Casas y espacios públicos de Bhilar se han convertido en bibliotecas temáticas con miles de obras. Una iniciativa única, donde la literatura y la conservación de la lengua autóctona se combinan por el bien común.
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Con un índice de alfabetización de más de 82%, Maharashtra supera la media de India. ANGEL L. MARTÍNEZ CANTERA
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Los hogares abiertos y los vivos murales de sus paredes invitan a leer las historias escondidas tras sus pórticos, engalanados con carteles de libros y fresas. Frutillas del deseo, las hojas de los volúmenes maduran en las ramas de un árbol dibujado en una tapia. Personificadas, fieras selváticas se reúnen entorno a un ejemplar abierto pintado en otro muro. Como en una
fábula de Kipling; literatura, animales y naturaleza salpican fachadas a lo largo de la serpenteante calle principal de esta aldea. A 250 kilómetros al sureste de la casa en la que nació el autor de
El libro de la selva, en
Bombay, la diminuta localidad de
Bhilar es la alegoría de un libro abierto. Casas particulares y espacios públicos son librerías a disposición de los amantes de la palabra escrita. Lejos del ruido de la gran ciudad, los lectores disfrutan de un entorno natural bucólico, casi novelado, en el que se respira paz y tranquilidad. Y fresas. El olor principal de esta región y última figura retórica de este prólogo a un pueblo de cuento único, en
India.
“El lugar tenía que estar rodeado de naturaleza; para despertar calma. La localización también debía ser llamativa; para atraer a visitantes y lectores”, explica el responsable del proyecto,
Vinay Mavlankar, sobre los criterios que llevaron a elegir a este pequeño municipio en el estado de
Maharashtra como sede del primer y único
pueblo-biblioteca de India. Entre los puertos de montaña de
Mahabaleshwar y
Panchgani, destinos turísticos de la región conocida por su cultivo de fresas; el pueblo de
Bhilar fue rebautizado hace un año como
Pustakanche Gao (pueblo-libro, en lengua regional
marathi).
En mayo de 2017, el ministro de Educación del estado de
Maharashtra,
Vinod Tawde, hizo realidad su sueño de crear la réplica india del pueblo galés de
Hay-on-Wye; meca británica de los
bibliófilos. Así, 25 localizaciones de esta aldea en el
distrito de Satara, incluidas casas particulares, templos y escuelas, se transformaron en puntos de lectura con más de
15.000 ejemplares donados por el Gobierno y particulares. Más de medio centenar de artistas de
Bombay decoraron las fachadas de estos espacios reconvertidos en
pequeñas bibliotecas con motivos que recuerdan las diferentes temáticas literarias a las que dan refugio.
Poesía, religión, historia, biografías o medio ambiente; las materias que abarcan las
mini-librerías son diversas. Pero todas tienen en común el
marathi; lengua vernácula de
Maharashtra y otro de los pilares distintivos de esta iniciativa. También orientado a preservar el patrimonio cultural regional, el proyecto almacena volúmenes escritos en uno de los
122 principales idiomas del país. Posiblemente el único municipio de la superpoblada
India en que hay más libros que personas, sus escasos
5.000 vecinos esperan alcanzar un total de
25.000 ejemplares —que incorporarán textos en hindi e inglés— con motivo del aniversario de la creación del proyecto.
Decorado con esbozos pardos evocando las pinturas de las
tribus warli que habitan la región desde tiempos precoloniales, el del granjero
Naran Warkare y su familia es hogar para los volúmenes dedicados a la cultura.
“Propuse mi casa como biblioteca porque quiero proteger nuestras tradiciones. La gente viene, lee, se toma un chai [té indio] y charla con nosotros”, explica este vecino de 49 años. Su salón, abierto de nueve y media de la mañana a siete de la tarde, recibe a una decena de lectores diarios; que se duplican en el fin de semana.
“Vienen universitarios desde Bombay para consultar libros y sigo en contacto con algunos. Mis padres estarían orgullosos del uso que doy a su casa. Ellos eran granjeros como yo, pero no sabían ni leer ni escribir”.
Con un índice de alfabetización de más de
82%, el estado de
Maharashtra supera la media de un país en que
273 millones de personas no saben leer ni escribir (el 21,84% de la población), según el último censo. Aunque diferentes iniciativas han mejorado las estadísticas, generaciones de comunidades rurales —donde solo el 64% de las mujeres pueden leer y escribir— difícilmente han tenido nunca la opción de sostener un libro en sus manos. Una tendencia imposible de revertir si los lectores tampoco hacen de su hábito, bandera.
“Otra premisa de esta idea era que los propios vecinos tomasen la iniciativa. Que fuesen ellos mismos los encargados de promover y preservar la cultura regional y el hábito de la lectura”, explica
Balaji Narayan, coordinador de
Pustakanche Gao. Según el libro de visitas de la oficina del proyecto, anunciada con fresas y libros en su fachada, alrededor de
35.000 turistas se han acercado a
Bhilar desde hace un año; algunos llegados desde ciudades tan al norte como
Delhi. Aunque
Narayan apunta que el total de visitantes debe superar los
75.000, ya que muchos colegios se acercan a esta aldea en grupos grandes. Independientemente de la cifra exacta, este diminuto pueblo vive una revolución turística que también beneficia a la economía local.
“Antes los visitantes solo iban a Mahabaleshwar [principal ciudad del distrito] para probar sus fresas y derivados. Pero el turismo ha crecido mucho gracias a los tours escolares y familiares”, explica
Rahul R. Bhilari, propietario del
Hotel Anmol, uno de los primeros en recibir al viajero que llega a
Bhilar por el norte. Equipado con sillas en la terraza y un estante con varios ejemplares donados por el
Gobierno, el parador ha recibido turistas interesados únicamente en
Bhilar como refugio de libros.
“Algunos fines de semana llegamos a estar completos. Algo raro antes”, confiesa el propietario de uno de los 20 establecimientos turísticos del pueblo; cinco de los cuales son restaurantes y albergues abiertos durante este año.
Silpha Santosh Sawant, por ejemplo, convirtió dos de las habitaciones de sus hijos mayores en alojamientos para viajeros.
“Ahora gente se acerca a nuestro pueblo con otra mirada. Con respeto”, dice esta ama de casa de 39 años, que nunca había tenido una profesión remunerada. Aprovecha para enseñar con vanidad una foto tomada con su móvil, en la que posa con un famoso escritor local. La cara del personaje coincide con la de una de las caricaturas que decoran la baranda de entrada a su casa; refugio para biografías de celebridades regionales.
“Debería haber más proyectos como este para promocionar la herencia cultural de nuestra tierra”.
Varios niños juegan junto al muro pintado de la casa contigua a la de
Silpha. Dentro, una silueta colorida lee ajena al bullicio; concentrada en su territorio. Solitaria, una mujer, en una aldea de
India, se aferra a un libro. No hay necesidad de preguntas. El tintineo de sus brazaletes acompaña el paso orgulloso de las páginas leídas y vencidas en cada párrafo. En cada palabra. Decidida a descubrir y vivir la historia única de un pueblo de cuento.
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Entre los puertos de Mahabaleshwar y Panchgani, destinos turísticos del estado de Maharashtra, y conocida por su cultivo de fresas, Bhilar combina gastronomía, cultura y naturaleza.
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Las tapias coloreadas atraen a visitantes curiosos a una aldea de escasos 5.000 habitantes que cuenta con una colección de más de 15.000 ejemplares donados por el Gobierno y particulares.
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Bhilar fue rebautizado como el 'pueblo-libro' en mayo de 2017, un proyecto único en India para fomentar la literatura y conservación patrimonial de la lengua autóctona de la región, el marathi.
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Los pórticos engalanados con carteles de libros y fresas indican que la casa particular alberga una biblioteca, normalmente abiertas a todos los lectores de 9.30 a 19.00.
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Como frutas, decenas de libros cuelgan de las ramas de un árbol dibujado en una tapia. Medio centenar de artistas de Bombay pintaron las fachadas de los espacios reconvertidos en bibliotecas.
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Poesía, religión, historia, biografías o medio ambiente; las materias que abarcan las mini-librerías son diversas. La decoración de los edificios representan las temáticas literarias que albergan.
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Adornado con esbozos que evocan las pinturas de las tribus warli autóctonas de la región, la casa del granjero Naran Warkare y su familia es hogar para los volúmenes dedicados a la cultura.
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Según el libro de visitas, unos 35.000 turistas se han acercado a Bhilar desde hace un año. Aunque el total puede superar los 75.000, ya que muchos colegios visitan la aldea en grandes grupos.
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La entrada del colegio de Bhilar muestra animales salvajes entorno a un libro. Otros 24 espacios de esta aldea, incluidas casas particulares y templos, son puntos de lectura desde mayo de 2017.
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La fachada del Hotel Anmol, una de las primeras en recibir al visitante. De los 20 establecimientos turísticos del pueblo, cinco son restaurantes y albergues abiertos durante este año.
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Rahul R. Bhilari, propietario del hotel, confirma que ahora sus habitaciones llegan a estar completas gracias a los 'tours' escolares y familiares que visitan esta peculiar aldea.
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La entrada a la casa de Silpha S. Sawant está decorada con caricaturas de conocidos escritores regionales. Silpha convirtió dos de sus habitaciones en alojamientos para lectores y viajeros.
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Algunos universitarios viajan desde Bombay y otras grandes ciudades del estado para consultar los singulares ejemplares en lengua marathi de las pequeñas bibliotecas de Bhilar.
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Desde la oficina de 'Pustakanche Gao', anunciada con fresas y libros en su fachada, se subraya que el proyecto quiere que los propios vecinos promuevan la cultura y el hábito de la lectura.
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Fuente:
El País, de España
Fotos:
El País, de España
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