La función social de la biblioteca

El Grupo de Trabajo Estratégico de Función social de las bibliotecas del Consejo de Cooperación Bibliotecaria presentó el “Decálogo de Biblioteca Social”.



Con frecuencia hablamos de la función social que la biblioteca tiene y que junto a las funciones culturales, informacionales y educativas conforman los pilares sobre los que se asienta su labor y su razón de ser. Esta función o dimensión social, que estaba ya presente en los orígenes de la propia institución bibliotecaria, se ha visto todavía más necesaria en los últimos años debido a la crisis económica, política y de valores que afectó a todos los países a escala planetaria y que produjo efectos devastadores en las sociedades y en las personas.

En el mundo occidental, esta crisis dejó ver la debilidad de los regímenes democráticos y la quiebra de la sociedad del bienestar, afectando gravemente a derechos fundamentales que creíamos consolidados. Y en los países en vías de desarrollo, ya de por sí mucho más frágiles, provocó situaciones extremadamente graves e inaceptables en medio de guerras, regímenes dictatoriales y totalitarios y otra serie de catástrofes que obligaron a las personas a abandonar en masa sus hogares en pos de unas mejores condiciones de vida que solo unos pocos han podido alcanzar.

Ante estas situaciones, las bibliotecas, siempre atentas a los cambios de su entorno, han potenciado su dimensión social y han puesto en marcha nuevos programas encaminados a paliar los problemas antes señalados y mejorar las condiciones de vida de las comunidades y personas. En una gran mayoría de casos, no obstante, estas iniciativas han estado focalizadas en aspectos y/o grupos concretos y muy raramente se ha alcanzado a dotar de esa impronta social a toda la actividad de la biblioteca.

El fin de este Decálogo es explicar que en una biblioteca que se quiera llamar “social”, lo social debe impregnar todas sus actuaciones, partiendo de la convicción de que toda biblioteca, independientemente de su tamaño y recursos, puede activar esta dimensión social desde diferentes ángulos para componer un todo unitario que sirva de guía a su actuación.

Por ello, en este Decálogo, junto a algunos aspectos que están ya presentes en un gran número de bibliotecas, como la necesidad de colaboración con otras instituciones, la atención a los sectores más vulnerables o la conciencia de biblioteca como servicio público, se destacan otros que todavía necesitan un mayor impulso. Nos referimos, por ejemplo, a la elaboración de planes estratégicos y de comunicación que den coherencia y unidad a toda la actividad de la biblioteca y a la vez refuercen su imagen; a la creación de un verdadero espacio de reflexión y debate que promueva la ciudadanía activa y favorezca la implicación de los ciudadanos en la gestión de lo público. Y a otras cuestiones vinculadas a lo social como el compromiso ético de los trabajadores, la sostenibilidad y la responsabilidad social en la línea de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Así pues, con estas diez medidas -aprobadas en la reunión del Pleno del Consejo de Cooperación Bibliotecaria del pasado año- se pretende describir los puntos clave que componen la función social de la biblioteca y favorecer su aplicación.

Este Decálogo ha sido elaborado por el Grupo de Trabajo Estratégico Función Social de la Biblioteca compuesto por Assumpta Bailac de la Fundación Biblioteca Social, Begoña Marlasca de la Biblioteca Pública del Estado en Cuenca, Enric Vilagrosa de la Gerencia de Servicios de Bibliotecas de la Diputación de Barcelona, José Antonio Gómez Hernández de la Universidad de Murcia, incorporado recientemente, y Mª Ramona Domínguez Sanjurjo de la Biblioteca Pública del Estado en Salamanca, como coordinadora.

Fuente: CCB (Consejo de Cooperación Bibliotecaria)

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Comentarios

  1. Según el "Manifiesto de la BP de la UNESCO", dice: "Es el centro local de información, brindando toda clase de conocimiento e información disponible a sus usuarios. Deben fungir como centros de actividades comunitarias culturales, complemento de la educación formal, como centros de apoyo al desarrollo intelectual de los/ las ciudadanos y deben, asimismo, tener en cuenta el desarrollo de hábitos de lectura en la población desde niños y tener también una acción dirigida a formar en el usuario /as las destrezas y habilidades en el uso de la información" (UNESCO: 1994)
    Las bibliotecas públicas a través de sus gestores de información y todo su equipo, están en la obligatoriedad de hacer un esfuerzo por convertir las bibliotecas en espacios más dinámicos y participativos para la comunidad donde pueda haber un encuentro e inserción social. Para ello es necesario asumir nuevos retos, nuevos perfiles laborales, formar y reorientar un esquema predefinido. Solo de esta forma podrá tener un impacto social. Para ello, los bibliotecarios tenemos que comprometemos para conseguir que estas instituciones sean sensibles ante determinadas propuestas que tienen una rentabilidad social y cultural muy a largo plazo.

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