Tal vez la tarea más trascendente, sea la de seleccionar y procesar los documentos que existan en su biblioteca, que a su criterio sean relevantes y no estén disponibles en la red, para contribuir en la formación de esta Biblioteca Total.
Por: Guillermo C. Elías (*)
Maestro Bibliotecario
“Hic mortui vivunt, pandunt oracula muti” reza Erasmo desde el portal de acceso a la Biblioteca del Convento de San Francisco en Salta. Aquí viven los muertos, y los mudos, los libros nos cuentan sus historias. Palabras mágicas que al pronunciarse, fluidifica una especie de antiguo conjuro, que hace más intensa la gravitación eternizadora de los infolios, de los interminables y atestados anaqueles de volúmenes encuadernados en pergamino, del latín casi ilegible de los lomos, de los manuscritos y libros que datan del siglo XVI al XIX.
El vasto patio colonial le da a la biblioteca un aire casi medioeval, un silencio que todo lo invade, muerde el oído acostumbrado a la vorágine de la vida moderna. De repente, con la mirada perdida en no se qué tortuoso tratado de filosofía, recuerdo otra sentencia, pronunciada por Don Juan Carlos Dávalos: “El oficio más parecido al de Bibliotecario es el de panteonero”. ¡Cuánto pensamiento cuidadosamente disecado, catalogado y clasificado! Una espera que se asemeja a una eternidad une a estos destinos. ¿Qué lector devolverá, al menos, por unos instantes, la vida a la palabra muerta?
¿Qué cerebro pergeñó las ideas aquí escritas y qué cerebro reelaborará la idea?
Mi atención repara en un objeto que resulta chocante, intruso en aquel ensueño y que cumple hoy con el objeto de fusionar a las antípodas del pensamiento.
Aquel inexplicable artificio, milagro de la automatización, es manipulado por una paciente bibliotecaria. Un insignificante cable une este recinto con un vasto universo, tan vasto, como nos es dado imaginar. Un simple click corporiza ante sus sentidos en forma inmediata los más complejos documentos, puede leer en bibliotecas digitales, visualizar una película antigua o nueva, ver fotografías, los periódicos del día y los anteriores, ver TV en vivo, y hasta armar su propio informativo, eligiendo las noticias de su interés, escuchar radio y músicas desde los orígenes del registro sonoro, hallar documentos históricos, leer mapas antiguos y modernos, imágenes satelitales, biografías, estadísticas, información general, consultar otras bibliotecas, visitar lugares remotos, importar y exportar información, jugar, imprimir, copiar, consultar para establecer el precio de un objeto, comprar , vender, chatear, hablar y ver a otra persona… ¿Quién devolverá el tiempo perdido a los inmigrantes de 1880 que murieron sin volver a reencontrarse con sus seres queridos?
Pensar que hasta no hace más de veinte años, establecer una comunicación interurbana en nuestro país requería de la intervención de una operadora, la demora de no menos de una o dos horas y de la benevolencia del clima.
El impacto producido por estas nuevas tecnologías de la información, resintió a la industria editorial, en especial a la de enciclopedias en papel, al correo tradicional, a las compañías fonográficas, cinematográficas y de comunicaciones. Hasta la relación entre médico y paciente es otra, pues la consulta, ilustrada por Internet, ya tiene diagnóstico y hasta los remedios y tratamientos sugeridos, que el paciente expone en “forma académica”ante el asombro del facultativo.
Desde hace tiempo se habla de la globalización, fenómeno acelerado drásticamente por Internet, cuyo efecto va borrando costumbres locales e incorporándonos paulatinamente a una visión global, pero que contradictoriamente exacerba el individualismo, cada lector elige qué leer y qué consumir. Es notable ver, como ha cambiado la moda, al caminar por las calles de las grandes ciudades, es imposible ver a dos personas vestidas de la misma manera, y poco probable es que el diseño de una prenda se repita…
Esa drástica puesta en escena del individuo, ha re-creado al lector autónomo, que reconoce su limitación primera, su escasa disponibilidad de tiempo para abarcar siquiera un fragmento del pensamiento humano. Paradójicamente el hombre ya no estudia para vivir, ni siquiera vive para estudiar, sino que vive para seleccionar…
De repente la quietud de mis pensamientos es interrumpida por un súbito movimiento, la bibliotecaria se incorpora y exclama “Todo, todo está en la Red”, ha encontrado la información que he venido a buscar, las palabras de mi interlocutora traen a mi memoria los párrafos de un tal Borges, que hace ya algunos años sospechó la materialización de “La biblioteca total”. “Todo estará en sus ciegos volúmenes. Todo: la historia minuciosa del porvenir, los egipcios de Esquilo, el número preciso de veces que las aguas de Ganges han reflejado el vuelo de un halcón, el secreto y verdadero nombre de Roma, la enciclopedia que hubiera edificado Novalis, mis sueños y entresueños en el alba del catorce de agosto de 1934….”
Aquí está lo que buscaba Profesor…lo encontré en la Wikipedia…aunque dicen que no es una publicación seria…
Y sin embargo es la tarea enciclopédica más grande que haya realizado el hombre, ni el propio Novalis la hubiera soñado, contiene unos diez millones de artículos y está disponible en 253 idiomas. La revista Científica Nature declara que la Wikipedia es casi tan exacta como la Encyclopaedia Británica en artículos científicos.
¿Cuál será el futuro del soporte papel? ¿El criterio ecológico se impondrá? U otra razón, como la paulatina desaparición del espacio disponible para biblioteca en nuestras casas.
El libro digital, es un experimento más, que realiza la humanidad como soporte de ideas.
La imprenta venció en otros tiempos al manuscrito, el pergamino al papiro, el papel al pergamino y el códice al rollo.
Cuando exista, la primera generación de humanos sin contacto con el papel, estaremos viviendo la plenitud del nuevo soporte digital. Es que los que vivimos en la era del libro, no podemos desprendernos de la tradición y eficacia del papel que a lo largo de casi dos milenios ha servido como registro y propulsor de los cambios más significativos experimentados por el hombre.
En esta nueva coyuntura, ¿cuál será la nueva misión del bibliotecario?
En el germen mismo de la profesión ha estado la de poner orden al caos. Convertir una parva de libros en una biblioteca es una tarea que demanda tiempo, constancia y paciencia. Ese orden a lo anárquico se extiende ahora a una nueva tarea, la búsqueda bibliográfica en la Red Global, para la que deberá diseñar estrategias de selección que arrojen resultados pertinentes y eficaces, evitando las hordas de publicaciones inconsistentes o irrelevantes.
Otras de sus nuevas tareas consistirán: en contribuir eficazmente a la Formación de Usuarios, con el objeto de lograr lectores competentes y autónomos, la automatización de catálogos que deberá realizar mediante la dirección de bibliotecas madre, que permitan la importación y exportación de fichas catalográficas normalizadas y confiables, abreviando la tarea de la carga de datos y la escandalosa duplicación del trabajo. No se puede estar eternamente catalogando “Platero y Yo” de Juan Ramón Jiménez, si la Red permite copiar estos datos. Ni condenado a la perpetuidad de estar siempre al inicio, como en el mito de Sísifo.
Tal vez la tarea más trascendente, sea la de seleccionar y procesar los documentos que existan en su biblioteca, que a su criterio sean relevantes y no estén disponibles en la red, para contribuir en la formación de esta Biblioteca Total.
Existe la idea de que las nuevas tecnologías eclipsarán a la labor del bibliotecario. Por el contrario podemos demostrar, que es una de las profesiones que más cambios deberá afrontar, y que sus ocupaciones se han visto enriquecidas y diversificadas. Basta ahora aprovechar la experiencia, reunida a lo largo de los siglos, por la profesión bibliotecaria y aplicarla a las nuevas formas y soportes del pensamiento.
Es probable que la Biblioteca haya sido el origen de la Universitas, brindándole, como herramienta, la posibilidad de registrar espacialmente la inventiva humana, para su posterior reelaboración y nuevo registro. Esta espiral creciente del conocimiento nos introdujo de lleno en el siglo XXI.
Quizá el bibliotecario, que contribuyó a la creación de la Universitas, esté llamado a participar activamente de la más Universal de la Bibliotecas, la Biblioteca Global, la Biblioteca Total, que imaginara hace tiempo ya, un tal Borges.
(*) Guillermo Elías
Es profesor en Enseñanza Primaria, Bibliotecario Nacional y Locutor Nacional de Radio y TV. Actualmente se desempeña como Maestro Bibliotecario del Colegio Champagnat y de la Escuela Nº 1 DE 1º “Juan José Castelli” y es profesor de las Cátedras de “Psicología, Estética y Formación del Lector” e “Historia del Libro y de las Bibliotecas” en la Escuela Nacional de Bibliotecarios de la Biblioteca Nacional y de “Psicología del Lector” en el IFTS Instituto de Formación Técnica (Bibliotecología) del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Cita bibliográfica:
ELIAS, Guillermo C. "La nueva misión del bibliotecario, en tiempos de la Biblioteca Total". Revista CONSUDEC. Año: XLV, marzo de 2009, núm. 1079.
Por: Guillermo C. Elías (*)
Maestro Bibliotecario
El vasto patio colonial le da a la biblioteca un aire casi medioeval, un silencio que todo lo invade, muerde el oído acostumbrado a la vorágine de la vida moderna. De repente, con la mirada perdida en no se qué tortuoso tratado de filosofía, recuerdo otra sentencia, pronunciada por Don Juan Carlos Dávalos: “El oficio más parecido al de Bibliotecario es el de panteonero”. ¡Cuánto pensamiento cuidadosamente disecado, catalogado y clasificado! Una espera que se asemeja a una eternidad une a estos destinos. ¿Qué lector devolverá, al menos, por unos instantes, la vida a la palabra muerta?
¿Qué cerebro pergeñó las ideas aquí escritas y qué cerebro reelaborará la idea?
Mi atención repara en un objeto que resulta chocante, intruso en aquel ensueño y que cumple hoy con el objeto de fusionar a las antípodas del pensamiento.
Aquel inexplicable artificio, milagro de la automatización, es manipulado por una paciente bibliotecaria. Un insignificante cable une este recinto con un vasto universo, tan vasto, como nos es dado imaginar. Un simple click corporiza ante sus sentidos en forma inmediata los más complejos documentos, puede leer en bibliotecas digitales, visualizar una película antigua o nueva, ver fotografías, los periódicos del día y los anteriores, ver TV en vivo, y hasta armar su propio informativo, eligiendo las noticias de su interés, escuchar radio y músicas desde los orígenes del registro sonoro, hallar documentos históricos, leer mapas antiguos y modernos, imágenes satelitales, biografías, estadísticas, información general, consultar otras bibliotecas, visitar lugares remotos, importar y exportar información, jugar, imprimir, copiar, consultar para establecer el precio de un objeto, comprar , vender, chatear, hablar y ver a otra persona… ¿Quién devolverá el tiempo perdido a los inmigrantes de 1880 que murieron sin volver a reencontrarse con sus seres queridos?
Pensar que hasta no hace más de veinte años, establecer una comunicación interurbana en nuestro país requería de la intervención de una operadora, la demora de no menos de una o dos horas y de la benevolencia del clima.
El impacto producido por estas nuevas tecnologías de la información, resintió a la industria editorial, en especial a la de enciclopedias en papel, al correo tradicional, a las compañías fonográficas, cinematográficas y de comunicaciones. Hasta la relación entre médico y paciente es otra, pues la consulta, ilustrada por Internet, ya tiene diagnóstico y hasta los remedios y tratamientos sugeridos, que el paciente expone en “forma académica”ante el asombro del facultativo.
Desde hace tiempo se habla de la globalización, fenómeno acelerado drásticamente por Internet, cuyo efecto va borrando costumbres locales e incorporándonos paulatinamente a una visión global, pero que contradictoriamente exacerba el individualismo, cada lector elige qué leer y qué consumir. Es notable ver, como ha cambiado la moda, al caminar por las calles de las grandes ciudades, es imposible ver a dos personas vestidas de la misma manera, y poco probable es que el diseño de una prenda se repita…
Esa drástica puesta en escena del individuo, ha re-creado al lector autónomo, que reconoce su limitación primera, su escasa disponibilidad de tiempo para abarcar siquiera un fragmento del pensamiento humano. Paradójicamente el hombre ya no estudia para vivir, ni siquiera vive para estudiar, sino que vive para seleccionar…
De repente la quietud de mis pensamientos es interrumpida por un súbito movimiento, la bibliotecaria se incorpora y exclama “Todo, todo está en la Red”, ha encontrado la información que he venido a buscar, las palabras de mi interlocutora traen a mi memoria los párrafos de un tal Borges, que hace ya algunos años sospechó la materialización de “La biblioteca total”. “Todo estará en sus ciegos volúmenes. Todo: la historia minuciosa del porvenir, los egipcios de Esquilo, el número preciso de veces que las aguas de Ganges han reflejado el vuelo de un halcón, el secreto y verdadero nombre de Roma, la enciclopedia que hubiera edificado Novalis, mis sueños y entresueños en el alba del catorce de agosto de 1934….”
Aquí está lo que buscaba Profesor…lo encontré en la Wikipedia…aunque dicen que no es una publicación seria…
Y sin embargo es la tarea enciclopédica más grande que haya realizado el hombre, ni el propio Novalis la hubiera soñado, contiene unos diez millones de artículos y está disponible en 253 idiomas. La revista Científica Nature declara que la Wikipedia es casi tan exacta como la Encyclopaedia Británica en artículos científicos.
¿Cuál será el futuro del soporte papel? ¿El criterio ecológico se impondrá? U otra razón, como la paulatina desaparición del espacio disponible para biblioteca en nuestras casas.
El libro digital, es un experimento más, que realiza la humanidad como soporte de ideas.
La imprenta venció en otros tiempos al manuscrito, el pergamino al papiro, el papel al pergamino y el códice al rollo.
Cuando exista, la primera generación de humanos sin contacto con el papel, estaremos viviendo la plenitud del nuevo soporte digital. Es que los que vivimos en la era del libro, no podemos desprendernos de la tradición y eficacia del papel que a lo largo de casi dos milenios ha servido como registro y propulsor de los cambios más significativos experimentados por el hombre.
En esta nueva coyuntura, ¿cuál será la nueva misión del bibliotecario?
En el germen mismo de la profesión ha estado la de poner orden al caos. Convertir una parva de libros en una biblioteca es una tarea que demanda tiempo, constancia y paciencia. Ese orden a lo anárquico se extiende ahora a una nueva tarea, la búsqueda bibliográfica en la Red Global, para la que deberá diseñar estrategias de selección que arrojen resultados pertinentes y eficaces, evitando las hordas de publicaciones inconsistentes o irrelevantes.
Otras de sus nuevas tareas consistirán: en contribuir eficazmente a la Formación de Usuarios, con el objeto de lograr lectores competentes y autónomos, la automatización de catálogos que deberá realizar mediante la dirección de bibliotecas madre, que permitan la importación y exportación de fichas catalográficas normalizadas y confiables, abreviando la tarea de la carga de datos y la escandalosa duplicación del trabajo. No se puede estar eternamente catalogando “Platero y Yo” de Juan Ramón Jiménez, si la Red permite copiar estos datos. Ni condenado a la perpetuidad de estar siempre al inicio, como en el mito de Sísifo.
Tal vez la tarea más trascendente, sea la de seleccionar y procesar los documentos que existan en su biblioteca, que a su criterio sean relevantes y no estén disponibles en la red, para contribuir en la formación de esta Biblioteca Total.
Existe la idea de que las nuevas tecnologías eclipsarán a la labor del bibliotecario. Por el contrario podemos demostrar, que es una de las profesiones que más cambios deberá afrontar, y que sus ocupaciones se han visto enriquecidas y diversificadas. Basta ahora aprovechar la experiencia, reunida a lo largo de los siglos, por la profesión bibliotecaria y aplicarla a las nuevas formas y soportes del pensamiento.
Es probable que la Biblioteca haya sido el origen de la Universitas, brindándole, como herramienta, la posibilidad de registrar espacialmente la inventiva humana, para su posterior reelaboración y nuevo registro. Esta espiral creciente del conocimiento nos introdujo de lleno en el siglo XXI.
Quizá el bibliotecario, que contribuyó a la creación de la Universitas, esté llamado a participar activamente de la más Universal de la Bibliotecas, la Biblioteca Global, la Biblioteca Total, que imaginara hace tiempo ya, un tal Borges.
(*) Guillermo Elías
Es profesor en Enseñanza Primaria, Bibliotecario Nacional y Locutor Nacional de Radio y TV. Actualmente se desempeña como Maestro Bibliotecario del Colegio Champagnat y de la Escuela Nº 1 DE 1º “Juan José Castelli” y es profesor de las Cátedras de “Psicología, Estética y Formación del Lector” e “Historia del Libro y de las Bibliotecas” en la Escuela Nacional de Bibliotecarios de la Biblioteca Nacional y de “Psicología del Lector” en el IFTS Instituto de Formación Técnica (Bibliotecología) del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Cita bibliográfica:
ELIAS, Guillermo C. "La nueva misión del bibliotecario, en tiempos de la Biblioteca Total". Revista CONSUDEC. Año: XLV, marzo de 2009, núm. 1079.
Comentarios
Publicar un comentario