En septiembre se publicó en Argentina El niño que se olvidó de dormir, primer libro del español Rush Smith, editado por Alfaguara y abriendo la puerta a un oscuramente onírico lugar. Gentileza de Penguin Random House.
Por Morena Fournier
Siempre me dio curiosidad qué hace a un texto “juvenil”, por qué una editorial clasificaría así una novela. ¿Implica esto que no es apto para adultos? ¿Lo escriben lxs autorxs pensando exclusivamente en pre adolescentes o niñxs? ¿Se trata de la forma en la que está escrito, de los temas que desarrolla? ¿Tiene que ser el protagonista un/a chicx de la edad del/la lector/a al que se supone que va dedicada?
Estas y algunas otras preguntas aparecían en mi mente mientras leía el primer libro de Rush Smith. No es la primera vez que me pasa: en mi adolescencia se me despertó una hambrienta curiosidad por todas aquellas historias “infanto-juveniles” que no había leído, creyendo que se me estaba pasando al hora. Entonces me cruce con la cara más oscura de las historias infantiles, Andersen y Alcott traumándome tardíamente. La crueldad de la consabida literatura infantil clásica me sorprendió, pero la contemporánea a veces dejaba mucho que desear. La fina línea entre tratar al lector como un idiota e intentar hablar su “idioma”.
Por otro lado, está el asunto de los gustos que más se desarrollan en cuanto a géneros a ciertas edades: si bien siempre fui más amiga de las historias de amor (más traumas por aquí), era más común encontrar fanáticos del terror o de las sagas épicas. Lamentablemente siempre fui miedosa y con una imaginación un poco extrema, no apta para historias de miedo. Pero lo que vende, vende, y la oscuridad de esas historias atrae a los niñosjóvenesadultos como un imán.
Entonces vuelvo a Rush Smith y El niño que se olvidó de dormir. Penguin Random House entre los primeros títulos de su catálogo infantil y juvenil de septiembre, una tapa negra y llamativa entre tantos colores. Un titulo sombrío, como las caras de niñxs ojerosos y de ojos cerrados, mientras en el medio un par de pupilas pequeñas y negras te observan. “¿Hasta qué punto un niño puede tenerles miedo a sus propias pesadillas?¿Cuánto tiempo sería capaz de aguantar sin dormir?”, reza la contra tapa.
El libro empieza con historias casi independientes. Historias normales que se ven interrumpidas por algo completamente extraño, cuyos - muchas veces adultos- protagonistas tratarán de entender lógicamente (cuándo no), y no sera posible. Estas historias independientes empezarán a deslizar un hilo conector, pequeñas llamadas que te devolverán a un cuento anterior. Entonces empieza el juego, ¿cuál es la pista que encontraré en la próxima historia? ¿Dónde está la conexión y por qué? Todos esos pequeños relatos se conectarán en una sola y gran historia, como si de ramificaciones de un río desembocando en el cauce mayor se trataran. Esta manera de desarrollar el libro, convirtiéndolo en un pequeño juego, te vuelve deliciosamente cómplice.
Se trata, además, de un ir y venir entre la realidad y las pesadillas. Los vuelcos surrealistas descolocan, causando primero gracia, pero rotando lentamente hacia la oscuridad absoluta. ¿Terror? No se si el objetivo sea el miedo, pero el escalofrío es inevitable. Los giros perversos que toman algunas historias pueden dejarte con la boca abierta si no estás atentx.
Toda esta magia viene acompañada con las ilustraciones de Adolfo Serra, condimento clave por la calidad y la propia oscuridad con la que cuenta.
Una y otra vez me pregunté para qué edad estaría pensado ese libro. ¿Nueve, diez años? Puede que sea muy poco. ¿Catorce, quince? Puede que sea demasiado. No llegué a una conclusión puntual al respecto. Y es que esa es otra característica del libro, no sé hasta qué punto pueda ser destinado a una única franja etaria.
Porque Rush Smith es un autor jovén, youtuber, músico. Mediático de los nuevos. En su canal podrán encontrar cantidad de videos, algunos interesantes. En línea general, estos “nuevos famosos” no me caen bien, pero Rush Smith hace un poco la excepción. Raro el muchacho, el tema de las pesadillas, los sueños y los traumas de chiquito parecen salir seguido. Esto explica muchas cosas. Es probable que a la hora de escribir estas historias, le haya sido sencillo colocarse en el lugar de niño lector. Su manera simple de contar las historias, los guiños a Edgard Allan Poe, las palabras justas y la imaginación por demás, vuelven al todo un éxito total.
Finalmente, el mensaje es tan dulce que despoja al libro de toda la oscuridad que carga. Increíblemente, Rush Smith pareciera colocar un rayo de luz en el medio de todo ese perturbador relato, cerrándolo con una especie de moraleja eficaz y directa, difícil de esquivar. Algo así como si lentamente te sacara, con la mayor dulzura, de la pesadilla en la que el mismo te metió. Vale la pena emprender esa aventura, y por qué no, sentirse un ratito lector juvenil.
Datito de color
Rush Smith realizó un corto basado en uno de los capítulos. Si bien el video no carga con el horror que la imaginación propia puede darle, ya que cuenta con un tamiz más infantil, es interesante ver personificados algunos de los personajes que forman parte del libro. Se trata de su primer cortometraje. Además, ese cuento en especial me pareció excelente. Pueden verlo haciendo click aquí.
Otra veta artística de Rush es la música, y siguiendo con esto de explotar al máximo el potencial de El niño que se olvidó de dormir, acá les dejo la canción.
Sobre el autor*
Rush Smith es un YouTuber vlogger/músico de 30 años que reside en Madrid, España aunque él es de el Prat del Llobregat (Barcelona).
Rush Smith es su nombre artístico. La historia que el relata trata de que una estrellada noche de un caluroso Agosto vio caer una estrella a punto de morir. La forma más fácil de salvarlas es intercambiar nombres. Entonces La estrella se llama Jaume Rojo y él, Rush Smith.
Véase además
Me gusta leer Argentina
Canal de Youtube de Rush Smith
*Biografía tomada de http://es.youtube.wikia.com/wiki/Rush_Smith
Por Morena Fournier
Siempre me dio curiosidad qué hace a un texto “juvenil”, por qué una editorial clasificaría así una novela. ¿Implica esto que no es apto para adultos? ¿Lo escriben lxs autorxs pensando exclusivamente en pre adolescentes o niñxs? ¿Se trata de la forma en la que está escrito, de los temas que desarrolla? ¿Tiene que ser el protagonista un/a chicx de la edad del/la lector/a al que se supone que va dedicada?
Estas y algunas otras preguntas aparecían en mi mente mientras leía el primer libro de Rush Smith. No es la primera vez que me pasa: en mi adolescencia se me despertó una hambrienta curiosidad por todas aquellas historias “infanto-juveniles” que no había leído, creyendo que se me estaba pasando al hora. Entonces me cruce con la cara más oscura de las historias infantiles, Andersen y Alcott traumándome tardíamente. La crueldad de la consabida literatura infantil clásica me sorprendió, pero la contemporánea a veces dejaba mucho que desear. La fina línea entre tratar al lector como un idiota e intentar hablar su “idioma”.
Por otro lado, está el asunto de los gustos que más se desarrollan en cuanto a géneros a ciertas edades: si bien siempre fui más amiga de las historias de amor (más traumas por aquí), era más común encontrar fanáticos del terror o de las sagas épicas. Lamentablemente siempre fui miedosa y con una imaginación un poco extrema, no apta para historias de miedo. Pero lo que vende, vende, y la oscuridad de esas historias atrae a los niñosjóvenesadultos como un imán.
Entonces vuelvo a Rush Smith y El niño que se olvidó de dormir. Penguin Random House entre los primeros títulos de su catálogo infantil y juvenil de septiembre, una tapa negra y llamativa entre tantos colores. Un titulo sombrío, como las caras de niñxs ojerosos y de ojos cerrados, mientras en el medio un par de pupilas pequeñas y negras te observan. “¿Hasta qué punto un niño puede tenerles miedo a sus propias pesadillas?¿Cuánto tiempo sería capaz de aguantar sin dormir?”, reza la contra tapa.
El libro empieza con historias casi independientes. Historias normales que se ven interrumpidas por algo completamente extraño, cuyos - muchas veces adultos- protagonistas tratarán de entender lógicamente (cuándo no), y no sera posible. Estas historias independientes empezarán a deslizar un hilo conector, pequeñas llamadas que te devolverán a un cuento anterior. Entonces empieza el juego, ¿cuál es la pista que encontraré en la próxima historia? ¿Dónde está la conexión y por qué? Todos esos pequeños relatos se conectarán en una sola y gran historia, como si de ramificaciones de un río desembocando en el cauce mayor se trataran. Esta manera de desarrollar el libro, convirtiéndolo en un pequeño juego, te vuelve deliciosamente cómplice.
Se trata, además, de un ir y venir entre la realidad y las pesadillas. Los vuelcos surrealistas descolocan, causando primero gracia, pero rotando lentamente hacia la oscuridad absoluta. ¿Terror? No se si el objetivo sea el miedo, pero el escalofrío es inevitable. Los giros perversos que toman algunas historias pueden dejarte con la boca abierta si no estás atentx.
Toda esta magia viene acompañada con las ilustraciones de Adolfo Serra, condimento clave por la calidad y la propia oscuridad con la que cuenta.
Una y otra vez me pregunté para qué edad estaría pensado ese libro. ¿Nueve, diez años? Puede que sea muy poco. ¿Catorce, quince? Puede que sea demasiado. No llegué a una conclusión puntual al respecto. Y es que esa es otra característica del libro, no sé hasta qué punto pueda ser destinado a una única franja etaria.
Porque Rush Smith es un autor jovén, youtuber, músico. Mediático de los nuevos. En su canal podrán encontrar cantidad de videos, algunos interesantes. En línea general, estos “nuevos famosos” no me caen bien, pero Rush Smith hace un poco la excepción. Raro el muchacho, el tema de las pesadillas, los sueños y los traumas de chiquito parecen salir seguido. Esto explica muchas cosas. Es probable que a la hora de escribir estas historias, le haya sido sencillo colocarse en el lugar de niño lector. Su manera simple de contar las historias, los guiños a Edgard Allan Poe, las palabras justas y la imaginación por demás, vuelven al todo un éxito total.
Finalmente, el mensaje es tan dulce que despoja al libro de toda la oscuridad que carga. Increíblemente, Rush Smith pareciera colocar un rayo de luz en el medio de todo ese perturbador relato, cerrándolo con una especie de moraleja eficaz y directa, difícil de esquivar. Algo así como si lentamente te sacara, con la mayor dulzura, de la pesadilla en la que el mismo te metió. Vale la pena emprender esa aventura, y por qué no, sentirse un ratito lector juvenil.
Datito de color
Rush Smith realizó un corto basado en uno de los capítulos. Si bien el video no carga con el horror que la imaginación propia puede darle, ya que cuenta con un tamiz más infantil, es interesante ver personificados algunos de los personajes que forman parte del libro. Se trata de su primer cortometraje. Además, ese cuento en especial me pareció excelente. Pueden verlo haciendo click aquí.
Otra veta artística de Rush es la música, y siguiendo con esto de explotar al máximo el potencial de El niño que se olvidó de dormir, acá les dejo la canción.
Sobre el autor*
Rush Smith es un YouTuber vlogger/músico de 30 años que reside en Madrid, España aunque él es de el Prat del Llobregat (Barcelona).
Rush Smith es su nombre artístico. La historia que el relata trata de que una estrellada noche de un caluroso Agosto vio caer una estrella a punto de morir. La forma más fácil de salvarlas es intercambiar nombres. Entonces La estrella se llama Jaume Rojo y él, Rush Smith.
Véase además
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Canal de Youtube de Rush Smith
*Biografía tomada de http://es.youtube.wikia.com/wiki/Rush_Smith
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