El sueño de la crisálida, de Vanessa Montfort

Tras el éxito internacional de Mujeres que compran flores, Vanessa Montfort regresa con su esperadísima nueva novela, una conmovedora historia de amistad entre dos mujeres cuyos caminos no estaban destinados a cruzarse, pero cuyo encuentro y rebeldía cambió sus vidas para siempre. Gentileza Penguin Random House.

Título: El sueño de la crisálida
Autora: Vanessa Montfort
Sello: PLAZA & JANES
Precio: $ 999,00
Fecha publicación: 07/2019
Idioma: Español
Formato, páginas: Tapa blanda, 560
Medidas: 15,5 X 23 cm
ISBN: 9789506445003
Temática: Literatura contemporánea
Colección: Éxitos
Edad recomendada: Adultos


SINOPSIS:

Patricia es una periodista a la que una grave crisis de ansiedad le obliga a replantearse su vertiginosa vida profesional, que ha afectado a la relación con su familia, amigos y pareja. En ese momento conoce en un avión a Greta, una misteriosa mujer con un pasado oculto. Gracias al apasionante relato de Greta, que tuvo que rebelarse contra una sociedad que la rechazaba, Patricia descubrirá que en este mundo inseguro lo único que puede salvarte es creer en ti misma.


«Todos los seres humanos tenemos al menos una oportunidad de realizar un gran cambio vital, nuestra crisálida, y renacer convertidos en algo más auténtico, más fuerte y más libre.»

Con una historia apasionante y esperanzadora que combina emoción, intriga y actualidad, El sueño de la crisálida es la crónica de la mujer de hoy en día, de los retos a los que se enfrenta como profesional, hija, madre, amante y amiga. Un retrato veraz y necesario sobre la sociedad del siglo XXI, que, debido a la prisa, el consumismo, las adicciones digitales y la autoexigencia, nos ha convertido en esclavos de lo urgente para hacernos olvidar lo importante.

Porque todos somos crisálidas con posibilidad de convertirnos en mariposas y alcanzar nuestros sueños.

BOOKTRAILER:



ASÍ COMIENZA LA HISTORIA:

La primera crisálida
Lo más increíble de los milagros es que suceden.

CHESTERTON

¿Cuántas horas pueden estar dos personas sentadas, una al lado de la otra, sin comunicarse? Yo he comprobado que entre ocho y trece.

¿Y dónde? En un avión y en un trabajo. Seguramente son más, pero ese, al menos, es mi récord.

En un pasado muy reciente, cuando nuestra atención aún no había sido secuestrada por el fulgor hipnótico de móviles y tablets, recuerdo haber disfrutado de conversaciones insólitas con mis compañeros de viaje: en trenes, en autobuses, vuelos transatlánticos, incluso en el metro. Viajeros anónimos que conocía durante un corto fragmento de su existencia y de los que me daba tristeza despedirme ya que, casi antes de sentarse, me confesaban su vida. Ese era mi superpoder. Uno muy útil cuando eres periodista: adulterios, ruinas económicas, enamoramientos, dramas cotidianos, incestos, dudas existenciales, fugas de agua… conocería de ellos sólo lo que estuvieran dispuestos a confesarme y que terminaba siendo más íntimo de lo que hubieran previsto, supongo, relajados ante el anonimato y la seguridad de no volver a vernos.

Sin embargo, cuando conocí a Greta en ese Boeing 747 Nueva York-Madrid, hacía años que me había vuelto invisible para mis compañeros de viaje y ellos para mí. Era como si el mundo entero me hubiera retirado su confianza. Por eso nunca imaginé que esas siete horas de conversación se prolongarían a todo un año de confesiones y mucho menos que estas serían mutuas. Notas que termino hoy de revisar y que comencé a escribir también sin prever, ni por lo más remoto, su destino final.

De alguna manera, cruzar el océano Atlántico aquella primavera de 2017 rompió mi maleficio. El que ahora sé que arrastraba desde que dejé el periodismo. Me estremece pensar en lo distintas que serían nuestras vidas de no haber comenzado aquella conversación.

Por qué su historia me enganchó como un anzuelo desde su primera palabra, por qué empecé a escribirla y he luchado tanto por publicarla son preguntas que sólo he podido contestarme al finalizar este libro.




Sin embargo, sí tuve, desde el primer instante, una certeza: la historia de Greta nunca se había contado antes. No por lo que haya en ella de polémica, sino porque habla de esa mágica capacidad nuestra para reconstruirnos.

¿La capacidad de quién? De nosotros. Del ser humano. De nuestra necesidad de transformación. De algo que ahora mismo y por culpa de Leandro Mateos, experto en insectos voladores y en mi persona a partes iguales, me obsesiona: la crisálida. Nuestro único y gran cambio vital. Algo en lo que siempre creí, pero a lo que hasta ahora no he sabido dar nombre: la sospecha de que todos los seres humanos tenemos al menos una oportunidad de realizar un cambio de ciento ochenta grados para adquirir nuestra forma más auténtica; la ocasión de poner a prueba nuestra gran capacidad de transformación, propia y de nuestro entorno. Y la tenemos, aunque a veces nos creamos incapaces de ejercitarla o de creer en ella.

Pero la primera crisálida también tuvo que soñar sus alas.

En el fondo, creo que siempre he confiado en ese poder nuestro para obrar el milagro de un cambio. Uno importante: duelos, posguerras, rupturas, heridas, tsunamis, crisis, desilusiones, pandemias, catástrofes, esos procesos capaces de llevarnos al punto de deshacernos por completo como pobres orugas destinadas a arrastrarnos por la tierra pueden inducirnos, al mismo tiempo, a un fuerte renacer con una nueva capacidad: la de volar. Curiosamente, cuando conocí a Greta, había dejado de confiar en todo esto.

Empiezo a escribir el prólogo a esta historia también, no me importa decirlo, protegida por la ficción. Y es que tras mis años de carrera periodística he comprobado aquello que una vez me dijo Ernesto, mi primer mentor en el periódico, cuando me acogió bajo su ala y aún me daba apuro levantar la mano en las ruedas de prensa: que algunas veces la ficción nos permite aproximarnos más a la realidad o sentirnos más libres para contarla. Por eso, aprovecho estas líneas previas para advertir que los nombres y los lugares de este relato han sido modificados con el fin de preservar la privacidad de sus protagonistas.

Así lo han querido y así lo respeto.

Confieso que hoy, 18 de mayo de 2018, mientras escribo las líneas que cerrarán esta historia para por fin abrirla al mundo, ha dejado de preocuparme si va a compensarme el alboroto de esa polémica que no busco, las torpes y engorrosas amenazas sufridas, los ladridos de desconocidos que no profundizarán en mis razones, las susceptibilidades de algunos amigos, el barullo deslenguado de las redes… sólo por querer contar la que considero una gran historia. Una necesaria.

¿Por qué ha dejado de preocuparme todo esto? Porque ya la he contado. Su historia pero también la mía.

El sueño de una crisálida es un sueño lleno de cosas.

No es un sueño inactivo. Es un tiempo muerto en el que se opera un proceso solitario y milagroso, en el que es necesario detenerse… y el silencio.

Dos cosas que yo nunca me habría permitido antes.

Hoy, tras este inmenso viaje de un año, creo saber lo que piensa una crisálida durante su lento y traumático proceso:

Voy a rebelarme contra este cansancio. Voy a hacer real lo que ahora sueño. Voy a transformarme en lo que quiero ser. Voy a volar a donde me apetezca. Y nunca jamás volveré a arrastrarme.

Como escribió Chesterton: «Lo más increíble de los milagros es que suceden», y yo he sido testigo de uno y quiero contarlo.

Un milagro humano. Uno de nuestro tamaño.

Tan inmenso y cotidiano como lo es el milagro del amor o de la vida.

Una vez escuché que lo único que nos aparta de la felicidad es el miedo al cambio. Greta —como decidimos juntas que la llamaría para proteger su anonimato— también lo tuvo, pero lo está venciendo. Si ha roto o no la transparente crisálida en la que durante este año se ha ido transformando, lo descubriremos más adelante. Pero soy feliz de haber tenido la suerte de que me relatara, desde el interior de su infranqueable cápsula de seda, lo que un ser humano siente al deshacerse y volver a nacer, convertida en otra cosa.

En algo mejor y más libre.

Acompañarla en ese proceso me ha aportado una luz poderosa: saber que es posible.

PATRICIA MONTMANY

Madrid, 18 de mayo de 2018

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SOBRE LA AUTORA:

Vanessa Montfort (Barcelona, 1975) es novelista y dramaturga, y está considerada una de las voces destacadas de la reciente literatura española que ha traspasado nuestras fronteras.

Licenciada en Ciencias de la información, cuenta con tres novelas previas premiadas que van desde el thriller hasta la novela histórica: El ingrediente secreto (Premio Ateneo Joven de Sevilla, 2006), Mitología de Nueva York (Premio Ateneo de Sevilla, 2010) y La leyenda de la isla sin voz (Premio Ciudad de Zaragoza a la mejor novela histórica del año. Plaza & Janés, 2014), un éxito de crítica editado en varios países.

Dentro de su variada obra teatral -entre comedia, drama, musical o género fantástico- destacan Flashback, La cortesía de los ciegos y Tierra de tiza, escritos para el Royal Court Theatre de Londres; La Regenta, versión libre de la novela de Clarín (Teatros del Canal, 2012); El galgo (Fundación SGAE, 2013) o Sirena negra, llevada al cine por Elio Quiroga (Festival de Sitges, 2015).

Como directora y dramaturga ha llevado a escena desde óperas de cámara como Ángelus Novus (Teatros del Canal, 2015) hasta teatro fantástico. A partir de 2015 dirige la Compañía Teatral Hijos de Mary Shelley, la primera formación en España dedicada a este género que se presenta en Madrid con El hogar del monstruo (Centro Dramático Nacional, 2016).

Su obra está siendo traducida, estrenada y publicada en antologías y estudios críticos de Europa, Estados Unidos, América Latina y Asia y cuenta con reconocimientos internacionales entre los que destacan la Orden de los Descubridores de la St. John's University de Nueva York.

La humanización de los paisajes, el lirismo, la fuerza de los diálogos y el dibujo de los personajes y sus conflictos -espejo de la actualidad con un pie en lo extraordinario-, convierten sus obras en una montaña rusa emocional protagonizada por personajes inolvidables.

Web de Vanessa Montfort: click aquí

Instagram de Vanessa Montfort: @vanessa_montfort

Twitter de Vanessa Montfort: @vanessamontfort

Facebook de Vanessa Montfort: Vanessa Montfort Official Page

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Comentarios

  1. Este libro resultó ser una gran confirmación de mis propios procesos de descubrir cómo es la metamorfosis humana, algo que solo puede descubrirse viviéndolo, atravesándolo, creándolo... Lo terminé anoche profundamente conmovida. Sigo dedicándome a reunirme y compartir lo que voy descubriendo con quienes no compren la idea de crisis sino la de oportunidad. Estoy disponible para acompañar a aquellos quienes, como la oruga, no le exigen al colibrí que las lleve a volar, no incitan a las hormigas a aislarse, no le piden al mundo que cambie; se construyen una crisálida para transformarse a sí mismos y percibir el mundo con una perspectiva nueva. Y eso hace toda la diferencia...! Llena de gratitud por este libro y por la cadena de manos amorosas que hicieron que llegara a mis manos, otro guiño de "cadena de favores".

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