La periodista y escritora Susan Orlean investiga el incendio, aún sin esclarecer, que arrasó en 1986 la Biblioteca Central de la segunda ciudad estadounidense.
Hay un capítulo del nuevo libro de Susan Orlean (Cleveland, Ohio, 1955) que empieza diciendo: “Qué se perdió”. A continuación, hace una descripción tan sucinta como sobrecogedora de lo que desapareció bajo las llamas en el incendio de la Biblioteca Central de Los Ángeles, el 29 de abril de 1986. Un Quijote de 1860 ilustrado por Doré, todos los libros sobre la Biblia, todas las biografías de la H a la K, toda la historia del teatro, todo Shakespeare, cinco millones y medio de patentes registradas desde 1799 -con sus dibujos y descripciones-, las etiquetas de 20.000 fotografías... En total, 400.000 libros destruidos y 700.000 seriamente dañados. Es el mayor desastre de una biblioteca en la historia de Estados Unidos.
Orlean escribe para The New Yorker desde hace casi tres décadas. Desde entonces ha publicado una decena de libros, entre ellos el que inspiró la película El ladrón de orquídeas. Este mes estrena en español La biblioteca en llamas (Temas de hoy) un libro en el que, partiendo de la investigación sobre aquel incendio, cuenta la historia de Los Ángeles y escribe una carta de amor a las bibliotecas y a los bibliotecarios, una pasión que le inculcó su madre.
Orlean recibió a EL PAÍS en su casa de las colinas de Hollywood, a donde se mudó desde Nueva York en 2011. Tiene vistas a los estudios Universal. Cuando llegó a la ciudad, quiso conocer la Biblioteca Central, una especie de búnker art déco en la esquina de la Calle Cinco con Flower. Allí se enteró de la historia del incendio. Ocurrió cuando ella tenía 30 años, ya era escritora y reportera, y hasta que no se mudó a Los Ángeles no se enteró de la historia. No es la única a la que se le pasó por alto aquel suceso, porque no fue una gran noticia fuera de Los Ángeles. El mundo estaba pendiente de la catástrofe de Chernóbil, que había sucedido tres días antes y de la que se empezaba a conocer su alcance.
“El desastre de Chernóbil fue una razón importante” para que el incendio pasara desapercibido, dice. “Si hubiera sido portada del New York Times mucha gente habría pensado en ello. Pero no ocurrió, y el momento del suceso se perdió”. El mayor desastre de una biblioteca en Estados Unidos es menos conocido que, por ejemplo, la destrucción de la biblioteca de Sarajevo en la guerra de Bosnia. “Al contrario que Sarajevo y otras bibliotecas perdidas, no fue una acción de guerra. No había un conflicto”. Finalmente, no se recuerda porque nadie relaciona a esta ciudad con libros, afirma Orlean. “No se piensa en Los Ángeles como una ciudad intelectual y literaria. Nadie sabía que Los Ángeles tenía una de las bibliotecas más grandes del país, ni siquiera sus habitantes. No es nuestra identidad como ciudad”.
Curiosamente, a Orlean lo que más le impresiona de lo que se perdió son los fondos aparentemente más mundanos, los de consulta de todos los días. “Las colecciones que se habían ido acumulando durante años nunca se podrán rehacer. La colección de libros de cocina, por ejemplo, se había ido adquiriendo desde que se abrió la biblioteca (en 1873). Eso no puedes ir y comprarlo de nuevo. Los periódicos y las revistas son totalmente irrecuperables. Me impresionan los libros de cocina, porque eran libros que la gente normal podía consultar a diario”.
Una pira lista para arder
El libro es un homenaje a las bibliotecas, como lugar de saber y de estar, como centro donde observar la vida de una ciudad. “Soy optimista”, dice Orlean sobre el futuro en la era de Google. “Creo que en un momento donde cada vez más gente trabaja para sí misma y lo que quiere es un lugar al que ir, estar con gente, las bibliotecas son ideales. Son el espacio de coworking original. No tenemos muchos sitios así en este país, simplemente para salir de casa y estar en el mundo. Yo escribí parte del libro en la biblioteca y fue fantástico. Creo que a los jóvenes les gusta estar con gente. Las bibliotecas van a prosperar como sitio de estar”.
Orlean también convierte la historia de la biblioteca en una historia de Los Ángeles y su expansión desaforada a principios del siglo XX. La biblioteca se desbordó a sí misma, creció sin control y sin espacio, y en los años ochenta era una pira lista para arder. Sobre las 11 de la mañana de aquel día sonó una alarma antiincendios. Un hilo de humo pálido empezó a salir de la torre donde se guardaba la ficción, entre la A y la L. Con las horas, la temperatura en las estanterías abarrotadas llegó a los 1.300 grados. Era como “estar observando las entrañas del infierno”, dice un bombero en el libro a Orlean.
Todavía hoy no hay una verdad judicial sobre lo que pasó. Un joven extraño llamado Harry Peak fue detenido. La policía está convencida de que fue él. Durante la investigación, Peak dio todo tipo de versiones sobre lo que había pasado aquella mañana en la que estuvo en la biblioteca y alguien le vio salir corriendo. Pero no hubo forma de reunir pruebas contra él. Orlean, después de investigar durante años, confiesa que no tiene una teoría propia.
“Siento la misma ambivalencia que expreso en el libro. No es que tenga una opinión en secreto que no quisiera compartir. Dependiendo del día de la semana, a veces pienso ‘igual no fue provocado, igual fue un error de diagnóstico desde el principio’. Otras veces pienso ‘no, Harry estuvo allí, encendió una cerilla, estaba jugando y se asustó y se fue de allí’. Lo que no creo es que él quisiera crear esa destrucción. Luego pienso, ‘sí, lo hizo, sabía demasiado", comenta. "Pienso que todas las teorías son creíbles. Realmente, según estaba investigando, me di cuenta de que era un poco tonto pensar que yo iba a resolver un incendio que pasó tantos años atrás”. Solo hay un personaje clave de la historia que no habla en el libro: Harry Peak. Murió en 1993 y se llevó con él la verdad sobre el día que Los Ángeles perdió un millón de libros.
Fuente: El País
VÉASE ADEMÁS:
LOS ANGELES PUBLIC LIBRARY
The Los Angeles Public Library provides free and easy access to information, ideas, books and technology that enrich, educate and empower every individual in our city's diverse communities.
Web LAPL: click aquí
EARLY HISTORY, DESIGN AND CONSTRUCTION OF THE GOODHUE BUILDING
Los Angeles has possessed a public library system since 1872, but for the first half century of the system’s existence, its central library was housed in rented space in various downtown buildings, (including Hamburger’s, the city’s first department store.)
Nota completa: click aquí
Los bomberos tratan de apagar el incendio de la biblioteca de Los Ángeles en 1986. (BEN MARTIN GETTY IMAGES) |
Hay un capítulo del nuevo libro de Susan Orlean (Cleveland, Ohio, 1955) que empieza diciendo: “Qué se perdió”. A continuación, hace una descripción tan sucinta como sobrecogedora de lo que desapareció bajo las llamas en el incendio de la Biblioteca Central de Los Ángeles, el 29 de abril de 1986. Un Quijote de 1860 ilustrado por Doré, todos los libros sobre la Biblia, todas las biografías de la H a la K, toda la historia del teatro, todo Shakespeare, cinco millones y medio de patentes registradas desde 1799 -con sus dibujos y descripciones-, las etiquetas de 20.000 fotografías... En total, 400.000 libros destruidos y 700.000 seriamente dañados. Es el mayor desastre de una biblioteca en la historia de Estados Unidos.
Orlean escribe para The New Yorker desde hace casi tres décadas. Desde entonces ha publicado una decena de libros, entre ellos el que inspiró la película El ladrón de orquídeas. Este mes estrena en español La biblioteca en llamas (Temas de hoy) un libro en el que, partiendo de la investigación sobre aquel incendio, cuenta la historia de Los Ángeles y escribe una carta de amor a las bibliotecas y a los bibliotecarios, una pasión que le inculcó su madre.
Orlean recibió a EL PAÍS en su casa de las colinas de Hollywood, a donde se mudó desde Nueva York en 2011. Tiene vistas a los estudios Universal. Cuando llegó a la ciudad, quiso conocer la Biblioteca Central, una especie de búnker art déco en la esquina de la Calle Cinco con Flower. Allí se enteró de la historia del incendio. Ocurrió cuando ella tenía 30 años, ya era escritora y reportera, y hasta que no se mudó a Los Ángeles no se enteró de la historia. No es la única a la que se le pasó por alto aquel suceso, porque no fue una gran noticia fuera de Los Ángeles. El mundo estaba pendiente de la catástrofe de Chernóbil, que había sucedido tres días antes y de la que se empezaba a conocer su alcance.
Susan Orlean en su casa en Hollywood, durante la entrevista. (ALEXANDRA WEISS) |
Curiosamente, a Orlean lo que más le impresiona de lo que se perdió son los fondos aparentemente más mundanos, los de consulta de todos los días. “Las colecciones que se habían ido acumulando durante años nunca se podrán rehacer. La colección de libros de cocina, por ejemplo, se había ido adquiriendo desde que se abrió la biblioteca (en 1873). Eso no puedes ir y comprarlo de nuevo. Los periódicos y las revistas son totalmente irrecuperables. Me impresionan los libros de cocina, porque eran libros que la gente normal podía consultar a diario”.
Una pira lista para arder
El libro es un homenaje a las bibliotecas, como lugar de saber y de estar, como centro donde observar la vida de una ciudad. “Soy optimista”, dice Orlean sobre el futuro en la era de Google. “Creo que en un momento donde cada vez más gente trabaja para sí misma y lo que quiere es un lugar al que ir, estar con gente, las bibliotecas son ideales. Son el espacio de coworking original. No tenemos muchos sitios así en este país, simplemente para salir de casa y estar en el mundo. Yo escribí parte del libro en la biblioteca y fue fantástico. Creo que a los jóvenes les gusta estar con gente. Las bibliotecas van a prosperar como sitio de estar”.
Orlean también convierte la historia de la biblioteca en una historia de Los Ángeles y su expansión desaforada a principios del siglo XX. La biblioteca se desbordó a sí misma, creció sin control y sin espacio, y en los años ochenta era una pira lista para arder. Sobre las 11 de la mañana de aquel día sonó una alarma antiincendios. Un hilo de humo pálido empezó a salir de la torre donde se guardaba la ficción, entre la A y la L. Con las horas, la temperatura en las estanterías abarrotadas llegó a los 1.300 grados. Era como “estar observando las entrañas del infierno”, dice un bombero en el libro a Orlean.
Todavía hoy no hay una verdad judicial sobre lo que pasó. Un joven extraño llamado Harry Peak fue detenido. La policía está convencida de que fue él. Durante la investigación, Peak dio todo tipo de versiones sobre lo que había pasado aquella mañana en la que estuvo en la biblioteca y alguien le vio salir corriendo. Pero no hubo forma de reunir pruebas contra él. Orlean, después de investigar durante años, confiesa que no tiene una teoría propia.
“Siento la misma ambivalencia que expreso en el libro. No es que tenga una opinión en secreto que no quisiera compartir. Dependiendo del día de la semana, a veces pienso ‘igual no fue provocado, igual fue un error de diagnóstico desde el principio’. Otras veces pienso ‘no, Harry estuvo allí, encendió una cerilla, estaba jugando y se asustó y se fue de allí’. Lo que no creo es que él quisiera crear esa destrucción. Luego pienso, ‘sí, lo hizo, sabía demasiado", comenta. "Pienso que todas las teorías son creíbles. Realmente, según estaba investigando, me di cuenta de que era un poco tonto pensar que yo iba a resolver un incendio que pasó tantos años atrás”. Solo hay un personaje clave de la historia que no habla en el libro: Harry Peak. Murió en 1993 y se llevó con él la verdad sobre el día que Los Ángeles perdió un millón de libros.
Fuente: El País
VÉASE ADEMÁS:
LOS ANGELES PUBLIC LIBRARY
The Los Angeles Public Library provides free and easy access to information, ideas, books and technology that enrich, educate and empower every individual in our city's diverse communities.
Web LAPL: click aquí
EARLY HISTORY, DESIGN AND CONSTRUCTION OF THE GOODHUE BUILDING
Los Angeles has possessed a public library system since 1872, but for the first half century of the system’s existence, its central library was housed in rented space in various downtown buildings, (including Hamburger’s, the city’s first department store.)
Nota completa: click aquí
Comentarios
Publicar un comentario