Más de 100.000 volúmenes parecen flotar en el aire en la nueva biblioteca de la Universidad Cornell, en Nueva York.
Incorpora 4.000 títulos al año y 850 publicaciones periódicas y comprende más de 267.000 volúmenes, lo que hace de la Biblioteca de Bellas Artes de Mui Ho, en la Universidad Cornell, en Ithaca (Nueva York), una de las más grandes del mundo en su especialidad. Ahora, y tras un rediseño integral, es también una de las más bonitas.
Arquitectura, arte, urbanismo, paisajismo o fotografía son solo algunas de las materias que protagonizan los vastísimos fondos de esta biblioteca que se resiste a apartar de la vista los libros físicos en favor de los materiales digitales y se alza como un hermoso templo de la letra impresa.
El libro es la medida
Al contrario, el libro se situó en el centro del diseño; según explicó el arquitecto Wolfgang Tschapeller, responsable de la nueva biblioteca, “todo está adaptado al libro”. Y va más allá: “como humano, no eres el protagonista, eres un mero invitado entre los libros”.
Desde su estudio en Viena, donde se ideó también el proyecto para la ampliación de la Universidad de las Artes de la capital austriaca, Tschapeller trabajó durante cinco años en la remodelación del Rand Hall, un edificio histórico inaugurado en 1911 y con una estructura de tres pisos en un pulido estilo neoclásico.
Con alrededor de 2.500 m2, el edificio ofrece en el exterior una versión aún más elegante de la original mientras que su interior, sin embargo, se repensó drásticamente y se reconfiguró para crear entrepisos escalonados donde más de 100.000 libros parecen flotar colocados sobre ligeras estructuras de acero suspendidas sobre el suelo.
Libros flotantes
La robustez del exterior contrasta con la delicadeza de estas estructuras, que se asientan sobre el esqueleto original reforzado con vigas cruzadas. Desde cualquier rincón, la vista puede pasear libremente por estas pilas de libros en una imagen apenas interrumpida por cables de acero y en un espacio de más de 12 m de altura.
Ni siquiera el nivel inferior de esta estructura descansa sobre el suelo sino que está suspendida a un 1,20 m sobre él -se sujeta solo por una serie de cables que controlan el posible balanceo-.
La luz natural no encuentra obstáculos para entrar a través de las filas de ventanas terminadas en arco y acariciar los volúmenes y las plateadas estructuras suspendidas en el aire, lo que acrecienta la sensación de luminosidad.
Incluso los suelos de las entreplantas, las pasarelas que facilitan el acceso a los libros, y que están realizadas en rejillas de acero especialmente fabricadas para este lugar, facilitan la circulación de la luz (y el aire) en el espacio principal.
De hecho, este material, según el arquitecto, desafía la misma idea de suelo como elemento sólido de las construcciones, a cambio de un concepto más etéreo que permite ver a través de él.
En una hermosa analogía, Tschapeller explicó que, si bien los libros “son pesados” contienen a cambio “conocimientos, historias e imágenes que son esencialmente ingrávidos”. En este sentido, añade, “queríamos construir una situación paradójica, algo con una enorme gravedad colgando del cielo”.
Diseño, fabricación, lectura
Además de los estantes para libros, la sala de lectura, el laboratorio de fabricación (donde los estudiantes de arquitectura imprimen piezas 3D para sus proyectos, por ejemplo) y las salas de trabajo integran lo que Tschapeller considera componentes esenciales de la formación en arquitectura: lectura, diseño y realización.
El espacio no fue siempre la biblioteca de la universidad. Empleado inicialmente para los estudios de arquitectura de pregrado y posgrado, dejó de funcionar con la puesta en marcha del conocido como Milstein Hall, una vanguardista estructura diseñada por el estudio Office for Metropolitan Architecture (OMA) conectada con este edificio a través de los niveles superiores.
Ahora, y tras una inversión de 19,3 millones de euros y 18 meses de trabajos, el Rand Hall vuelve a la vida convertido en una de las más hermosas bibliotecas académicas del mundo.
Fuente: Cerodosbe
VÉASE ADEMÁS:
CORNELL UNIVERSITY LIBRARY
Exterior de la biblioteca. Foto: Wolfgang Tschapeller. |
Incorpora 4.000 títulos al año y 850 publicaciones periódicas y comprende más de 267.000 volúmenes, lo que hace de la Biblioteca de Bellas Artes de Mui Ho, en la Universidad Cornell, en Ithaca (Nueva York), una de las más grandes del mundo en su especialidad. Ahora, y tras un rediseño integral, es también una de las más bonitas.
Arquitectura, arte, urbanismo, paisajismo o fotografía son solo algunas de las materias que protagonizan los vastísimos fondos de esta biblioteca que se resiste a apartar de la vista los libros físicos en favor de los materiales digitales y se alza como un hermoso templo de la letra impresa.
Para que la la luz circulase libremente entre los libros se eliminaron las dos plantas superiores y se sustituyeron por estructuras suspendidas por cables de acero de más de 12 m de altura
El libro es la medida
Al contrario, el libro se situó en el centro del diseño; según explicó el arquitecto Wolfgang Tschapeller, responsable de la nueva biblioteca, “todo está adaptado al libro”. Y va más allá: “como humano, no eres el protagonista, eres un mero invitado entre los libros”.
Desde su estudio en Viena, donde se ideó también el proyecto para la ampliación de la Universidad de las Artes de la capital austriaca, Tschapeller trabajó durante cinco años en la remodelación del Rand Hall, un edificio histórico inaugurado en 1911 y con una estructura de tres pisos en un pulido estilo neoclásico.
Con alrededor de 2.500 m2, el edificio ofrece en el exterior una versión aún más elegante de la original mientras que su interior, sin embargo, se repensó drásticamente y se reconfiguró para crear entrepisos escalonados donde más de 100.000 libros parecen flotar colocados sobre ligeras estructuras de acero suspendidas sobre el suelo.
Libros flotantes
La robustez del exterior contrasta con la delicadeza de estas estructuras, que se asientan sobre el esqueleto original reforzado con vigas cruzadas. Desde cualquier rincón, la vista puede pasear libremente por estas pilas de libros en una imagen apenas interrumpida por cables de acero y en un espacio de más de 12 m de altura.
Ni siquiera el nivel inferior de esta estructura descansa sobre el suelo sino que está suspendida a un 1,20 m sobre él -se sujeta solo por una serie de cables que controlan el posible balanceo-.
La luz natural no encuentra obstáculos para entrar a través de las filas de ventanas terminadas en arco y acariciar los volúmenes y las plateadas estructuras suspendidas en el aire, lo que acrecienta la sensación de luminosidad.
Exterior de la biblioteca. Foto. Cornell University. |
Incluso los suelos de las entreplantas, las pasarelas que facilitan el acceso a los libros, y que están realizadas en rejillas de acero especialmente fabricadas para este lugar, facilitan la circulación de la luz (y el aire) en el espacio principal.
En una época de preeminencia de lo digital, la biblioteca de Cornell se erige como un templo de culto a la letra impresa
De hecho, este material, según el arquitecto, desafía la misma idea de suelo como elemento sólido de las construcciones, a cambio de un concepto más etéreo que permite ver a través de él.
En una hermosa analogía, Tschapeller explicó que, si bien los libros “son pesados” contienen a cambio “conocimientos, historias e imágenes que son esencialmente ingrávidos”. En este sentido, añade, “queríamos construir una situación paradójica, algo con una enorme gravedad colgando del cielo”.
Diseño, fabricación, lectura
Además de los estantes para libros, la sala de lectura, el laboratorio de fabricación (donde los estudiantes de arquitectura imprimen piezas 3D para sus proyectos, por ejemplo) y las salas de trabajo integran lo que Tschapeller considera componentes esenciales de la formación en arquitectura: lectura, diseño y realización.
El espacio no fue siempre la biblioteca de la universidad. Empleado inicialmente para los estudios de arquitectura de pregrado y posgrado, dejó de funcionar con la puesta en marcha del conocido como Milstein Hall, una vanguardista estructura diseñada por el estudio Office for Metropolitan Architecture (OMA) conectada con este edificio a través de los niveles superiores.
Fuente: Cerodosbe
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CORNELL UNIVERSITY LIBRARY
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