Estos espacios culturales no sólo guardan libros que son testimonio de la historia, sino también la belleza de los arquitectos que las hicieron.
La funcionalidad de las bibliotecas ha ido más allá de resguardar colecciones y ponerlas a disposición del público. Sus salas también se han convertido en espacios donde el ser humano puede entrar en armonía con el espacio, apreciar las construcciones, además de cultivarse a través de la lectura.
Los palacios que albergan el conocimiento preservado en los libros a través de los años, han dejado de ser meras estructuras, las corrientes de un periodo artístico continúan vigentes y la modernidad renueva el concepto de construcción.
México tiene alrededor de 7,000 bibliotecas públicas que cubren más del 90% de su territorio, entre ellas destacan algunas que dejarían encantados a los amantes de la lectura y la arquitectura.
Una de ellas es la biblioteca ‘Fray Francisco de Burgoa’, que pertenece a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, y la cual fue la primera establecida en México. La entrada es por el convento de Santo Domingo, uno de los más importantes del siglo XVI; su construcción comenzó en 1575 y tardo décadas en concluirse. Se habitó a principios del siglo XVII por los dominicos.
La ‘Biblioteca Palafoxiana‘, situada en el centro histórico de Puebla, es un edificio patrimonio histórico y cultural de la humanidad en México, América Latina y España. Su construcción comenzó entre 1640 y 1655, lleva el nombre de su fundador, Juan de Palafox y Mendoza, virrey y obispo de esa época.
Protegida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) es considerada como la primera antigua biblioteca pública, orgullo del barroco y arquitectura colonial, aún conserva su mobiliario, estantería y acervo.
Está conformada por tres niveles, los primeros dos se construyeron en 1773 y almacenan libros relacionados con la religión, 70% de ellos escritos en latín. El tercer piso fue construido en 1850 y alberga obras en diversas lenguas como francés, español e inglés, por mencionar algunas. Además cuenta con un retablo en el fondo con una sección de libros prohibidos.
Otra de biblioteca que destaca es la ‘Biblioteca de México’, considerada por el escritor Mario Vargas Llosa como “la biblioteca más bella del siglo XXI”, fue inaugurada por José Vasconcelos en 1946 y remodelada en 1988, siendo hoy en día una de las bibliotecas públicas más grandes y antiguas de la Ciudad de México.
La construcción se encuentra en la Ciudadela y refleja el esplendor del siglo XVIII. En un principio el inmueble fue creado para la Real Fábrica de Tabaco de la Nueva España, y su edificación finalizó después de varias interrupciones en 1807.
Posteriormente, fue modificada a mediados de 1808 para servir como cárcel y en 1913 presencio el último cuartelazo en manos de las fuerzas antimaderistas, mejor conocida como La Decena Trágica. En el interior de sus salas se depositaron armas, municiones, además de medicinas para el servicio médico militar.
Fue declarado monumento histórico en 1931 y elegido para resguardar el Archivo general de la Nación en 1944, por el presidente Manuel Ávila Camacho. La última remodelación estuvo a cargo del arquitecto Abraham Zabludovsky, quien amplió los espacios, además de la instalación de cuatro grandes paraguas en los patios principales.
El arquitecto mexicano, Alberto Kalach, estuvo a cargo del diseño de la ‘Biblioteca José Vasconcelos’, inaugurada en 2006. Se encuentra en la colonia Buenavista, en la Ciudad de México, en un terreno de 37,692 metros cuadrados (m²), tiene una construcción de más de 44,000 m² y cuenta con 3 edificios alineados con 6 niveles cada uno.
Tiene capacidad para albergar a 5,000 personas diariamente, la estructura está conformada de acero, concreto, hormigón, mármol, vidrio y madera, rodeada de un jardín botánico en forma de laberinto. Cuenta con un auditorio en el que se realizan diversas actividades culturales para 500 personas.
Un rasgo distintivo en la biblioteca es el esqueleto de una ballena gris de más de once metros suspendida en el interior y que fue hallado en Baja California Sur, los huesos fueron intervenidos por el artista plástico Gabriel Orozco, la obra se titula ‘Mátrix Móvil’, considerada una pieza de arte única.
En el caso de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco ‘Juan José Arreola’, que se fundó el 24 de julio de 1861, posteriormente se le cambio el nombre a ‘Juan José Arreola’, en agradecimiento al tiempo que el escritor se desempeñó como director de la misma de 1991 a 2001.
La inspiración de la fachada, según el arquitecto Federico González Martínez, surgió de la colección de Lenguas Indígenas, acervo que fue reconocido la declaratoria Memoria del Mundo, otorgada por la UNESCO.
Es por eso que en cada uno de los dos edificios se aprecian líneas, las diagonales representan cinco lenguas muertas y las otras 17 representan a las que aún se hablan en México.
La Biblioteca “Raúl Rangel Frías”, también conocida como Biblioteca Magna Solidaridad, se ubica en la Universidad Autónoma de Nuevo León, fue diseñada por el arquitecto Ricardo Legorreta e inaugurada el 25 de septiembre de 1995; este año celebra su vigésimo segundo aniversario.
Su diseño lo hizo merecedor de la Medalla de Oro 2000, que es la máxima distinción otorgada por el American Institute of Architects. Cuenta con ocho niveles, seis de los cuales contienen obras muy importantes además de cinco galerías de las cuales algunas funcionan como museos.
En ella se han presentado 155 exhibiciones de diversas técnicas artísticas, nacionales e internacionales, como de Alemania, África, Italia, Bélgica, Estados Unidos, Japón, Francia, Perú, entre otras.
Finalmente, la Biblioteca Central de la UNAM, cuyo diseño estuvo a cargo de los arquitectos Gustavo María Saavedra y Juan Martínez de Velasco, inició su construcción en 1950 en un área total de 16,000 metros cuadrados. El 5 de abril de 1956 abrió sus puertas a la comunidad estudiantil de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Es uno de los símbolos más representativos de nuestro país en el mundo. Cuenta con 10 niveles, una sala de lectura ubicada en la parte inferior enmarcada con detalles de ónix para brindar mayor comodidad a los usuarios, relieves de deidades prehispánicas en sus paredes y un mural que cubre la fachada que cuenta pasajes de la historia de la conquista y la revolución dando paso a la modernidad.
Fuente: Centro Urbano
Véase además:
Biblioteca Fray Francisco de Burgoa
Biblioteca Palafoxiana
Biblioteca de México
Biblioteca José Vasconcelos
Biblioteca Pública del Estado de Jalisco Juan José Arreola
Biblioteca Raúl Rangel Frías
Biblioteca Central de la UNAM
La biblioteca más bella del siglo XXI
La funcionalidad de las bibliotecas ha ido más allá de resguardar colecciones y ponerlas a disposición del público. Sus salas también se han convertido en espacios donde el ser humano puede entrar en armonía con el espacio, apreciar las construcciones, además de cultivarse a través de la lectura.
Los palacios que albergan el conocimiento preservado en los libros a través de los años, han dejado de ser meras estructuras, las corrientes de un periodo artístico continúan vigentes y la modernidad renueva el concepto de construcción.
México tiene alrededor de 7,000 bibliotecas públicas que cubren más del 90% de su territorio, entre ellas destacan algunas que dejarían encantados a los amantes de la lectura y la arquitectura.
Una de ellas es la biblioteca ‘Fray Francisco de Burgoa’, que pertenece a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, y la cual fue la primera establecida en México. La entrada es por el convento de Santo Domingo, uno de los más importantes del siglo XVI; su construcción comenzó en 1575 y tardo décadas en concluirse. Se habitó a principios del siglo XVII por los dominicos.
Protegida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) es considerada como la primera antigua biblioteca pública, orgullo del barroco y arquitectura colonial, aún conserva su mobiliario, estantería y acervo.
Está conformada por tres niveles, los primeros dos se construyeron en 1773 y almacenan libros relacionados con la religión, 70% de ellos escritos en latín. El tercer piso fue construido en 1850 y alberga obras en diversas lenguas como francés, español e inglés, por mencionar algunas. Además cuenta con un retablo en el fondo con una sección de libros prohibidos.
La construcción se encuentra en la Ciudadela y refleja el esplendor del siglo XVIII. En un principio el inmueble fue creado para la Real Fábrica de Tabaco de la Nueva España, y su edificación finalizó después de varias interrupciones en 1807.
Posteriormente, fue modificada a mediados de 1808 para servir como cárcel y en 1913 presencio el último cuartelazo en manos de las fuerzas antimaderistas, mejor conocida como La Decena Trágica. En el interior de sus salas se depositaron armas, municiones, además de medicinas para el servicio médico militar.
Fue declarado monumento histórico en 1931 y elegido para resguardar el Archivo general de la Nación en 1944, por el presidente Manuel Ávila Camacho. La última remodelación estuvo a cargo del arquitecto Abraham Zabludovsky, quien amplió los espacios, además de la instalación de cuatro grandes paraguas en los patios principales.
Tiene capacidad para albergar a 5,000 personas diariamente, la estructura está conformada de acero, concreto, hormigón, mármol, vidrio y madera, rodeada de un jardín botánico en forma de laberinto. Cuenta con un auditorio en el que se realizan diversas actividades culturales para 500 personas.
Un rasgo distintivo en la biblioteca es el esqueleto de una ballena gris de más de once metros suspendida en el interior y que fue hallado en Baja California Sur, los huesos fueron intervenidos por el artista plástico Gabriel Orozco, la obra se titula ‘Mátrix Móvil’, considerada una pieza de arte única.
La inspiración de la fachada, según el arquitecto Federico González Martínez, surgió de la colección de Lenguas Indígenas, acervo que fue reconocido la declaratoria Memoria del Mundo, otorgada por la UNESCO.
Es por eso que en cada uno de los dos edificios se aprecian líneas, las diagonales representan cinco lenguas muertas y las otras 17 representan a las que aún se hablan en México.
Su diseño lo hizo merecedor de la Medalla de Oro 2000, que es la máxima distinción otorgada por el American Institute of Architects. Cuenta con ocho niveles, seis de los cuales contienen obras muy importantes además de cinco galerías de las cuales algunas funcionan como museos.
En ella se han presentado 155 exhibiciones de diversas técnicas artísticas, nacionales e internacionales, como de Alemania, África, Italia, Bélgica, Estados Unidos, Japón, Francia, Perú, entre otras.
Es uno de los símbolos más representativos de nuestro país en el mundo. Cuenta con 10 niveles, una sala de lectura ubicada en la parte inferior enmarcada con detalles de ónix para brindar mayor comodidad a los usuarios, relieves de deidades prehispánicas en sus paredes y un mural que cubre la fachada que cuenta pasajes de la historia de la conquista y la revolución dando paso a la modernidad.
Véase además:
Biblioteca Fray Francisco de Burgoa
Biblioteca Palafoxiana
Biblioteca de México
Biblioteca José Vasconcelos
Biblioteca Pública del Estado de Jalisco Juan José Arreola
Biblioteca Raúl Rangel Frías
Biblioteca Central de la UNAM
La biblioteca más bella del siglo XXI
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