Es un proyecto de la Biblioteca Popular Hugo Berbel, del barrio Villa Florencia (Provincia de Neuquén), inspirado en experiencias similares de España, Portugal y Brasil.
"Mis dos cosas favoritas son las bibliotecas y las bicicletas; ambas mueven a la gente hacia adelante sin malgastar nada". Con esa frase de Peter Golkin como premisa, Neuquén inaugurará esta primavera la primera bicicloteca del país, que recorrerá plazas y balnearios con libros gratis para compartir.
Es un proyecto de la Biblioteca Popular Hugo Berbel, del barrio Villa Florencia (Provincia de Neuquén), inspirado en experiencias similares de España, Portugal y Brasil. Miguel Savone, presidente de la institución, fue quien trajo la idea de un viaje al exterior y estuvieron tres años buscando fondos para materializarla.
“La nuestra es distinta a todas, las que vi eran una extensión de la biblioteca normal y acá apostamos al libro libre, que es llevarse un ejemplar sin obligación de devolverlo y pasarlo a otro o traer el que tengan en casa”, explicó.
Fabricaron el modelo neuquino de forma artesanal y lo terminaron el 2 de junio, día en que celebraron su 24º aniversario. Lo presentaron en sociedad en medio de la fiesta.
La bicicloteca tiene tres ruedas para asegurar el equilibrio, está decorada con un motivo de libros que se transforman en palomas, donado por un diseñador local, y cuenta con lo indispensable para pasar el rato leyendo al aire libre: un equipo de mate en el canasto delantero, reposera, sombrilla, minimaletín de primeros auxilios y lonchera térmica.
Además, los biciclotecarios tendrán remeras y gorras distintivas, una banderita argentina en alto y una bocina para anunciar su paso, como los heladeros.
Los que trabajan en la Hugo Berbel ya tienen experiencia en salir a encontrarse con la gente y no esperarla detrás del mostrador. Fueron los impulsores de las paradas lectoras y de la mochila viajera de Pediatría en el Castro Rendón y están fabricando casitas de libros para plazas, que funcionarán como las heladeras solidarias pero con cuentos y poesías.
Para la bicicloteca ya consiguieron voluntarios de toda la ciudad, y por estos días Miguel está armando los recorridos. Para ir ganando tiempo, él y otro bibliotecario salieron a probarla varias tardes, aprendiendo los trucos de pedalear con un armario de libros a cuestas.
Comentó entusiasmado que en mayo, en la Feria del Libro de Buenos Aires, “hubo una reunión de bibliotecas de todo el país y nos enteramos de que somos los primeros en hacer esto, así que ojalá que la idea contagie”. Entre los libros que repartirán habrá ejemplares del programa Navegar Seguros, para adolescentes, y ediciones especiales para los más chiquitos, con texturas y sonidos.
Miguel confió que se reservó para sí el primer recorrido: “Y lo quiero hacer en el Paseo de la Costa, adonde voy todos los años a leer junto al río”. Ya imagina las caras de los vecinos cuando ingrese a la isla tocando la bocina e invitando a todos a compartir una lectura y unos mates.
Juntar la plata les llevó más de tres años
Cuando comenzaron con la bicicloteca, los colaboradores de la Hugo Berbel se dieron cuenta de que no tenían idea de cómo construirla. Pensaron en varios diseños hasta que un día una señora del equipo llevó una cajita de té, la puso sobre la mesa y sentenció: “Listo, la vamos a hacer así”.
La cajita era un rectángulo que se desplegaba en varias bandejas, que a todos les gustó. Ahí surgió el segundo inconveniente: conseguir el dinero. Estuvieron más de tres años buscando fondos. Se presentaron en concursos y siempre ganaba un proyecto más urgente desde lo social. Cuando, resignados, empezaron a planear una venta de empanadas, les avisaron desde la Oficina Provincial de Relaciones Institucionales que los iban a financiar.
Miguel Savone, presidente de la biblioteca, fue a ver al bicicletero para que le adaptaran una tricargo y después fue a mostrarle la cajita de té al herrero. Con la buena voluntad de ambos, el proyecto tomó forma.
Hoy, la cajita está guardada en un estante, como recuerdo del nacimiento de la primera bicicloteca de Neuquén.
Trabajan para instalarle wifi
En una segunda etapa, la bicicloteca neuquina tendrá una antena de wifi para llevar también sobre ruedas todas las lecturas disponibles a través de Internet. Se contactaron con algunos técnicos que están trabajando en esta idea. “Pensamos en un servicio de wifi que sea con una onda ecológica, con un panel solar, que parece que no es tan difícil de hacer”, explicó. Mientras tanto, ya hicieron una página de Facebook para los fans.
Fuente: La Mañana de Neuquén
Véase además:
Biblioteca Popular Hugo Berbel
El día que la biblioteca salió a pasear en bicicleta
La Biblioteca de Dallas se sube a la bicilibro
19 de abril: Día Mundial de la Bicicleta
Miguel Savone, presidente de la Biblioteca Hugo Berbel, se reservó para sí el primer viaje de la bicicloteca. (Foto: Sebastian Fariña Petersen) |
"Mis dos cosas favoritas son las bibliotecas y las bicicletas; ambas mueven a la gente hacia adelante sin malgastar nada". Con esa frase de Peter Golkin como premisa, Neuquén inaugurará esta primavera la primera bicicloteca del país, que recorrerá plazas y balnearios con libros gratis para compartir.
Es un proyecto de la Biblioteca Popular Hugo Berbel, del barrio Villa Florencia (Provincia de Neuquén), inspirado en experiencias similares de España, Portugal y Brasil. Miguel Savone, presidente de la institución, fue quien trajo la idea de un viaje al exterior y estuvieron tres años buscando fondos para materializarla.
“La nuestra es distinta a todas, las que vi eran una extensión de la biblioteca normal y acá apostamos al libro libre, que es llevarse un ejemplar sin obligación de devolverlo y pasarlo a otro o traer el que tengan en casa”, explicó.
Fabricaron el modelo neuquino de forma artesanal y lo terminaron el 2 de junio, día en que celebraron su 24º aniversario. Lo presentaron en sociedad en medio de la fiesta.
La bicicloteca tiene tres ruedas para asegurar el equilibrio, está decorada con un motivo de libros que se transforman en palomas, donado por un diseñador local, y cuenta con lo indispensable para pasar el rato leyendo al aire libre: un equipo de mate en el canasto delantero, reposera, sombrilla, minimaletín de primeros auxilios y lonchera térmica.
Además, los biciclotecarios tendrán remeras y gorras distintivas, una banderita argentina en alto y una bocina para anunciar su paso, como los heladeros.
Miguel está feliz con bicicloteca. (Foto: Sebastian Fariña Petersen) |
Los que trabajan en la Hugo Berbel ya tienen experiencia en salir a encontrarse con la gente y no esperarla detrás del mostrador. Fueron los impulsores de las paradas lectoras y de la mochila viajera de Pediatría en el Castro Rendón y están fabricando casitas de libros para plazas, que funcionarán como las heladeras solidarias pero con cuentos y poesías.
Para la bicicloteca ya consiguieron voluntarios de toda la ciudad, y por estos días Miguel está armando los recorridos. Para ir ganando tiempo, él y otro bibliotecario salieron a probarla varias tardes, aprendiendo los trucos de pedalear con un armario de libros a cuestas.
Comentó entusiasmado que en mayo, en la Feria del Libro de Buenos Aires, “hubo una reunión de bibliotecas de todo el país y nos enteramos de que somos los primeros en hacer esto, así que ojalá que la idea contagie”. Entre los libros que repartirán habrá ejemplares del programa Navegar Seguros, para adolescentes, y ediciones especiales para los más chiquitos, con texturas y sonidos.
Miguel confió que se reservó para sí el primer recorrido: “Y lo quiero hacer en el Paseo de la Costa, adonde voy todos los años a leer junto al río”. Ya imagina las caras de los vecinos cuando ingrese a la isla tocando la bocina e invitando a todos a compartir una lectura y unos mates.
Juntar la plata les llevó más de tres años
Cuando comenzaron con la bicicloteca, los colaboradores de la Hugo Berbel se dieron cuenta de que no tenían idea de cómo construirla. Pensaron en varios diseños hasta que un día una señora del equipo llevó una cajita de té, la puso sobre la mesa y sentenció: “Listo, la vamos a hacer así”.
La cajita era un rectángulo que se desplegaba en varias bandejas, que a todos les gustó. Ahí surgió el segundo inconveniente: conseguir el dinero. Estuvieron más de tres años buscando fondos. Se presentaron en concursos y siempre ganaba un proyecto más urgente desde lo social. Cuando, resignados, empezaron a planear una venta de empanadas, les avisaron desde la Oficina Provincial de Relaciones Institucionales que los iban a financiar.
Miguel Savone, presidente de la biblioteca, fue a ver al bicicletero para que le adaptaran una tricargo y después fue a mostrarle la cajita de té al herrero. Con la buena voluntad de ambos, el proyecto tomó forma.
Hoy, la cajita está guardada en un estante, como recuerdo del nacimiento de la primera bicicloteca de Neuquén.
Trabajan para instalarle wifi
En una segunda etapa, la bicicloteca neuquina tendrá una antena de wifi para llevar también sobre ruedas todas las lecturas disponibles a través de Internet. Se contactaron con algunos técnicos que están trabajando en esta idea. “Pensamos en un servicio de wifi que sea con una onda ecológica, con un panel solar, que parece que no es tan difícil de hacer”, explicó. Mientras tanto, ya hicieron una página de Facebook para los fans.
Fuente: La Mañana de Neuquén
Véase además:
Biblioteca Popular Hugo Berbel
El día que la biblioteca salió a pasear en bicicleta
La Biblioteca de Dallas se sube a la bicilibro
19 de abril: Día Mundial de la Bicicleta
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