“Rodeado de libros, me amurallaba ante el disgusto amenazante de la vida adulta. Libros, libros y más libros, apilados, formando torres sin destino, desparramados por el piso, desbordando estanterías”.
Por: Morena Fournier
En la habitación, un living bien decorado, se ven dos hombres que charlan y toman vino, escuchan música. Uno es fibroso, bronceado y estruendoso, baila. El otro, te está contando su historia. Una historia que empieza con una crisis: la fábrica donde trabaja se incendió, y él la vio desde su bicicleta. Vuelve a su casa, a los brazos de su mujer y su hija chiquita.
“Pequeña flor” me tentó por dos razones: una frase interesante en la contratapa y 122 páginas. Para mí, como para muchos, menos de 300 páginas entra en lectura rápida. Lo que no imaginé es que me iba a quedar enganchada de ese corto libro como si me corrieran para terminarlo. En los pocos días que me tomó leerlo, más de una vez casi me paso de estación en el subte. Ni les digo de la parada del colectivo.
Un eterno párrafo, sin cortes ni puntos apartes, ni capítulos, ni epílogos. Iosi Havilio no necesitó darnos índice, no quiso darnos respiro con esta pequeña obra. Nos cuenta algo que parece ser biográfico, un apartado en la vida de este hombre que quiere contarte algo que le paso. Algo importante, que empieza cuando “era otro”.
Giros inesperados cargan todo el tiempo este relato íntimo, como un monólogo. Como si el libro empezara con uno mismo, lector, diciéndole “contame qué pasó, desde el principio”. Casi una charla de diván, donde el paciente recorre las redes de los recuerdos y las evocaciones, donde te explica sin aburrirte (sino todo lo contrario) su relación con la música y la literatura rusa, con su mujer, su vecino y su asombrosa hijita, jugando con una situación perversa y fantasiosa. Donde sin filtro te lleva a lugares un poco oscuros. Y a través de, quizás, algunas metáforas que me gustó encontrar, te deja esa sensación de filosofía sensible, esas ganas de agarrar el lápiz y marcar todas las oraciones para más adelante volver a hojearlo y detenerte otra vez en esas mismas reflexiones.
Havilio, además, me dejó un gusto en particular: ansiedad. Necesidad de más. Ganas de conocer su joven bibliografía en profundidad. Y de escuchar una y otra vez Petite Fleur y algunas horas de jazz.
Iosi Havilio nació en Buenos Aires, en 1974. Estudió filosofía, música y cine. Escribió las novelas Opendoor (2006), Estocolmo (2010), Paraísos (2012) y La serenidad (2014). Sus libros han sido traducidos al inglés, al italiano y al croata. También participó de las antologías Buenos Aires Escala 1:1, La joven guardia y Madrid, con perdón. Pequeña flor es su quinta novela. (Me gusta leer Argentina)
Por: Morena Fournier
En la habitación, un living bien decorado, se ven dos hombres que charlan y toman vino, escuchan música. Uno es fibroso, bronceado y estruendoso, baila. El otro, te está contando su historia. Una historia que empieza con una crisis: la fábrica donde trabaja se incendió, y él la vio desde su bicicleta. Vuelve a su casa, a los brazos de su mujer y su hija chiquita.
“Pequeña flor” me tentó por dos razones: una frase interesante en la contratapa y 122 páginas. Para mí, como para muchos, menos de 300 páginas entra en lectura rápida. Lo que no imaginé es que me iba a quedar enganchada de ese corto libro como si me corrieran para terminarlo. En los pocos días que me tomó leerlo, más de una vez casi me paso de estación en el subte. Ni les digo de la parada del colectivo.
Un eterno párrafo, sin cortes ni puntos apartes, ni capítulos, ni epílogos. Iosi Havilio no necesitó darnos índice, no quiso darnos respiro con esta pequeña obra. Nos cuenta algo que parece ser biográfico, un apartado en la vida de este hombre que quiere contarte algo que le paso. Algo importante, que empieza cuando “era otro”.
Giros inesperados cargan todo el tiempo este relato íntimo, como un monólogo. Como si el libro empezara con uno mismo, lector, diciéndole “contame qué pasó, desde el principio”. Casi una charla de diván, donde el paciente recorre las redes de los recuerdos y las evocaciones, donde te explica sin aburrirte (sino todo lo contrario) su relación con la música y la literatura rusa, con su mujer, su vecino y su asombrosa hijita, jugando con una situación perversa y fantasiosa. Donde sin filtro te lleva a lugares un poco oscuros. Y a través de, quizás, algunas metáforas que me gustó encontrar, te deja esa sensación de filosofía sensible, esas ganas de agarrar el lápiz y marcar todas las oraciones para más adelante volver a hojearlo y detenerte otra vez en esas mismas reflexiones.
Havilio, además, me dejó un gusto en particular: ansiedad. Necesidad de más. Ganas de conocer su joven bibliografía en profundidad. Y de escuchar una y otra vez Petite Fleur y algunas horas de jazz.
Sobre el autor:
Iosi Havilio nació en Buenos Aires, en 1974. Estudió filosofía, música y cine. Escribió las novelas Opendoor (2006), Estocolmo (2010), Paraísos (2012) y La serenidad (2014). Sus libros han sido traducidos al inglés, al italiano y al croata. También participó de las antologías Buenos Aires Escala 1:1, La joven guardia y Madrid, con perdón. Pequeña flor es su quinta novela. (Me gusta leer Argentina)
Pequeña Flor
Iosi Havilio
128 páginas
Literatura Random House
Gracias a este comentario me compre en la feria y me encanta (todavia no lo termine) Gracias!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarMorena, me paso lo mismo, sobre todo las ganas de escuchar Petite Fleur y leer Resurrección. Pero me quedaron muchas preguntas. Buen Libro.
ResponderEliminar