Al igual que en las bibliotecas, las librerías también reciben insólitos pedidos de los clientes cuando no recuerdan el título de un libro. ¿Alguna vez te pasó?
“No recuerdo el título ni el autor, pero sé que tiene unos dibujos en la tapa” fue el insólito pedido de una señora que dejó sin palabras a los dueños de una librería de la ciudad de Neuquén (capital de la provincia del Neuquén, Argentina). A lo largo de sus más de 38 años al frente de Libracos, librería ubicada en Corrientes al 200 de esta ciudad, Néstor Rivas y Genoveva Jaramillo han escuchado desopilantes y sorprendentes pedidos de títulos de libros que los van registrando en un cuaderno.
“Se pregunta de todo, hasta lo más insólito. Los clientes dicen lo primero que se les ocurre”, comenta Néstor, y no sale de su asombro porque la mayoría de esos “despistados” clientes anotan el libro que necesitan en su celular. “Parece que ya no existe más la anotación en un papel”, se queja.
Genoveva recuerda que a partir de la muerte de Gabriel García Márquez muchas personas acudieron presurosas a la librería para comprar algún libro del genial escritor colombiano. Una tarde entró a la librería un cliente pidiendo “El amor y el diablo” confundiéndose el título "Del amor y otros demonios", que Gabo publicó en 1994. También registraron la solicitud de un joven de unos 20 años que, incitado por la figura de Roberto Arlt, llegó hasta el mostrador de la librería y con extrema seguridad le pidió al vendedor: “Tiene el libro ‘Muñeco maldito’”, en vez de decir "El juguete rabioso".
La librería no es como cualquier otro negocio; es el lugar donde una palabra de más o de menos al mencionar el título de un libro hace que la búsqueda de ese ejemplar pueda resultar imposible y, en algunos casos, interminable. Incluso cuando los libreros, con buena predisposición, acuden a la computadora escribiendo palabras clave para acertar con el pedido del cliente. Como por ejemplo aquella señora que confundió "Historia de un amor exagerado", de Graciela Montes, con “Historia de un amor descontrolado”.
Asociaciones libres
Genoveva no puede disimular su risa cuando Néstor menciona la vez en que una mujer les pidió “Las bolas de Anselmo Soria” en lugar del libro "Las botas de Anselmo Soria", del escritor argentino Pedro Orgambide, que cuenta la historia de un joven de 16 años criado en los fortines en tiempos de la guerra al malón.
En las primeras semanas del comienzo del ciclo lectivo, tanto Néstor como Genoveva y los vendedores de esta librería deben lidiar todo el tiempo con estos equívocos y asociaciones libres de títulos y autores. "Algunos padres no están habituados a entrar a una librería. Vienen a comprar el libro que necesita su hijo para la escuela y no tienen ni idea de los títulos; los hijos les pasan lo que necesitan por mensaje de texto o por celular y ahí se arma el lío”, explican.
“Boda siniestra” por "Bodas de sangre", de Federico García Lorca; “El vaquero con trenzas” por "Vaqueros y trenzas", de Alma Maritano; “Quién me ha quitado el taladro” por "Quién me quita lo talado", de Adela Basch, o “De la mona nacen los líos” por "Del amor nacen los ríos", de la escritora neuquina María Cristina Ramos, son algunas de las numerosas equivocaciones que tienen anotadas en su cuaderno los dueños de esta librería.
“Estos errores representan la falta de vinculación que actualmente tiene la gente con los libros; habla de la falta de habitualidad, de contacto con el libro”, reflexiona Rivas. Pero también el libro señala su lado positivo, porque “es la posibilidad de que el padre de ese alumno alguna vez entre a una librería”.
CONFUSIONES
“¿Me puede vender ‘Buscando a Godoy’ de Beckett?”
Todo escritor que termina de escribir su obra se enfrenta a un gran dilema: el título. Algunos suelen tenerlo antes de sentarse a escribir, a otros se les ocurre en medio del proceso de escritura y hay quienes deben lidiar con editores que buscan generar impacto para que ese volumen sea un éxito. Pero quienes entran a una librería a veces suelen cometer cierta “atrocidad” cuando al pedir un libro se confunden el título.
En el cuaderno donde Néstor Rivas y Genoveva Jaramillo llevan registrados esos equívocos se pueden leer estos insólitos pedidos por parte de su clientela: “Buscando a Godoy” por "Esperando a Godot", de Samuel Beckett; “Cormillot blanco” por "Colmillo blanco", de Jack London; “La ventaja de ir despacio” por "Elogio de la lentitud", de Carl Honoré; “A los golpes con el doctor” por "El médico a palos", de Moliére, y “Planta de lima limón” por "Mi planta de naranja lima", de José de Vasconcelos.
Fuente: La Mañana de Neuquén
“No recuerdo el título ni el autor, pero sé que tiene unos dibujos en la tapa” fue el insólito pedido de una señora que dejó sin palabras a los dueños de una librería de la ciudad de Neuquén (capital de la provincia del Neuquén, Argentina). A lo largo de sus más de 38 años al frente de Libracos, librería ubicada en Corrientes al 200 de esta ciudad, Néstor Rivas y Genoveva Jaramillo han escuchado desopilantes y sorprendentes pedidos de títulos de libros que los van registrando en un cuaderno.
“Se pregunta de todo, hasta lo más insólito. Los clientes dicen lo primero que se les ocurre”, comenta Néstor, y no sale de su asombro porque la mayoría de esos “despistados” clientes anotan el libro que necesitan en su celular. “Parece que ya no existe más la anotación en un papel”, se queja.
Néstor Rivas, al frente de Libracos hace 38 años, ha escuchado desopilantes pedidos de títulos de libros de sus clientes. |
Genoveva recuerda que a partir de la muerte de Gabriel García Márquez muchas personas acudieron presurosas a la librería para comprar algún libro del genial escritor colombiano. Una tarde entró a la librería un cliente pidiendo “El amor y el diablo” confundiéndose el título "Del amor y otros demonios", que Gabo publicó en 1994. También registraron la solicitud de un joven de unos 20 años que, incitado por la figura de Roberto Arlt, llegó hasta el mostrador de la librería y con extrema seguridad le pidió al vendedor: “Tiene el libro ‘Muñeco maldito’”, en vez de decir "El juguete rabioso".
La librería no es como cualquier otro negocio; es el lugar donde una palabra de más o de menos al mencionar el título de un libro hace que la búsqueda de ese ejemplar pueda resultar imposible y, en algunos casos, interminable. Incluso cuando los libreros, con buena predisposición, acuden a la computadora escribiendo palabras clave para acertar con el pedido del cliente. Como por ejemplo aquella señora que confundió "Historia de un amor exagerado", de Graciela Montes, con “Historia de un amor descontrolado”.
Asociaciones libres
Genoveva no puede disimular su risa cuando Néstor menciona la vez en que una mujer les pidió “Las bolas de Anselmo Soria” en lugar del libro "Las botas de Anselmo Soria", del escritor argentino Pedro Orgambide, que cuenta la historia de un joven de 16 años criado en los fortines en tiempos de la guerra al malón.
En las primeras semanas del comienzo del ciclo lectivo, tanto Néstor como Genoveva y los vendedores de esta librería deben lidiar todo el tiempo con estos equívocos y asociaciones libres de títulos y autores. "Algunos padres no están habituados a entrar a una librería. Vienen a comprar el libro que necesita su hijo para la escuela y no tienen ni idea de los títulos; los hijos les pasan lo que necesitan por mensaje de texto o por celular y ahí se arma el lío”, explican.
“Boda siniestra” por "Bodas de sangre", de Federico García Lorca; “El vaquero con trenzas” por "Vaqueros y trenzas", de Alma Maritano; “Quién me ha quitado el taladro” por "Quién me quita lo talado", de Adela Basch, o “De la mona nacen los líos” por "Del amor nacen los ríos", de la escritora neuquina María Cristina Ramos, son algunas de las numerosas equivocaciones que tienen anotadas en su cuaderno los dueños de esta librería.
“Estos errores representan la falta de vinculación que actualmente tiene la gente con los libros; habla de la falta de habitualidad, de contacto con el libro”, reflexiona Rivas. Pero también el libro señala su lado positivo, porque “es la posibilidad de que el padre de ese alumno alguna vez entre a una librería”.
CONFUSIONES
“¿Me puede vender ‘Buscando a Godoy’ de Beckett?”
Todo escritor que termina de escribir su obra se enfrenta a un gran dilema: el título. Algunos suelen tenerlo antes de sentarse a escribir, a otros se les ocurre en medio del proceso de escritura y hay quienes deben lidiar con editores que buscan generar impacto para que ese volumen sea un éxito. Pero quienes entran a una librería a veces suelen cometer cierta “atrocidad” cuando al pedir un libro se confunden el título.
En el cuaderno donde Néstor Rivas y Genoveva Jaramillo llevan registrados esos equívocos se pueden leer estos insólitos pedidos por parte de su clientela: “Buscando a Godoy” por "Esperando a Godot", de Samuel Beckett; “Cormillot blanco” por "Colmillo blanco", de Jack London; “La ventaja de ir despacio” por "Elogio de la lentitud", de Carl Honoré; “A los golpes con el doctor” por "El médico a palos", de Moliére, y “Planta de lima limón” por "Mi planta de naranja lima", de José de Vasconcelos.
Fuente: La Mañana de Neuquén
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