Disfrutar husmeando en bibliotecas y librerías tiene un riesgo que, para muchos, es un auténtico placer: terminar acumulando libros apilados o en las estanterías por encima de nuestras posibilidades. Este acopio de tomos tiene un nombre concreto en japonés: tsundoku. Un término que ya se ha comenzado a utilizar en los cinco continentes.
El tsundoku se puede traducir popularmente como “bibliomanía”. Este concepto describe la sensación de tener un hogar con libros apilados por el simple placer de verlos. La palabra viene de los términos de la jerga popular japonesa tsunde-oku, que quiere decir apilar cosas para luego y marcharse, y dokusho, que significa leer libros.
A primera vista, puede parecer que el tsundoku lo ‘practican’ personas sombrías que acuden a las librerías con ese afán de seguir alimentando la pila. Sin embargo, es más que probable que todos los amantes de la lectura dispongan de ejemplares en sus bibliotecas que no han terminado de leer, ya sea porque no les convence el argumento, porque buscan sin éxito esos 15 minutos que permita darles una oportunidad, o bien porque esperan a que llegue ese momento de relax que permita devorarlos.
Y es que, para muchos, estar rodeados de libros aporta una sensación reconfortante y la tranquilidad de tener más conocimientos y entretenimientos a mano.
El día a día y las rutinas ajetreadas pueden ser algunos de los motivos que llevan a esta situación y no por eso faltan a sus costumbres de adquirir por placer. Para todos aquellos que disfrutan husmeando en librerías y bibliotecas y terminan comprando nuevos volúmenes, existen varios métodos de orden. Algunos a favor del tsundoku y otros en contra.
En el grupo de estos últimos se encuentra la precisamente japonesa Marie Kondo, autora, empresaria y consultora que ha escrito cuatro libros sobre el arte de organizar. La gurú del orden nipona defiende que para tener una librería bien estructurada es importante contar sólo con esos ejemplares a leer. Es por eso que su objetivo y recomendación pasa por tener una colección de libros lo más pequeña posible.
Para ello, es necesario sacar todos los volúmenes y ponerlos en el suelo. A continuación, hay que organizarlos en dos montones diferenciando entre los que se van a leer de los que se van a donar. Para hacer dicha distinción, Kondo defiende el poder de la energía. De esta manera se consigue hacer una limpieza importante con una librería llena de obras que aportan energía.
Por el contrario, para todos aquellos amantes del tsundoku existen otros métodos de organización que permiten seguir acumulando ejemplares. Los libros se pueden ordenar según criterios diferentes: temas, autores, colecciones o títulos siguiendo un orden alfabético.
De todos estos parámetros, dependen también los distintos formatos y tamaños de los volúmenes. Conviene combinar criterios para evitar que queden huecos en las estanterías y se desaproveche el espacio disponible. Además, es recomendable reservar para las obras grandes la parte superior de las estanterías, ya que tienen tipografías de dimensiones destacadas que resultan más fáciles de diferenciar desde una distancia mayor mientras que los pequeños quedarán a la altura de los ojos.
No hay que olvidar que, al final, la estantería de los libros es un espacio dinámico que puede estar siempre en movimiento. Si lo habitual es que se sumen libros, se puede dejar un estante destinado a las incorporaciones, o bien a las obras de próxima lectura, en un lugar a mano antes de ubicarlas en el que será su sitio definitivo en la biblioteca.
Con respecto al préstamo de libros, si alguien cede muchos ejemplares de su propiedad existe una variante decorativa que funciona como recordatorio: siluetas que se ubican entre los ejemplares en el lugar del libro faltante. Con ellas, es fácil reconocer a simple vista cuántos se han prestado. Claro que, quizás el no obtenerlos de vuelta también ayuda a evitar la acumulación de tomos que no tienes intención de volver a leer.
Fuente: La Vanguardia
Librería doméstica (4FR / Getty Images) |
El tsundoku se puede traducir popularmente como “bibliomanía”. Este concepto describe la sensación de tener un hogar con libros apilados por el simple placer de verlos. La palabra viene de los términos de la jerga popular japonesa tsunde-oku, que quiere decir apilar cosas para luego y marcharse, y dokusho, que significa leer libros.
A primera vista, puede parecer que el tsundoku lo ‘practican’ personas sombrías que acuden a las librerías con ese afán de seguir alimentando la pila. Sin embargo, es más que probable que todos los amantes de la lectura dispongan de ejemplares en sus bibliotecas que no han terminado de leer, ya sea porque no les convence el argumento, porque buscan sin éxito esos 15 minutos que permita darles una oportunidad, o bien porque esperan a que llegue ese momento de relax que permita devorarlos.
Y es que, para muchos, estar rodeados de libros aporta una sensación reconfortante y la tranquilidad de tener más conocimientos y entretenimientos a mano.
El día a día y las rutinas ajetreadas pueden ser algunos de los motivos que llevan a esta situación y no por eso faltan a sus costumbres de adquirir por placer. Para todos aquellos que disfrutan husmeando en librerías y bibliotecas y terminan comprando nuevos volúmenes, existen varios métodos de orden. Algunos a favor del tsundoku y otros en contra.
En el grupo de estos últimos se encuentra la precisamente japonesa Marie Kondo, autora, empresaria y consultora que ha escrito cuatro libros sobre el arte de organizar. La gurú del orden nipona defiende que para tener una librería bien estructurada es importante contar sólo con esos ejemplares a leer. Es por eso que su objetivo y recomendación pasa por tener una colección de libros lo más pequeña posible.
Para ello, es necesario sacar todos los volúmenes y ponerlos en el suelo. A continuación, hay que organizarlos en dos montones diferenciando entre los que se van a leer de los que se van a donar. Para hacer dicha distinción, Kondo defiende el poder de la energía. De esta manera se consigue hacer una limpieza importante con una librería llena de obras que aportan energía.
Por el contrario, para todos aquellos amantes del tsundoku existen otros métodos de organización que permiten seguir acumulando ejemplares. Los libros se pueden ordenar según criterios diferentes: temas, autores, colecciones o títulos siguiendo un orden alfabético.
De todos estos parámetros, dependen también los distintos formatos y tamaños de los volúmenes. Conviene combinar criterios para evitar que queden huecos en las estanterías y se desaproveche el espacio disponible. Además, es recomendable reservar para las obras grandes la parte superior de las estanterías, ya que tienen tipografías de dimensiones destacadas que resultan más fáciles de diferenciar desde una distancia mayor mientras que los pequeños quedarán a la altura de los ojos.
No hay que olvidar que, al final, la estantería de los libros es un espacio dinámico que puede estar siempre en movimiento. Si lo habitual es que se sumen libros, se puede dejar un estante destinado a las incorporaciones, o bien a las obras de próxima lectura, en un lugar a mano antes de ubicarlas en el que será su sitio definitivo en la biblioteca.
Con respecto al préstamo de libros, si alguien cede muchos ejemplares de su propiedad existe una variante decorativa que funciona como recordatorio: siluetas que se ubican entre los ejemplares en el lugar del libro faltante. Con ellas, es fácil reconocer a simple vista cuántos se han prestado. Claro que, quizás el no obtenerlos de vuelta también ayuda a evitar la acumulación de tomos que no tienes intención de volver a leer.
Librería doméstica (clu / Getty Images/iStockphoto) |
Fuente: La Vanguardia
Gracias x compartirlo. Un poco de humor al comentario. Será contagioso??? Yo no lo sufro, yo lo disfruto.
ResponderEliminarFaltaría decir algo acerca de la gran cantidad de tierra que acumulan las bibliotecas en las casas, tanto en sus estantes como en los libros.
ResponderEliminarSi, hay que regalar o donar para adquirir nuevos, porque sino termenamos sin saber lño que tenemos.
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