Fuente: El día
Las bibliotecas populares de la Ciudad atraviesan, según aseguran sus dirigentes, el “peor momento” de su historia. Con el riesgo concreto de no poder continuar con su presencia en los barrios, piden a gritos que las administraciones provincial y municipal vuelvan a hacerse cargo de los subsidios que sostienen la mayor parte de su actividad.
Nucleadas en la Federación de Instituciones Culturales y Deportivas de La Plata, son unas 35 las bibliotecas populares reconocidas por la Municipalidad. En líneas generales, reciben subvenciones de la Conabip, que desde la Nación les envía libros y partidas de dinero una o dos veces al año para afrontar costos de funcionamiento cotidiano; de la dirección de Bibliotecas de la provincia de Buenos Aires, que se encarga del pago del sueldo de la bibliotecaria - $6.600 -; y de la Comuna, que aporta $3.080 por mes, también para gastos corrientes.
El último subsidio provincial lo percibieron en diciembre último y el comunal mucho antes, en julio de 2015, según denuncian las entidades que cumplen un rol por demás importante en los planos cultural y social de los barrios. “Hay bibliotecas que hasta ahora han podido, con un esfuerzo enorme de sus comisiones directivas, pagar el sueldo a su bibliotecaria, y otras que para el próximo mes o sus bibliotecarias van gratis o directamente cierran”, precisó Graciela de Solari, la presidenta de la biblioteca popular Gonnet - Bell, situada en las calles 15 y 490, y con aproximadamente 300 socios.
La Federación de Instituciones encaró varias gestiones en el Municipio con la intención de cobrar la deuda (alrededor de 30 mil pesos por entidad) y de volver a recibir, mes por mes, la subvención que dejaron de pagar en julio pasado.
“Creemos que estamos frente a una trampa: en el Municipio nos hicieron reempadronar y abrieron un nuevo expediente con otro número. Nos pagaron mayo, pero queda pendiente la deuda. Dicen que le corresponde a la gestión anterior, pero ¿qué pasa con enero, febrero, marzo y abril?”, planteó un dirigente de la Federación.
Las bibliotecas populares fueron fundándose en la Argentina a partir de 1870 y nacieron por la necesidad de leer de los pueblos. Con los años, se multiplicaron en todos los rincones del país y hoy, además de adaptarse, con las nuevas tecnologías, a las exigencias de la época, cumplen una función esencial, pues en esos espacios dedicados a la lectura y el préstamo de textos suelen dictarse talleres, brindar clases de apoyo escolar a los chicos del barrio y desarrollar otras actividades culturales.
“En la mayoría de los casos una sola biblioteca cubre los requerimientos de 10 ó 15 escuelas de su zona - comentó la integrante de una institución -. Nosotros visitamos los colegios, hablamos con las maestras y a la hora de adquirir material tenemos en cuenta las necesidades de esos establecimientos educativos”.
Estas instituciones también se solventan con el aporte de los socios, pero no es mucho lo que pagan los vecinos para retirar libros, pues, según la biblioteca recibe de cuota por vecino o grupo familiar entre $10 y $30.
Sobran ejemplos del esfuerzo de algunos dirigentes por mantener viva la esencia de las bibliotecas populares. En la Tupac Amarú, dedicada al público infantil y juvenil y emplazada en 504 entre 9 y 10, con el subsidio municipal siempre se pagó el alquiler del local, que por estos días ronda los $3.500. Como no están contando con esos fondos, son los integrantes de la comisión directiva quienes sacan dinero de sus bolsillos todos los meses para no perder el espacio.
Comentarios
Publicar un comentario