El dibujante argentino, Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, se encuentra de visita en España y estuvo arropado por los más pequeños.
«Tengo 82 años y soy consciente de que mucha vida no me queda». Lo dijo ayer Joaquín S. Lavado Tejón, más conocido como Quino (Guaymallén, 1932), en su encuentro con los medios en Oviedo, ante los que comparecía como ilustre ganador del Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2014. Pero, pese a los achaques propios de su reconocida edad y un glaucoma que le ciega sin remedio, el creador de Mafalda llegó a la rueda de prensa insuflado de una vitalidad muy especial. Por la mañana había mantenido un encuentro con escolares en un colegio y los más pequeños lograron emocionarle y sorprenderle. «Ha sido muy conmovedor», aseguró Quino a los periodistas. Y no exageraba.
Felipe, Clara, Manolito y, por supuesto, Mafalda se descubrían tras los ojos de los niños que esperaban al dibujante en el patio, los pasillos, las aulas, al grito de ¡Quino, Quino, Quino! «Cuenta cosas de la vida, y me gusta bastante», explicaba Cristian, un chico de doce años de origen argentino. Esa es, precisamente, la esencia de Quino, el motivo por el que Gabriel García Márquez aseguraba practicar la «quinoterapia», pues es «lo que te aproxima más a la felicidad».
Pero, pese a la felicidad que provoca en quienes leen sus tiras (Quino es el primer «cómico» galardonado con el Príncipe de Asturias de Comunicación), el dibujante argentino reveló ayer que «hay temas que no puedo tratar con humor». Recordó, entonces, el terremoto que vivió siendo niño en Argentina, cuando vio «camiones que llegaban llenos de sangre»; después vinieron los desaparecidos y otras «catástrofes» con las que «no podría hacer una tira humorística». Lo dice alguien que siempre se ha considerado «un periodista que dibujaba», que siendo niño tenía miedo de los niños y los borrachos y «ahora tengo miedo de mí, sigo siendo coherente». Porque la vejez, para Quino, «es un coñazo, un golpe de Estado de un fascista».
Tiene el Príncipe de Asturias de Comunicación «tendencia a politizarlo todo» y, tras depositar su confianza en Don Felipe y Doña Letizia («van a contribuir a que esto siga adelante de la mejor forma posible»), pasó revista a la actual situación de nuestro país, que «no está así sólo porque es España, es porque tenemos una crisis mundial… A ver cómo salimos de esta». Pese a todo, Quino espera que esos «niños tan rubiecitos» que ayer le homenajearon «no sean los corruptos de mañana». ¿Y qué diría Mafalda? «Lo que dijo entonces, porque las cosas están tan mal o peor que cuando yo dejé de dibujar». El argentino «abandonó» a Mafalda en 1973 y el personaje «en estos años ha tomado una vida propia» que Quino no comparte, aunque cree que este premio «va a contribuir a una mayor repercusión del personaje».
Mafalda y los jóvenes
«Me siento raro, porque hace muchos años que dejé de dibujar a Mafalda y hoy me dicen que nos acompaña y nos abre la cabeza. Me sorprende la cantidad de gente joven que sigue a Mafalda, no sé qué le sigue atrayendo tanto. No sé yo mismo dónde estoy parado. ¿Cómo les cae a los chicos este mundo que cambia tan rápido?». Un mundo gobernado por las nuevas tecnologías («chirimbolos», según Quino) en el que, sin embargo, «la esencia de la comunicación de los sentimientos, la forma de comunicación de las personas, no ha cambiado» y donde el humor ha logrado sobrevivir de la mano de nuevas generaciones.
Esos jóvenes creadores, llamados a sucederle, «se han inventado personajes fantasiosos, cuya temática tiene poco que ver con la realidad actual», y Quino no termina de enterarse de «adónde vamos a parar con ese tipo de humor». Porque, según el maestro, «el humor es imaginación y libertad de pensamiento». Y, en el momento en que deje de serlo, paren el mundo que me bajo. Palabra de Mafalda.
Texto: Inés Martín Rodrigo
Fuente: ABC
«Tengo 82 años y soy consciente de que mucha vida no me queda». Lo dijo ayer Joaquín S. Lavado Tejón, más conocido como Quino (Guaymallén, 1932), en su encuentro con los medios en Oviedo, ante los que comparecía como ilustre ganador del Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2014. Pero, pese a los achaques propios de su reconocida edad y un glaucoma que le ciega sin remedio, el creador de Mafalda llegó a la rueda de prensa insuflado de una vitalidad muy especial. Por la mañana había mantenido un encuentro con escolares en un colegio y los más pequeños lograron emocionarle y sorprenderle. «Ha sido muy conmovedor», aseguró Quino a los periodistas. Y no exageraba.
Felipe, Clara, Manolito y, por supuesto, Mafalda se descubrían tras los ojos de los niños que esperaban al dibujante en el patio, los pasillos, las aulas, al grito de ¡Quino, Quino, Quino! «Cuenta cosas de la vida, y me gusta bastante», explicaba Cristian, un chico de doce años de origen argentino. Esa es, precisamente, la esencia de Quino, el motivo por el que Gabriel García Márquez aseguraba practicar la «quinoterapia», pues es «lo que te aproxima más a la felicidad».
Pero, pese a la felicidad que provoca en quienes leen sus tiras (Quino es el primer «cómico» galardonado con el Príncipe de Asturias de Comunicación), el dibujante argentino reveló ayer que «hay temas que no puedo tratar con humor». Recordó, entonces, el terremoto que vivió siendo niño en Argentina, cuando vio «camiones que llegaban llenos de sangre»; después vinieron los desaparecidos y otras «catástrofes» con las que «no podría hacer una tira humorística». Lo dice alguien que siempre se ha considerado «un periodista que dibujaba», que siendo niño tenía miedo de los niños y los borrachos y «ahora tengo miedo de mí, sigo siendo coherente». Porque la vejez, para Quino, «es un coñazo, un golpe de Estado de un fascista».
Tiene el Príncipe de Asturias de Comunicación «tendencia a politizarlo todo» y, tras depositar su confianza en Don Felipe y Doña Letizia («van a contribuir a que esto siga adelante de la mejor forma posible»), pasó revista a la actual situación de nuestro país, que «no está así sólo porque es España, es porque tenemos una crisis mundial… A ver cómo salimos de esta». Pese a todo, Quino espera que esos «niños tan rubiecitos» que ayer le homenajearon «no sean los corruptos de mañana». ¿Y qué diría Mafalda? «Lo que dijo entonces, porque las cosas están tan mal o peor que cuando yo dejé de dibujar». El argentino «abandonó» a Mafalda en 1973 y el personaje «en estos años ha tomado una vida propia» que Quino no comparte, aunque cree que este premio «va a contribuir a una mayor repercusión del personaje».
Mafalda y los jóvenes
«Me siento raro, porque hace muchos años que dejé de dibujar a Mafalda y hoy me dicen que nos acompaña y nos abre la cabeza. Me sorprende la cantidad de gente joven que sigue a Mafalda, no sé qué le sigue atrayendo tanto. No sé yo mismo dónde estoy parado. ¿Cómo les cae a los chicos este mundo que cambia tan rápido?». Un mundo gobernado por las nuevas tecnologías («chirimbolos», según Quino) en el que, sin embargo, «la esencia de la comunicación de los sentimientos, la forma de comunicación de las personas, no ha cambiado» y donde el humor ha logrado sobrevivir de la mano de nuevas generaciones.
Esos jóvenes creadores, llamados a sucederle, «se han inventado personajes fantasiosos, cuya temática tiene poco que ver con la realidad actual», y Quino no termina de enterarse de «adónde vamos a parar con ese tipo de humor». Porque, según el maestro, «el humor es imaginación y libertad de pensamiento». Y, en el momento en que deje de serlo, paren el mundo que me bajo. Palabra de Mafalda.
Texto: Inés Martín Rodrigo
Fuente: ABC
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