Florencia Werchowsky publicó su segundo libro, Las bailarinas no hablan, a principios de febrero. Siguiendo el formato de tapa comic que distiende la seriedad de la trama, en esta ocasión crea una ficción basada en otra parte de su vida: su época como bailarina clásica del Teatro Colón.
Por Morena Fournier
En 2013, Florencia publicó su primer novela “El telo de papá”, tomando como base un hecho real (el padre fue dueño del primer albergue transitorio en un pueblo del sur) y distorsionándolo con salpicaduras ficcionales. Siguiendo un camino similar, este segundo libro comienza con otra parte de su vida: cuando siendo una jovencísima bailarina de doce años se muda a Buenos Aires para dedicarse a la danza clásica.
A partir de ahí, Florencia despliega talento, imaginación y crítica. Narrado en primera persona, la historia comienza desde el lugar de esa niña, sus observaciones y movimientos. Entonces nos sumerge en ese otro baile, detrás y debajo de las tablas: cómo es el ritmo de vida, la coreografía cotidiana que tiene que hacer una persona que dedica su vida a una profesión adulta siendo todavía pequeña, creciendo y desarrollándose como la mayoría de la gente lo haría a partir de los dieciocho años. También está el desarraigo y la adaptación, pasar de una vida de pueblo alejado al vértigo de la ciudad, de un lugar donde todos se conocen a otro donde no sos nadie, para finalmente sentirse ajena en todas partes.
Pero a medida que el libro avanza y Florencia crece (Florencia el personaje, no la autora), las cosas de encrudecen. La competición constante, la frustración temprana, el asumirse como un fracaso exitoso (al mejor estilo Carrie Fisher “Una talentosa del fracaso. Yo fracaso con estilo y con elegancia”), se cruza con los vaivenes políticos de una institución abandonada y problemática: el sueño cumplido se ve opacado por la realidad del abandono estatal, la precarización laboral, la falta de reconocimiento a la labor artística, los problemas edilicios, los conflictos sindicales.
Una mirada un poco sorpresiva sobre la vida de las bailarinas, no tan Natalie Portman o Julia Stilies, sino más amplia, me atrevo a decir que más profesional. Florencia Werchoswsky (ahora sí, la autora) declaró hace poco en una nota a Telam sobre esto “Una de mis intenciones era mostrar que el mundo de las bailarinas es mucho más rico que el mundo cisne negro que se cuenta”. Y este objetivo se fusiona con talento y responsabilidad, porque el estilo narrativo se percibe trabajado a conciencia.
Aunque no sólo se trata de ella. También despliega personajes ricos e interesantes, que despiertan bronca o cariño; historias que dejan en evidencia esas aristas de la carrera artística. Algunos hasta generan ciertas dudas, no es seguro si se trata de ficción o realidad. Hay un juego constante que ameritaría la aclaración de “cualquier parecido con la realidad es casual”, como para evitar algunos problemas.
Sobre todo es un libro visual, casi capturado en escenas. Recortes de noticias que contextualizan, momentos narrados en escenas que te hacen visualizar el libro como una serie de imágenes que resumen no sólo la vida de una bailarina del Colón, sino también de las políticas de un país. El equilibrio entre una buena novela ficcional y una necesaria crítica social y política. Algunas bailarinas no sólo hablan, sino que tiene mucho para decir.
Por Morena Fournier
En 2013, Florencia publicó su primer novela “El telo de papá”, tomando como base un hecho real (el padre fue dueño del primer albergue transitorio en un pueblo del sur) y distorsionándolo con salpicaduras ficcionales. Siguiendo un camino similar, este segundo libro comienza con otra parte de su vida: cuando siendo una jovencísima bailarina de doce años se muda a Buenos Aires para dedicarse a la danza clásica.
A partir de ahí, Florencia despliega talento, imaginación y crítica. Narrado en primera persona, la historia comienza desde el lugar de esa niña, sus observaciones y movimientos. Entonces nos sumerge en ese otro baile, detrás y debajo de las tablas: cómo es el ritmo de vida, la coreografía cotidiana que tiene que hacer una persona que dedica su vida a una profesión adulta siendo todavía pequeña, creciendo y desarrollándose como la mayoría de la gente lo haría a partir de los dieciocho años. También está el desarraigo y la adaptación, pasar de una vida de pueblo alejado al vértigo de la ciudad, de un lugar donde todos se conocen a otro donde no sos nadie, para finalmente sentirse ajena en todas partes.
Pero a medida que el libro avanza y Florencia crece (Florencia el personaje, no la autora), las cosas de encrudecen. La competición constante, la frustración temprana, el asumirse como un fracaso exitoso (al mejor estilo Carrie Fisher “Una talentosa del fracaso. Yo fracaso con estilo y con elegancia”), se cruza con los vaivenes políticos de una institución abandonada y problemática: el sueño cumplido se ve opacado por la realidad del abandono estatal, la precarización laboral, la falta de reconocimiento a la labor artística, los problemas edilicios, los conflictos sindicales.
Una mirada un poco sorpresiva sobre la vida de las bailarinas, no tan Natalie Portman o Julia Stilies, sino más amplia, me atrevo a decir que más profesional. Florencia Werchoswsky (ahora sí, la autora) declaró hace poco en una nota a Telam sobre esto “Una de mis intenciones era mostrar que el mundo de las bailarinas es mucho más rico que el mundo cisne negro que se cuenta”. Y este objetivo se fusiona con talento y responsabilidad, porque el estilo narrativo se percibe trabajado a conciencia.
Aunque no sólo se trata de ella. También despliega personajes ricos e interesantes, que despiertan bronca o cariño; historias que dejan en evidencia esas aristas de la carrera artística. Algunos hasta generan ciertas dudas, no es seguro si se trata de ficción o realidad. Hay un juego constante que ameritaría la aclaración de “cualquier parecido con la realidad es casual”, como para evitar algunos problemas.
Sobre todo es un libro visual, casi capturado en escenas. Recortes de noticias que contextualizan, momentos narrados en escenas que te hacen visualizar el libro como una serie de imágenes que resumen no sólo la vida de una bailarina del Colón, sino también de las políticas de un país. El equilibrio entre una buena novela ficcional y una necesaria crítica social y política. Algunas bailarinas no sólo hablan, sino que tiene mucho para decir.
Sobre la autora
Florencia Werchowsky se formó como bailarina clásica en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Luego ejerció el periodismo en el diario Clarín, la revista TXT y la radio Metro, entre otros medios. Su primera novela, El telo de papá, fue publicada por Reservoir Books en 2013.*
*Tomado de solapa de Las bailarinas no hablan. Buenos Aires: PRH, 2017.
Véase además
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