Para fomentar la lectura, en un barrio ponen bibliotecas hasta en las carnicerías

En Martínez, partido de San Isidro. Un centro cultural las instaló en varios comercios. La gente deja libros y los que quieren leerlos pueden llevárselos.

¿Quieres leer? Que nada te lo impida...

Que Martínez tiene una movida cultural importante no es noticia para los vecinos de la zona Norte del Gran Buenos Aires. Pero sí lo es una idea para fomentarla, que puso en marcha un grupo de comerciantes y vecinos en conjunto con el Centro Cultural Ciudad Activa. Comenzaron un proyecto que busca impulsar la lectura y la cultura: “Bibliotecas Solidarias”. Se trata de pequeños puestos con libros que colocaron en distintos comercios y a los cuales todos pueden acceder.

La idea comenzó a tomar forma durante el invierno y para octubre ya habían instalado las primeras cuatro bibliotecas. “El objetivo es conformar un circuito cultural visible en Martínez y este proyecto es el punto de partida. En este mes y medio ya conseguimos colocar quince bibliotecas”, asegura Jorge Álvarez, miembro fundador del Centro Cultural. Hoy, entre los comercios participantes hay, por ejemplo, una pinturería, una carnicería y verdulería, una bicicletería, un bar-restorán, una peluquería y una farmacia.

Las pequeñas estanterías fueron fabricadas con cajones de manzanas y naranjas que les donaron verdulerías de la zona, y luego intervenidos por quienes impulsaron el proyecto. Una de ellas, es Sol Echeverría Freixas, dueña de “Frida, Violeta y yo”, un restorán ubicado en Diagonal Salta 1153, entre Cuyo y Libertad, y además, el primero que abrió sus puertas para dar comienzo formal a esta propuesta.

“Casi todas las personas que vienen a comer se llevan un libro y luego se acercan con nuevos ejemplares”, afirma y asegura que ya son más de 50 las obras que allí se encuentran.

Un centro cultural de Martínez armó bibliotecas en los negocios del barrio que los vecinos retiren y lleven libros.
En su caso, la biblioteca está colocada en la vereda de su comercio. Y Echeverría se sorprende por la respuesta de la gente. “Mujeres mayores que pasan luego de hacer compras se animan a revisar la biblioteca y siempre se llevan algo. Lo mejor es que después vuelven con nuevos títulos para sumar a la colección”, dice.

Los primeros ejemplares fueron donados por vecinos a través de una campaña de recolección que realizaron desde el Centro Cultural. Pero Álvarez explica que eso fue sólo el puntapié inicial. “Cualquiera que quiera donar sus libros puede hacerlo, eso nos ayudaría a abrir nuevas bibliotecas en otros comercios. Nuestra idea es poder llegar a las 30 en el verano”, dice.

De la misma manera lo vive la familia Mosqueira en la bicicleteria “El Angel”, ubicada en Edison 819. Allí, la respuesta es la misma que en los demás comercios: los vecinos se sumaron a la movida y después de leer, vuelven con más obras. “La gente se pone muy contenta cuando ve los libros. Cuando esperan que arreglemos las bicis o vienen a comprar algo y tienen que esperar, toman un libro, lo empiezan a leer y en la mayoría de los casos terminan llevándolos a sus casas”, comenta Ángel, hijo del dueño del local.

Fuente: Clarín


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