Un informe del Programa Iberoamericano de Bibliotecas Públicas - Iberbibliotecas y de la Universidad de Salamanca revela que si bien el 85% de los lectores latinoamericanos considera que tiene “buen nivel de conocimientos” sobre la lectura digital, menos de la mitad nunca leyó en ese formato. También son muy bajos los conocimientos de tipos de archivos y aplicaciones y el uso de dispositivos móviles para leer libros electrónicos.
Si bien la gran mayoría de los lectores latinoamericanos considera que tiene un “buen nivel de conocimientos” sobre lectura digital, menos de la mitad nunca leyó en ese formato, mientras que seis de cada diez no conocen los archivos estándar y no utilizan dispositivos móviles para leer libros electrónicos, según se desprende de un informe elaborado por el Programa Iberoamericano de Bibliotecas Públicas - Iberbibliotecas y la Universidad de Salamanca (España).
De todos modos, buena parte de los consultados reconoce que preferiría el libro electrónico por sobre el impreso, ya que valora más su accesibilidad instantánea y su adaptación al lector, pero a condición que fuera más económico al público o que las bibliotecas lo ofrecieran con mayor frecuencia.
El informe ‘Circulación de libros electrónicos y contenidos digitales en las redes de bibliotecas públicas de Iberoamérica’ fue realizado entre 2017 y 2018 mediante encuestas a 1.963 usuarios de bibliotecas de Argentina (únicamente en la Ciudad de Buenos Aires), Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, España, México, Paraguay y Perú. En Mendoza fue presentado durante el II Seminario ‘La realidad del libro electrónico en las Bibliotecas de Argentina’ por su autor Julio Alonso Arévalo, jefe de la Biblioteca de la Facultad de Traducción y Documentación de la Universidad de Salamanca.
“El problema está fundamentalmente en un gran desconocimiento de la lectura digital a pesar de lo que puedan creer. El lector piensa que un libro electrónico es una trasposición de un ejemplar impreso a una pantalla, pero el soporte digital conlleva muchas más posibilidades, tanto en el diseño de portada como en los sistemas de intervención sobre los textos y las cuestiones relativas a la interacción con otras aplicaciones”, explica a MDZ Alonso Arévalo, reconocido especialista en lectura digital y acceso abierto.
En cuanto a los que sí usan aparatos móviles, más de la mitad prefiere el teléfono celular, el 40% la tablet con Android y el 15% el Kindle. Además, solo el 20% conoce la aplicación de lectura Amazon y el 19% PDF App.
“En países más desarrollados, el acceso económico facilita la disposición de una tableta o un teléfono móvil, por lo que lectura digital está más arraigada; sin embargo, los lectores que viven en países con economías más deficientes recurren a los ordenadores, que solo abren archivos en PDF”, considera el bibliotecario español.
Si se tiene en cuenta que en la Argentina y en Mendoza, la penetración de la telefonía celular es de 139,94 y 148,18 aparatos cada 100 habitantes, respectivamente, esta disociación también podría interpretarse como una predisposición de los latinoamericanos a leer en sus celulares y tabletas contenidos digitales más livianos, mientras que las computadoras son empleadas para la lectura de libros electrónicos.
Alonso Arévalo cree que la gente no asocia la lectura digital con otras plataformas como las redes sociales, los periódicos online o las enciclopedias abiertas tipo wikis, porque “el libro es un símbolo del hombre culto, entonces la idea tradicional de lectura siempre se circunscribe a los libros electrónicos y no incluye a blogs o páginas web”. En esa línea, añadió que “las prácticas de lectoescritura hoy son mayores que nunca, ya que delante de una pantalla de móvil o de una red social, las personas quieren no solo recibir información, sino que además quieren opinar y ser escuchadas. La cuestión es la profundidad de esa lectura”.
Ventajas y desventajas del libro electrónico
Por otro lado, el 50% de los encuestados valora la capacidad de acceso del libro digital ‘en cualquier lugar y en cualquier momento’, contra el 18% de los que opinan así del libro impreso, mientras que el 23% pondera a ambos por igual y el 9% a ninguno.
En cambio, el 61% considera que el formato electrónico tiene mejores cualidades para usar varios documentos en simultáneo, frente al 13% que prefiere el impreso. De todos modos, el 60% estima que ambos formatos son iguales de usar y el 33% opina lo mismo en cuanto a la opción de subrayar y anotar, aunque en este último punto hubo una mayor preferencia por el impreso (39%) sobre el electrónico (20%).
Sobre qué haría al libro electrónico más adecuado para su uso, los lectores expresan en orden de prevalencia:
1- Más títulos disponibles
2- Precios más asequibles o en gratuidad
3- Más facilidad de acceso
4- Más títulos actuales
5- Menos restricciones sobre impresión y copia
Además, el informe señala que “más de la mitad (de los lectores) manifiestan que utilizarían a menudo o muy a menudo el formato digital si tuvieran la posibilidad de elegir entre uno y otro formato”. Sin embargo, al responder por qué no acceden a los libros electrónicos, muchos argumentan que las bibliotecas no disponen de éstos o que su costo es más caro, a pesar que cuestan entre 30 y 50% menos que las ediciones impresas.
Respecto a la escasez en las bibliotecas, Alonso Arévalo indica que “el coste de lo digital para las bibliotecas es alto, ya que adquirir libros electrónicos para una licencia pública de préstamo puede costar entre seis y doce veces más de lo que valen al público. Es una cuestión que limita mucho la disponibilidad de plataformas digitales para ofrecer esos contenidos, porque los presupuestos de las instituciones son exiguos incluso para lo básico”.
En ese marco, sostiene que “se deberían impulsar políticas que favorezcan la disposición de plataformas digitales de acceso abierto, que alberguen contenidos digitales con licencias abiertas y que no suponen un gran gasto”. Para ello, será clave el rol de las bibliotecas y los bibliotecarios, encargados de reunir las publicaciones en código abierto que están muy dispersas en la web", reflexiona Alonso Arévalo: “Lo importante es que las instituciones no vean los beneficios solo de tipo económico, porque aunque es claro que hay que cubrir los gastos, esa inversión tiene un sentido simbólico de cara a la promoción de la lectura y la alfabetización digital”.
Fuente: Mendoza Online
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Si bien la gran mayoría de los lectores latinoamericanos considera que tiene un “buen nivel de conocimientos” sobre lectura digital, menos de la mitad nunca leyó en ese formato, mientras que seis de cada diez no conocen los archivos estándar y no utilizan dispositivos móviles para leer libros electrónicos, según se desprende de un informe elaborado por el Programa Iberoamericano de Bibliotecas Públicas - Iberbibliotecas y la Universidad de Salamanca (España).
De todos modos, buena parte de los consultados reconoce que preferiría el libro electrónico por sobre el impreso, ya que valora más su accesibilidad instantánea y su adaptación al lector, pero a condición que fuera más económico al público o que las bibliotecas lo ofrecieran con mayor frecuencia.
El informe ‘Circulación de libros electrónicos y contenidos digitales en las redes de bibliotecas públicas de Iberoamérica’ fue realizado entre 2017 y 2018 mediante encuestas a 1.963 usuarios de bibliotecas de Argentina (únicamente en la Ciudad de Buenos Aires), Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, España, México, Paraguay y Perú. En Mendoza fue presentado durante el II Seminario ‘La realidad del libro electrónico en las Bibliotecas de Argentina’ por su autor Julio Alonso Arévalo, jefe de la Biblioteca de la Facultad de Traducción y Documentación de la Universidad de Salamanca.
85% de los encuestados cree tener un ‘buen nivel de conocimientos’ sobre el uso y manejo de los recursos electrónicos; sin embargo, el 44,9% reconoce que ‘no lee nunca en digital’.
“El problema está fundamentalmente en un gran desconocimiento de la lectura digital a pesar de lo que puedan creer. El lector piensa que un libro electrónico es una trasposición de un ejemplar impreso a una pantalla, pero el soporte digital conlleva muchas más posibilidades, tanto en el diseño de portada como en los sistemas de intervención sobre los textos y las cuestiones relativas a la interacción con otras aplicaciones”, explica a MDZ Alonso Arévalo, reconocido especialista en lectura digital y acceso abierto.
75% de los lectores digitales leen en una computadora de escritorio, el 50% en una tablet y el 20% en un dispositivo eReader.
En cuanto a los que sí usan aparatos móviles, más de la mitad prefiere el teléfono celular, el 40% la tablet con Android y el 15% el Kindle. Además, solo el 20% conoce la aplicación de lectura Amazon y el 19% PDF App.
90% lee libros electrónicos en formato PDF, mientras que el 38% visualiza archivos de lectura en ePub y el 15% en MOBI.
“En países más desarrollados, el acceso económico facilita la disposición de una tableta o un teléfono móvil, por lo que lectura digital está más arraigada; sin embargo, los lectores que viven en países con economías más deficientes recurren a los ordenadores, que solo abren archivos en PDF”, considera el bibliotecario español.
Si se tiene en cuenta que en la Argentina y en Mendoza, la penetración de la telefonía celular es de 139,94 y 148,18 aparatos cada 100 habitantes, respectivamente, esta disociación también podría interpretarse como una predisposición de los latinoamericanos a leer en sus celulares y tabletas contenidos digitales más livianos, mientras que las computadoras son empleadas para la lectura de libros electrónicos.
63% de las familias mendocinas tienen una computadora. Los smartphones están presentes en el 81% de los hogares de la provincia, según el Indec.
Alonso Arévalo cree que la gente no asocia la lectura digital con otras plataformas como las redes sociales, los periódicos online o las enciclopedias abiertas tipo wikis, porque “el libro es un símbolo del hombre culto, entonces la idea tradicional de lectura siempre se circunscribe a los libros electrónicos y no incluye a blogs o páginas web”. En esa línea, añadió que “las prácticas de lectoescritura hoy son mayores que nunca, ya que delante de una pantalla de móvil o de una red social, las personas quieren no solo recibir información, sino que además quieren opinar y ser escuchadas. La cuestión es la profundidad de esa lectura”.
Ventajas y desventajas del libro electrónico
Por otro lado, el 50% de los encuestados valora la capacidad de acceso del libro digital ‘en cualquier lugar y en cualquier momento’, contra el 18% de los que opinan así del libro impreso, mientras que el 23% pondera a ambos por igual y el 9% a ninguno.
15% se decanta por el libro electrónico como fácil para compartir, lejos del 51% que prefiere el impreso. Esto se explicaría por los sistemas de seguridad de Gestión de Derechos Digitales (DRM, por sus siglas en inglés) dispuestos por las plataformas comerciales y que impiden la difusión de los contenidos.
En cambio, el 61% considera que el formato electrónico tiene mejores cualidades para usar varios documentos en simultáneo, frente al 13% que prefiere el impreso. De todos modos, el 60% estima que ambos formatos son iguales de usar y el 33% opina lo mismo en cuanto a la opción de subrayar y anotar, aunque en este último punto hubo una mayor preferencia por el impreso (39%) sobre el electrónico (20%).
Sobre qué haría al libro electrónico más adecuado para su uso, los lectores expresan en orden de prevalencia:
1- Más títulos disponibles
2- Precios más asequibles o en gratuidad
3- Más facilidad de acceso
4- Más títulos actuales
5- Menos restricciones sobre impresión y copia
Además, el informe señala que “más de la mitad (de los lectores) manifiestan que utilizarían a menudo o muy a menudo el formato digital si tuvieran la posibilidad de elegir entre uno y otro formato”. Sin embargo, al responder por qué no acceden a los libros electrónicos, muchos argumentan que las bibliotecas no disponen de éstos o que su costo es más caro, a pesar que cuestan entre 30 y 50% menos que las ediciones impresas.
Respecto a la escasez en las bibliotecas, Alonso Arévalo indica que “el coste de lo digital para las bibliotecas es alto, ya que adquirir libros electrónicos para una licencia pública de préstamo puede costar entre seis y doce veces más de lo que valen al público. Es una cuestión que limita mucho la disponibilidad de plataformas digitales para ofrecer esos contenidos, porque los presupuestos de las instituciones son exiguos incluso para lo básico”.
En ese marco, sostiene que “se deberían impulsar políticas que favorezcan la disposición de plataformas digitales de acceso abierto, que alberguen contenidos digitales con licencias abiertas y que no suponen un gran gasto”. Para ello, será clave el rol de las bibliotecas y los bibliotecarios, encargados de reunir las publicaciones en código abierto que están muy dispersas en la web", reflexiona Alonso Arévalo: “Lo importante es que las instituciones no vean los beneficios solo de tipo económico, porque aunque es claro que hay que cubrir los gastos, esa inversión tiene un sentido simbólico de cara a la promoción de la lectura y la alfabetización digital”.
Fuente: Mendoza Online
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