el texto en lugar de realmente absorber el significado. Un estudio de 2006 encontró que las personas leen en las pantallas en forma de “F”; leen la totalidad de la línea superior, pero luego sólo escanean el texto a lo largo del lado izquierdo de la página. Este tipo de lectura no lineal reduce la comprensión y realmente hace que sea más difícil enfocarse la próxima vez que queramos sentarnos a leer un texto más largo.
Maryanne Wolf, Neurocientífica de la Universidad Tufts, se preocupa en que “la forma superficial en la que leemos durante el día nos afecta cuando tenemos que leer con más procesamiento y profundidad“. Las personas están encontrando cada vez más dificultades para sentarse y sumergirse en una novela. Como resultado, algunos investigadores y amantes de la literatura han comenzado un movimiento de “lectura lenta”, como una manera de contrarrestar la dificultad de sumergirse en la historia de un libro.
Leer de manera concentrada, lenta y sin distracciones beneficia nuestro cerebro
Los defensores de la “lectura lenta” recomiendan por lo menos 30 a 45 minutos de lectura diaria lejos de las distracciones de la tecnología moderna. Al hacerlo, el cerebro puede volver a conectarse con la lectura lineal. Existen numerosos beneficios de lo anterior, como una reducción del estrés y una mejora de la capacidad de concentración.
También aumenta la empatía, sobre todo cuando estás leyendo una edición impresa. Un estudio descubrió que las personas que leen un cuento perturbador en un iPad eran menos empáticos y experimentaban con un menor grado el transporte y la inmersión de los que leen en papel.
La lectura de una novela pasada de moda también está vinculada a mejorar el sueño. Cuando muchos de nosotros pasamos nuestro día completo frente a las pantallas, puede ser más difícil decirle a nuestro cuerpo que es hora de dormir. Mediante la lectura de un libro impreso alrededor de una hora antes de dormir, el cerebro entra en una nueva zona de tranquilidad, distinta a lo que sucede frente a uno electrónico.
Tres cuartas partes de los estadounidenses mayores de 18 años, lee al menos un libro durante un año, un número que ha caído con el tiempo. Los electrónicos en la actualidad representan entre el 15 y el 20% de todas las ventas. En este mundo cada vez más tecnológico, son los lectores habituales, los que toman un descanso de la tecnología para recoger una edición de bolsillo.
Sólo seis minutos de lectura son suficientes para reducir el estrés en un 68%, y numerosos estudios han demostrado que ayuda a que el cerebro siga funcionando con eficacia a medida que uno envejece. Un estudio encontró que incluso las personas de edad avanzada que leen regularmente, tienen una 2,5 menos probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que sus pares. Pero no todas las formas de lectura son iguales.
El debate entre los libros impresos y los lectores electrónicos ha sido vicioso, desde que salió la primera Kindle en el año 2007. La mayoría de los argumentos han sido acerca de lo sentimental frente a lo práctico, entre la gente que prefiere sentir la forma del papel en sus manos y las personas que prefieren la practicidad de los dispositivos electrónicos. Pero ahora la ciencia ha intervenido y los estudios están del lado de las páginas reales.
La lectura impresa ayuda con la comprensión
Un estudio hecho a principios de 2014 encontró que los lectores de una corta novela de misterio en una Kindle fueron significativamente peores en recordar el orden de los acontecimientos que quienes leyeron la misma historia en edición de bolsillo. El investigador principal, Anne Mangen de la Universidad de Stavanger de Noruega concluyó que “la retroalimentación visual y táctil de una Kindle no ofrece el mismo apoyo para la reconstrucción mental de una historia como lo hace un libro impreso”.
Nuestros cerebros no fueron diseñados para la lectura, pero se han adaptado y han creado nuevos circuitos para entender las letras y los textos. El cerebro lee mediante la construcción de una representación mental del texto basado en la ubicación de la página en el libro y las palabras que ahí salen.
La experiencia táctil de un libro ayuda a este proceso, desde sentir en tus manos el grosor de las páginas a medida que avanzas en la historia, hasta el apuntar una palabra en la página. Mangen, plantea la hipótesis de que la diferencia con los lectores de Kindle es que “podría tener algo que ver con la firmeza de sostener un texto sobre el papel y el aumento gradual de éste a medida que avanzamos, es una especie de descarga de los sentidos y de apoyo al sentido visual cuando estás leyendo“.
Mientras que los lectores electrónicos tratan de recrear la sensación de pasar las páginas, la pantalla está limitada a una página virtual. Las encuestas sobre el uso de los e-readers sugieren que esto afecta a la casualidad y la sensación de control del lector. La incapacidad para voltear hacia atrás a las páginas anteriores o controlar el texto físicamente, ya sea a través de hacer notas escritas o sentir las páginas, limita la experiencia sensorial y reduce la memoria a largo plazo del texto.
Leer frases largas sin enlaces es una habilidad que se adquiere con el tiempo, pero se puede perder si no la practicas
Disfrutar de lecturas largas y de frases literarias es en realidad una habilidad importante que se pierde si no la utilizas. Antes de que existiera Internet, el cerebro leía de manera lineal, aprovechando los detalles sensoriales para recordar de dónde venía la información clave a lo largo del libro.
Al leer cada vez más por medio de dispositivos electrónicos, nuestros hábitos de lectura se han adaptado a simplificar el texto en lugar de realmente absorber el significado. Un estudio de 2006 encontró que las personas leen en las pantallas en forma de “F”; leen la totalidad de la línea superior, pero luego sólo escanean el texto a lo largo del lado izquierdo de la página. Este tipo de lectura no lineal reduce la comprensión y realmente hace que sea más difícil enfocarse la próxima vez que queramos sentarnos a leer un texto más largo.
Maryanne Wolf, Neurocientífica de la Universidad Tufts, se preocupa en que “la forma superficial en la que leemos durante el día nos afecta cuando tenemos que leer con más procesamiento y profundidad“. Las personas están encontrando cada vez más dificultades para sentarse y sumergirse en una novela. Como resultado, algunos investigadores y amantes de la literatura han comenzado un movimiento de “lectura lenta”, como una manera de contrarrestar la dificultad de sumergirse en la historia de un libro.
Leer de manera concentrada, lenta y sin distracciones beneficia nuestro cerebro
Los defensores de la “lectura lenta” recomiendan por lo menos 30 a 45 minutos de lectura diaria lejos de las distracciones de la tecnología moderna. Al hacerlo, el cerebro puede volver a conectarse con la lectura lineal. Existen numerosos beneficios de lo anterior, como una reducción del estrés y una mejora de la capacidad de concentración.
También aumenta la empatía, sobre todo cuando estás leyendo una edición impresa. Un estudio descubrió que las personas que leen un cuento perturbador en un iPad eran menos empáticos y experimentaban con un menor grado el transporte y la inmersión de los que leen en papel.
La lectura de una novela pasada de moda también está vinculada a mejorar el sueño. Cuando muchos de nosotros pasamos nuestro día completo frente a las pantallas, puede ser más difícil decirle a nuestro cuerpo que es hora de dormir. Mediante la lectura de un libro impreso alrededor de una hora antes de dormir, el cerebro entra en una nueva zona de tranquilidad, distinta a lo que sucede frente a uno electrónico.
Tres cuartas partes de los estadounidenses mayores de 18 años, lee al menos un libro durante un año, un número que ha caído con el tiempo. Los electrónicos en la actualidad representan entre el 15 y el 20% de todas las ventas. En este mundo cada vez más tecnológico, son los lectores habituales, los que toman un descanso de la tecnología para recoger una edición de bolsillo.
Fuente: Acción Preferente
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