El Necronomicón, conocido también como El libro de los muertos, es un libro mágico ficticio, creado por el escritor estadounidense Howard Phillips Lovecraft, uno de los maestros de la literatura de terror y ciencia ficción.
Según H.P. Lovecraft, el Necronomicón es un libro de saberes arcanos y magia ritual cuya lectura provoca la locura y la muerte. En el libro se pueden hallar fórmulas olvidadas que permiten contactar con unas entidades sobrenaturales de un inmenso poder. Pero ¿por qué su existencia aún es materia de discusión?
En 1927, Lovecraft escribió una breve nota sobre la autoría del Necronomicón y la historia de sus traducciones, que fue publicada en 1938, tras su muerte, titulada: “Una historia del Necronomicón”.
Según esta obra, el libro fue escrito con el título de Kitah Al-Azif (en árabe: “el rumor de los insectos por la noche”) alrededor del año 738 d.C. por el poeta árabe Abdul Al-Hazred, de Saná (Yemen). Se dice que Alhazred murió a plena luz del día devorado por una bestia invisible delante de numerosos testigos, o que fue arrastrado por un remolino hacia el cielo. Lovecraft abunda en datos para hacer verosímil la existencia del libro. Por ejemplo cita a Ibn Khallikan, un erudito que existió realmente.
También cuenta que hacia el año 950 fue traducido al griego por Theodorus Philetas y adoptó el título actual griego, Necronomicón. Tuvo una rápida difusión entre los filósofos y hombres de ciencia de la Baja Edad Media. Sin embargo, los horrendos sucesos que se producían en torno al libro hicieron que la Iglesia Católica lo condenara en el año 1050.
Como detalle curioso, diremos que la historia inventada por Lovecraft resultó tan convincente para el público, que durante años los libreros de todo el mundo recibieron gran cantidad de peticiones del libro. Aún hoy en día podemos ver algunos blogs dedicados a lo oscuro hablar del Necronomicón como si hubiese existido realmente.
Una vez un estudiante jugó una broma al incluir la ficha del libro en el registro de la Biblioteca General de la Universidad de California, en la sección BL 430, dedicada a las religiones primitivas. Así el Necronomicón fue pedido insistentemente (incluso por profesores). Se dice que Jorge Luis Borges creó una ficha sobre el mismo en la Biblioteca Nacional de Argentina, así como que en el catálogo de la Biblioteca de Santander (España) aparecía también una versión latina del libro.
Texto: Daniel León
Fuente: ovejanegra
Conoce la historia tras El Necronomicón, el libro de los muertos. (Foto: Difusión) |
Según H.P. Lovecraft, el Necronomicón es un libro de saberes arcanos y magia ritual cuya lectura provoca la locura y la muerte. En el libro se pueden hallar fórmulas olvidadas que permiten contactar con unas entidades sobrenaturales de un inmenso poder. Pero ¿por qué su existencia aún es materia de discusión?
En 1927, Lovecraft escribió una breve nota sobre la autoría del Necronomicón y la historia de sus traducciones, que fue publicada en 1938, tras su muerte, titulada: “Una historia del Necronomicón”.
También cuenta que hacia el año 950 fue traducido al griego por Theodorus Philetas y adoptó el título actual griego, Necronomicón. Tuvo una rápida difusión entre los filósofos y hombres de ciencia de la Baja Edad Media. Sin embargo, los horrendos sucesos que se producían en torno al libro hicieron que la Iglesia Católica lo condenara en el año 1050.
Como detalle curioso, diremos que la historia inventada por Lovecraft resultó tan convincente para el público, que durante años los libreros de todo el mundo recibieron gran cantidad de peticiones del libro. Aún hoy en día podemos ver algunos blogs dedicados a lo oscuro hablar del Necronomicón como si hubiese existido realmente.
Una vez un estudiante jugó una broma al incluir la ficha del libro en el registro de la Biblioteca General de la Universidad de California, en la sección BL 430, dedicada a las religiones primitivas. Así el Necronomicón fue pedido insistentemente (incluso por profesores). Se dice que Jorge Luis Borges creó una ficha sobre el mismo en la Biblioteca Nacional de Argentina, así como que en el catálogo de la Biblioteca de Santander (España) aparecía también una versión latina del libro.
Texto: Daniel León
Fuente: ovejanegra
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