El nuevo libro de George R. R. Martin, Fuego y Sangre, narra la fascinante historia de los Targaryen, la dinastía que reinó en Poniente trescientos años antes del inicio de "Canción de hielo y fuego", la saga que inspiró la serie de HBO: Juego de tronos.
"Este es un libro de historia imaginaria -Cuenta George R. R. Martin- Una crónica de los Reyes Targaryen que aporta contexto y trasfondo a todo lo que ocurre en Canción de hielo y fuego y en realidad no lo escribí yo; lo escribió el archimestre Gyldayn de la Ciudadala de Antigua, un erudito eminente pero también un anciano bastante peculiar y cascarrabias con firmes opiniones sobre los personajes históricos sobre los que escribe, por lo que algunos de sus puntos de vista pueden impregnar sutilmente el texto".
FICHA DEL LIBRO:
Título: Fuego y Sangre (Canción de hielo y fuego)
Autor: George R.R. Martin
Sello: PLAZA & JANES
Precio sin IVA: $ 999,00
Fecha publicación: 12/2018
Idioma: Español
Formato, páginas: RÚSTICA, 880
Medidas: 15,5 X 23 mm
ISBN: 9789506444815
Temáticas: Fantasía y ciencia ficción
Colección: Exitos
Edad recomendada: Adultos
SINOPSIS:
Siglos antes de que tuvieran lugar los acontecimientos que se relatan en «Canción de hielo y fuego», la casa Targaryen, la única dinastía de señores dragón que sobrevivió a la Maldición de Valyria, se asentó en la isla de Rocadragón.
Este es el primero de dos volúmenes, donde el autor de Juego de tronos nos cuenta, con todo lujo de detalles, la historia de tan fascinante familia, empezando por Aegon I Targaryen, creador del icónico Trono de Hierro, y seguido por el resto de las generaciones de Targaryen que lucharon enconadamente por conservar el poder y el trono, hasta la llegada de la guerra civil que estuvo a punto de acabar con ellos.
¿Qué pasó realmente durante la Danza de los Dragones? ¿Por qué era tan peligroso acercarse a Valyria después de la Maldición? ¿Cómo era Poniente cuando los dragones dominaban los cielos? Estas, y otras muchas, son las preguntas a las que responde esta monumental crónica, narrada por un erudito maestre de la Ciudadela, que anticipa el ya conocido universo de George R. R. Martin. Fuego y Sangre brindará a los lectores la oportunidad de tener otra visión de la portentosa y sangrienta historia de Poniente. Esta obra, magníficamente ilustrada con ochenta láminas inéditas de Doug Wheatley, se convertirá, sin duda, en una lectura ineludible para todos los fans de la aclamada serie.
UN FRAGMENTO DE FUEGO Y SANGRE
La Conquista de Aegon
Los maestres de la Ciudadela, encargados de preservar las historias de Poniente, han utilizado la Conquista de Aegon como punto de referencia cronológica durante los trescientos últimos años. Al datar nacimientos, defunciones, batallas y otros sucesos se indica d. C. (después de la Conquista) o a. C. (antes de la Conquista).
Los auténticos eruditos saben que esta datación no es en modo alguno precisa. Aegon Targaryen no conquistó los Siete Reinos de la noche a la mañana; transcurrieron más de dos años entre el desembarco de Aegon y su coronación en Antigua, que ni siguiera puso fin a la Conquista, ya que Dorne seguía sin dejarse someter. Los intentos esporádicos de anexionar Dorne al reino se sucedieron durante todo el reinado de Aegon y hasta bien entrados los de sus hijos, motivo por el que no es posible definir la fecha exacta del final de las guerras de la Conquista.
Incluso la fecha de su comienzo se presta a confusión. Muchos suponen, erróneamente, que el reinado del rey Aegon Targaryen, el primero de su nombre, empezó el día en que desembarcó en la desembocadura del río Aguasnegras, al pie de las tres colinas, donde más adelante se fundaría la ciudad de Desembarco del Rey. Pero no fue así: el rey y sus descendientes celebraban el Día del Desembarco de Aegon, pero el Conquistador cifraba el principio de su reinado en el día en que el Septón Supremo de la Fe lo coronó y ungió en el Septo Estrellado de Antigua. Esta coronación se produjo dos años después del desembarco de Aegon, cuando las tres grandes batallas de las guerras de la Conquista ya llevaban mucho tiempo libradas y ganadas. Por tanto, se infiere que, en realidad, la mayor parte de la conquista de Aegon tuvo lugar del año 2 al 1 a. C. (antes de la Conquista).
Los Targaryen eran de pura sangre valyria, señores dragón de rancio abolengo. Doce años antes de la Maldición de Valyria (114 a. C.), Aenar Targaryen, tras vender sus propiedades del Feudo Franco y las Tierras del Largo Verano, se mudó con todas sus mujeres, riquezas, esclavos, dragones, hermanos, parientes e hijos a Rocadragón, una ciudadela lúgubre situada a los pies de una montaña humeante, en una isla del mar Angosto.
En su época de máximo esplendor, Valyria fue la mayor ciudad del mundo conocido, el culmen de la civilización. En el interior de su reluciente muralla, dos casas rivalizaban por el poder y la gloria en la corte y en el consejo: ora se alzaban, ora caían, en una interminable, sutil y frecuentemente encarnizada lucha por el poder. Los Targaryen no eran, ni con mucho, los señores dragón más poderosos, y sus rivales interpretaron su huida a Rocadragón como una rendición, un acto de cobardía. Pero Daenys, la hija doncella de lord Aenar, a la que siempre se conocería a partir de entonces como Daenys la Soñadora, había tenido una visión en la que Valyria era pasto de las llamas. Y doce años después, cuando llegó la Maldición, no sobrevivieron más señores dragón que los Targaryen.
Durante dos siglos, Rocadragón fue el puesto fronterizo más occidental del poder valyrio. Su situación, en pleno Gaznate, ofrecía a sus señores un control absoluto sobre la bahía del Aguasnegras y permitía que tanto los Targaryen como sus más estrechos aliados, los Velaryon de Marcaderiva, una casa menor de ascendencia valyria, se llenasen las arcas a costa de los mercantes que la atravesaban. Los barcos de los Velaryon, junto con los de los Celtigar de Isla Zarpa, otra casa aliada de Valyria, controlaban las aguas del mar Angosto; mientras tanto, los Targaryen dominaban el cielo con sus dragones.
Aun así, durante la mayor parte de la centuria que siguió a la Maldición de Valyria, el bien llamado Siglo Sangriento, la casa Targaryen tenía las miras más puestas en el este que en el oeste, y mostraba muy poco interés por los asuntos de Poniente. Gaemon Targaryen, el hermano y marido de Daenys la Soñadora, fue señor de Rocadragón tras Aenar el Exiliado y se lo llegó a conocer como Gaemon el Glorioso. Cuando murió, sus hijos Aegon y Elaena gobernaron juntos. Los sucedieron su hijo Maegon, su hermano Aerys y los hijos de este: Aelyx, Baelon y Daemion. El último de los tres hermanos era Daemion, cuyo hijo Aerion heredó el señorío de Rocadragón.
El Aegon que pasó a la historia como Aegon el Conquistador y Aegon el Dragón nació en Rocadragón en el 27 a. C. Era el único varón y segundo vástago de Aerion, señor de Rocadragón, y de lady Valaena de la casa Velaryon, esta última Targaryen por parte de madre. Aegon tenía dos hermanas de linaje auténtico: Visenya, mayor que él, y Rhaenys, de menor edad. Desde hacía mucho era costumbre entre los señores dragón de Valyria que se casaran un hermano y una hermana, con el fin de conservar la pureza de sangre, pero Aegon se casó con sus dos hermanas. Por tradición debería haberse casado tan solo con Visenya, la mayor; aunque inusitada, la inclusión de Rhaenys como segunda esposa tenía precedentes. Se dice que Aegon se casó con Visenya por obligación y con Rhaenys por devoción.
Los tres hermanos habían demostrado su condición de señores dragón antes de su matrimonio. De los cinco dragones que habían volado al exilio con Aenar desde Valyria, solo uno había sobrevivido hasta los días de Aegon: la gran bestia llamada Balerion, el Terror Negro. Las dragonas Vhagar y Meraxes eran más jóvenes, salidas del huevo en Rocadragón.
Según un mito muy común, de los que difunden los ignorantes, Aegon Targaryen no pisó Poniente hasta el día en que se dispuso a su conquista; pero esto no puede ser cierto. Años antes se había tallado y decorado por orden suya la Mesa Pintada, una enorme pieza de madera de casi veinte varas de largo, con un contorno que seguía la forma de Poniente y decorada con todos los bosques, ríos, poblaciones y castillos de los Siete Reinos. Claramente, el interés de Aegon por Poniente era muy anterior a los acontecimientos que lo instarían a emprender la guerra. Además, existen informes fiables de que Aegon y su hermana Visenya visitaron de jóvenes la Ciudadela de Antigua, y de que se les vio practicar la cetrería en el Rejo como invitados de lord Redwyne. Puede que Aegon también visitara Lannisport, aunque los registros son contradictorios.
El Poniente de la juventud de Aegon estaba dividido en siete reinos beligerantes; pocas épocas hubo en que no anduvieran batallando entre sí dos o tres de ellos. El extenso, frío y pedregoso Norte estaba gobernado por los Stark de Invernalia. En los desiertos de Dorne ejercían su influencia los príncipes Martell. Las Tierras del Oeste, ricas en oro, las gobernaban los Lannister de Roca Casterly, y los Gardener controlaban Altojardín, el fértil terreno del Dominio. El Valle, los Dedos y las Montañas de la Luna estaban en manos de la casa Arryn… Pero los reyes más beligerantes de la época de Aegon eran los de los reinos más cercanos a Rocadragón: Harren el Negro y Argilac el Arrogante.
Desde Bastión de Tormentas, su gran ciudadela, los reyes de la Tormenta de la casa Durrandon habían dominado la mitad oriental de Poniente, desde el cabo de la Ira hasta la bahía de los Cangrejos, pero su poder iba menguando a lo largo de los siglos. Los reyes del Dominio habían ido arrebatándoles terreno desde el oeste; los dornienses los acosaban desde el sur, y Harren el Negro y sus hombres del hierro los habían expulsado del Tridente y de las tierras del norte del río Aguasnegras. El rey Argilac, el último Durrandon, puso freno a este declive durante cierto tiempo: detuvo una invasión dorniense a muy corta edad; cruzó el mar Angosto para unirse a la gran alianza contra los «tigres» imperialistas de Volantis, y veinte años después mató a Garse VII Gardener, rey del Dominio, en la batalla de las Tierras del Verano. Pero Argilac había envejecido; peinaba canas en su célebre melena azabache, y su bravura y destreza en combate se habían apagado.
Al norte del Aguasnegras, Harren el Negro de la casa Hoare, rey de las Islas y los Ríos, regía las Tierras de los Ríos a sangre y fuego. El abuelo de Harren, el hijo del hierro Harwyn Manodura, había arrebatado el Tridente al abuelo de Argilac, llamado Arrec, cuyos ancestros habían derrocado centurias atrás al último rey de los Ríos. El padre de Harren había extendido sus dominios al este, hasta Rosby y el Valle Oscuro, y Harren había dedicado la mayor parte de su largo reinado, cerca de cuarenta años, a levantar un castillo gigantesco junto al Ojo de Dioses, pero con Harrenhal casi construido, el hijo del hierro pronto se vería libre para embarcarse en nuevas conquistas.
Ningún rey de Poniente fue más temido que Harren el Negro, cuya crueldad era legendaria en los Siete Reinos, y ningún rey de Poniente se sintió más amenazado por él que Argilac, el rey de la Tormenta, el último Durrandon, un guerrero envejecido que solo contaba con una heredera, su hija doncella. Así, el rey Argilac se puso en contacto con los Targaryen de Rocadragón para ofrecer a lord Aegon la mano de su hija, con todas las tierras que se extendían al este del Ojo de Dioses, desde el Tridente hasta el río Aguasnegras, como dote.
Aegon Targaryen desdeñó la propuesta del rey de la Tormenta, señalándole que tenía ya dos esposas y no necesitaba una tercera, y que las tierras que le ofrecía habían pertenecido a Harrenhal más de una generación, por lo que Argilac no era quién para cederlas. Claramente, el anciano rey de la Tormenta quería establecer a los Targaryen a orillas del Aguasnegras como escudo entre sus tierras y las de Harren el Negro.
El señor de Rocadragón le presentó una contraoferta: aceptaría las tierras que le brindaba Argilac si también le cedía el Garfio de Massey, así como los bosques y llanuras comprendidos entre el sur del Aguasnegras y el río Rodeo, incluido el nacimiento del Mander. El pacto se sellaría con el enlace de la hija de Argilac y Orys Baratheon, amigo de la infancia de lord Aegon y paladín suyo.
Argilac el Arrogante rechazó, airado, estas condiciones. Se rumoreaba que Orys Baratheon era de baja estofa, hermano ilegítimo por parte de padre de lord Aegon, y el rey de la Tormenta no pensaba deshonrar a su hija cediendo su mano a un bastardo; la mera proposición lo indignaba. Argilac ordenó que cortaran las manos al mensajero de Aegon y se las devolvieran en una caja. «Estas son las únicas manos que pienso conceder a vuestro bastardo», escribió.
Aegon no respondió. Se limitó a convocar a sus amigos, banderizos y aliados principales para que acudieran a Rocadragón. Eran pocos. Los Velaryon de Marcaderiva habían jurado fidelidad a la casa Targaryen, igual que los Celtigar de Isla Garra. Del Garfio de Massey acudieron lord Bar Emmon de Punta Aguda y lord Massey de Piedratormenta, ambos juramentados a Bastión de Tormentas, pero con lazos más estrechos con Rocadragón. Lord Aegon y sus hermanas conversaron con ellos y juntos acudieron al septo del castillo para rezar a los Siete de Poniente, aunque no existe constancia hasta entonces de que Aegon fuera un gran devoto.
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George R.R. Martin reveló que crea sus novelas en una PC con DOS para evitar distracciones; mirá qué editores de texto te permiten usar algo similar en tu computadora.
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Título: Fuego y Sangre (Canción de hielo y fuego)
Autor: George R.R. Martin
Sello: PLAZA & JANES
Precio sin IVA: $ 999,00
Fecha publicación: 12/2018
Idioma: Español
Formato, páginas: RÚSTICA, 880
Medidas: 15,5 X 23 mm
ISBN: 9789506444815
Temáticas: Fantasía y ciencia ficción
Colección: Exitos
Edad recomendada: Adultos
SINOPSIS:
Siglos antes de que tuvieran lugar los acontecimientos que se relatan en «Canción de hielo y fuego», la casa Targaryen, la única dinastía de señores dragón que sobrevivió a la Maldición de Valyria, se asentó en la isla de Rocadragón.
Este es el primero de dos volúmenes, donde el autor de Juego de tronos nos cuenta, con todo lujo de detalles, la historia de tan fascinante familia, empezando por Aegon I Targaryen, creador del icónico Trono de Hierro, y seguido por el resto de las generaciones de Targaryen que lucharon enconadamente por conservar el poder y el trono, hasta la llegada de la guerra civil que estuvo a punto de acabar con ellos.
¿Qué pasó realmente durante la Danza de los Dragones? ¿Por qué era tan peligroso acercarse a Valyria después de la Maldición? ¿Cómo era Poniente cuando los dragones dominaban los cielos? Estas, y otras muchas, son las preguntas a las que responde esta monumental crónica, narrada por un erudito maestre de la Ciudadela, que anticipa el ya conocido universo de George R. R. Martin. Fuego y Sangre brindará a los lectores la oportunidad de tener otra visión de la portentosa y sangrienta historia de Poniente. Esta obra, magníficamente ilustrada con ochenta láminas inéditas de Doug Wheatley, se convertirá, sin duda, en una lectura ineludible para todos los fans de la aclamada serie.
UN FRAGMENTO DE FUEGO Y SANGRE
La Conquista de Aegon
Los maestres de la Ciudadela, encargados de preservar las historias de Poniente, han utilizado la Conquista de Aegon como punto de referencia cronológica durante los trescientos últimos años. Al datar nacimientos, defunciones, batallas y otros sucesos se indica d. C. (después de la Conquista) o a. C. (antes de la Conquista).
Los auténticos eruditos saben que esta datación no es en modo alguno precisa. Aegon Targaryen no conquistó los Siete Reinos de la noche a la mañana; transcurrieron más de dos años entre el desembarco de Aegon y su coronación en Antigua, que ni siguiera puso fin a la Conquista, ya que Dorne seguía sin dejarse someter. Los intentos esporádicos de anexionar Dorne al reino se sucedieron durante todo el reinado de Aegon y hasta bien entrados los de sus hijos, motivo por el que no es posible definir la fecha exacta del final de las guerras de la Conquista.
Incluso la fecha de su comienzo se presta a confusión. Muchos suponen, erróneamente, que el reinado del rey Aegon Targaryen, el primero de su nombre, empezó el día en que desembarcó en la desembocadura del río Aguasnegras, al pie de las tres colinas, donde más adelante se fundaría la ciudad de Desembarco del Rey. Pero no fue así: el rey y sus descendientes celebraban el Día del Desembarco de Aegon, pero el Conquistador cifraba el principio de su reinado en el día en que el Septón Supremo de la Fe lo coronó y ungió en el Septo Estrellado de Antigua. Esta coronación se produjo dos años después del desembarco de Aegon, cuando las tres grandes batallas de las guerras de la Conquista ya llevaban mucho tiempo libradas y ganadas. Por tanto, se infiere que, en realidad, la mayor parte de la conquista de Aegon tuvo lugar del año 2 al 1 a. C. (antes de la Conquista).
Los Targaryen eran de pura sangre valyria, señores dragón de rancio abolengo. Doce años antes de la Maldición de Valyria (114 a. C.), Aenar Targaryen, tras vender sus propiedades del Feudo Franco y las Tierras del Largo Verano, se mudó con todas sus mujeres, riquezas, esclavos, dragones, hermanos, parientes e hijos a Rocadragón, una ciudadela lúgubre situada a los pies de una montaña humeante, en una isla del mar Angosto.
En su época de máximo esplendor, Valyria fue la mayor ciudad del mundo conocido, el culmen de la civilización. En el interior de su reluciente muralla, dos casas rivalizaban por el poder y la gloria en la corte y en el consejo: ora se alzaban, ora caían, en una interminable, sutil y frecuentemente encarnizada lucha por el poder. Los Targaryen no eran, ni con mucho, los señores dragón más poderosos, y sus rivales interpretaron su huida a Rocadragón como una rendición, un acto de cobardía. Pero Daenys, la hija doncella de lord Aenar, a la que siempre se conocería a partir de entonces como Daenys la Soñadora, había tenido una visión en la que Valyria era pasto de las llamas. Y doce años después, cuando llegó la Maldición, no sobrevivieron más señores dragón que los Targaryen.
Durante dos siglos, Rocadragón fue el puesto fronterizo más occidental del poder valyrio. Su situación, en pleno Gaznate, ofrecía a sus señores un control absoluto sobre la bahía del Aguasnegras y permitía que tanto los Targaryen como sus más estrechos aliados, los Velaryon de Marcaderiva, una casa menor de ascendencia valyria, se llenasen las arcas a costa de los mercantes que la atravesaban. Los barcos de los Velaryon, junto con los de los Celtigar de Isla Zarpa, otra casa aliada de Valyria, controlaban las aguas del mar Angosto; mientras tanto, los Targaryen dominaban el cielo con sus dragones.
Aun así, durante la mayor parte de la centuria que siguió a la Maldición de Valyria, el bien llamado Siglo Sangriento, la casa Targaryen tenía las miras más puestas en el este que en el oeste, y mostraba muy poco interés por los asuntos de Poniente. Gaemon Targaryen, el hermano y marido de Daenys la Soñadora, fue señor de Rocadragón tras Aenar el Exiliado y se lo llegó a conocer como Gaemon el Glorioso. Cuando murió, sus hijos Aegon y Elaena gobernaron juntos. Los sucedieron su hijo Maegon, su hermano Aerys y los hijos de este: Aelyx, Baelon y Daemion. El último de los tres hermanos era Daemion, cuyo hijo Aerion heredó el señorío de Rocadragón.
El Aegon que pasó a la historia como Aegon el Conquistador y Aegon el Dragón nació en Rocadragón en el 27 a. C. Era el único varón y segundo vástago de Aerion, señor de Rocadragón, y de lady Valaena de la casa Velaryon, esta última Targaryen por parte de madre. Aegon tenía dos hermanas de linaje auténtico: Visenya, mayor que él, y Rhaenys, de menor edad. Desde hacía mucho era costumbre entre los señores dragón de Valyria que se casaran un hermano y una hermana, con el fin de conservar la pureza de sangre, pero Aegon se casó con sus dos hermanas. Por tradición debería haberse casado tan solo con Visenya, la mayor; aunque inusitada, la inclusión de Rhaenys como segunda esposa tenía precedentes. Se dice que Aegon se casó con Visenya por obligación y con Rhaenys por devoción.
Los tres hermanos habían demostrado su condición de señores dragón antes de su matrimonio. De los cinco dragones que habían volado al exilio con Aenar desde Valyria, solo uno había sobrevivido hasta los días de Aegon: la gran bestia llamada Balerion, el Terror Negro. Las dragonas Vhagar y Meraxes eran más jóvenes, salidas del huevo en Rocadragón.
Según un mito muy común, de los que difunden los ignorantes, Aegon Targaryen no pisó Poniente hasta el día en que se dispuso a su conquista; pero esto no puede ser cierto. Años antes se había tallado y decorado por orden suya la Mesa Pintada, una enorme pieza de madera de casi veinte varas de largo, con un contorno que seguía la forma de Poniente y decorada con todos los bosques, ríos, poblaciones y castillos de los Siete Reinos. Claramente, el interés de Aegon por Poniente era muy anterior a los acontecimientos que lo instarían a emprender la guerra. Además, existen informes fiables de que Aegon y su hermana Visenya visitaron de jóvenes la Ciudadela de Antigua, y de que se les vio practicar la cetrería en el Rejo como invitados de lord Redwyne. Puede que Aegon también visitara Lannisport, aunque los registros son contradictorios.
El Poniente de la juventud de Aegon estaba dividido en siete reinos beligerantes; pocas épocas hubo en que no anduvieran batallando entre sí dos o tres de ellos. El extenso, frío y pedregoso Norte estaba gobernado por los Stark de Invernalia. En los desiertos de Dorne ejercían su influencia los príncipes Martell. Las Tierras del Oeste, ricas en oro, las gobernaban los Lannister de Roca Casterly, y los Gardener controlaban Altojardín, el fértil terreno del Dominio. El Valle, los Dedos y las Montañas de la Luna estaban en manos de la casa Arryn… Pero los reyes más beligerantes de la época de Aegon eran los de los reinos más cercanos a Rocadragón: Harren el Negro y Argilac el Arrogante.
Desde Bastión de Tormentas, su gran ciudadela, los reyes de la Tormenta de la casa Durrandon habían dominado la mitad oriental de Poniente, desde el cabo de la Ira hasta la bahía de los Cangrejos, pero su poder iba menguando a lo largo de los siglos. Los reyes del Dominio habían ido arrebatándoles terreno desde el oeste; los dornienses los acosaban desde el sur, y Harren el Negro y sus hombres del hierro los habían expulsado del Tridente y de las tierras del norte del río Aguasnegras. El rey Argilac, el último Durrandon, puso freno a este declive durante cierto tiempo: detuvo una invasión dorniense a muy corta edad; cruzó el mar Angosto para unirse a la gran alianza contra los «tigres» imperialistas de Volantis, y veinte años después mató a Garse VII Gardener, rey del Dominio, en la batalla de las Tierras del Verano. Pero Argilac había envejecido; peinaba canas en su célebre melena azabache, y su bravura y destreza en combate se habían apagado.
Al norte del Aguasnegras, Harren el Negro de la casa Hoare, rey de las Islas y los Ríos, regía las Tierras de los Ríos a sangre y fuego. El abuelo de Harren, el hijo del hierro Harwyn Manodura, había arrebatado el Tridente al abuelo de Argilac, llamado Arrec, cuyos ancestros habían derrocado centurias atrás al último rey de los Ríos. El padre de Harren había extendido sus dominios al este, hasta Rosby y el Valle Oscuro, y Harren había dedicado la mayor parte de su largo reinado, cerca de cuarenta años, a levantar un castillo gigantesco junto al Ojo de Dioses, pero con Harrenhal casi construido, el hijo del hierro pronto se vería libre para embarcarse en nuevas conquistas.
Ningún rey de Poniente fue más temido que Harren el Negro, cuya crueldad era legendaria en los Siete Reinos, y ningún rey de Poniente se sintió más amenazado por él que Argilac, el rey de la Tormenta, el último Durrandon, un guerrero envejecido que solo contaba con una heredera, su hija doncella. Así, el rey Argilac se puso en contacto con los Targaryen de Rocadragón para ofrecer a lord Aegon la mano de su hija, con todas las tierras que se extendían al este del Ojo de Dioses, desde el Tridente hasta el río Aguasnegras, como dote.
Aegon Targaryen desdeñó la propuesta del rey de la Tormenta, señalándole que tenía ya dos esposas y no necesitaba una tercera, y que las tierras que le ofrecía habían pertenecido a Harrenhal más de una generación, por lo que Argilac no era quién para cederlas. Claramente, el anciano rey de la Tormenta quería establecer a los Targaryen a orillas del Aguasnegras como escudo entre sus tierras y las de Harren el Negro.
El señor de Rocadragón le presentó una contraoferta: aceptaría las tierras que le brindaba Argilac si también le cedía el Garfio de Massey, así como los bosques y llanuras comprendidos entre el sur del Aguasnegras y el río Rodeo, incluido el nacimiento del Mander. El pacto se sellaría con el enlace de la hija de Argilac y Orys Baratheon, amigo de la infancia de lord Aegon y paladín suyo.
Argilac el Arrogante rechazó, airado, estas condiciones. Se rumoreaba que Orys Baratheon era de baja estofa, hermano ilegítimo por parte de padre de lord Aegon, y el rey de la Tormenta no pensaba deshonrar a su hija cediendo su mano a un bastardo; la mera proposición lo indignaba. Argilac ordenó que cortaran las manos al mensajero de Aegon y se las devolvieran en una caja. «Estas son las únicas manos que pienso conceder a vuestro bastardo», escribió.
Aegon no respondió. Se limitó a convocar a sus amigos, banderizos y aliados principales para que acudieran a Rocadragón. Eran pocos. Los Velaryon de Marcaderiva habían jurado fidelidad a la casa Targaryen, igual que los Celtigar de Isla Garra. Del Garfio de Massey acudieron lord Bar Emmon de Punta Aguda y lord Massey de Piedratormenta, ambos juramentados a Bastión de Tormentas, pero con lazos más estrechos con Rocadragón. Lord Aegon y sus hermanas conversaron con ellos y juntos acudieron al septo del castillo para rezar a los Siete de Poniente, aunque no existe constancia hasta entonces de que Aegon fuera un gran devoto.
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