El crimen de un amigo de la infancia motiva, después de ocho años, el regreso de un joven a Lanús. Una historia tan vital como profunda que atraviesa una infinidad de temas sin pasar ninguno por alto. #QuedateEnCasa #QuedateEnCasaLeyendo
SINOPSIS:
La primera novela publicada por el escritor y periodista Sergio Olguín es tan vital como profunda y atraviesa una infinidad de temas sin pasar ninguno por alto: el deseo y sus vicisitudes, la vuelta al barrio, la búsqueda de justicia, las heridas que a veces se infringen los seres queridos y esas frustraciones que se padecen como un trauma.
Adrián, un joven que casi llega a triunfar en el fútbol, queda paralizado ante una noticia: Francisco, una amigo de la infancia que alguna vez le salvó la vida pero a quien no ve hace años, fue asesinado por la Bonaerense. Y aun peor: le había dejado varios mensajes pidiéndole volver a encontrarse, aunque sin dar ninguna clave sobre su muerte. A pesar de todas las advertencias, Adrián decide regresar a Lanús para despedirlo y, en el entierro, no solo se reencuentra con su viejo grupo de amigos sino que además da con una punta para investigar los cabos sueltos en el crimen de Francisco.
Rara mezcla de calle y sensibilidad, Lanús se convirtió con los años en una de las grandes novelas de iniciación bonaerense.
COMENZAR A LEER:
1. Mil pesos para un aborto
Siempre viajaba de esa manera: el cuerpo apoyado al filo de una de las puertas, uno de los pies dentro del tren y el otro casi flotando en el aire, una mano apoyada en la puerta para mantenerla abierta y la cabeza afuera, hundida en el viento húmedo del Gran Buenos Aires. Viajaba siempre así, pero esta vez además era necesario. Había quedado con Mariela en encontrarse en el tren y no podía arriesgarse a que ella no lo viera. No había tiempo que perder. Mariela y Francisco debían llegar a Capital lo más pronto posible, resolver su problema bien temprano y luego perderse entre la gente del Centro, ahí donde nadie los reconocería.
A pesar del viento, Francisco necesitó un par de estaciones para volver a sentir el placer de las casas y los baldíos que desaparecían de su vista tan pronto como se presentaban, vertiginosamente. Los primeros cinco minutos de tren habían sido agitados, él casi sin aire y con un leve temblor en las piernas. Había sentido la tentación de sentarse un rato, ovillarse, hacerse chiquito en un asiento, lejos de la ventana para que nadie lo viera. Para que no lo vieran Tito, Wilson o alguno de sus muchachos. Resistió a su debilidad. Había algo de cábala o de superstición en eso: si sentía miedo, iba a fracasar; si actuaba con decisión como un actor de película, la victoria estaba asegurada.
Cuando el tren comenzó a frenar en estación Lanús todavía sentía pegado a la piel lo que había ocurrido veinte minutos antes. Sacarle mil pesos a Tito era muy grave. Por mucho menos de mil habían reventado a golpes a más de uno. No se jode con tipos así. Sobre todo si confiaba en uno, si el tipo le pasaba la mano por el hombro, si le tiraba cien pesitos un sábado así porque sí y hasta le hacía guardar la plata de la quiniela durante toda la noche porque sabía que la cuidaba, la contaba mil veces y a la mañana bien temprano se la llevaba a su bar de la calle Gorriti, donde Tito desayunaba mientras leía el diario.
Tito era un hombre de dos mundos: hacía diez años que había dejado Lanús para instalarse en Lomas de Zamora. De domingo a jueves vivía en una casona de Banfield y se movía en los bares de la zona. Los viernes y sábados volvía a Lanús, donde se encontraba con todos los conocidos de su vida, sus verdaderas personas de confianza. Mantenía los negocios del barrio pero había crecido lo suficiente como para que todos los que jugaran a la quiniela desde Temperley a Avellaneda tuvieran que hacerlo con gente de Tito o con la de sus socios. Bares, kioscos, puestos de diarios y hasta alguna farmacia formaban parte de un circuito de levantadores de quiniela en el que Tito se había erigido rey. Su mayor mérito era no meterse en otros negocios ilegales que no fueran las apuestas clandestinas (y dentro de las apuestas, los números de la quiniela, nada de garitos o casinos clandestinos). Apenas si tenía participación en un circuito de autos robados, una actividad que desarrollaba porque se lo había pedido gente muy importante y no podía negarse. Sus otras virtudes eran la fidelidad que profesaba hacia arriba y hacia abajo y su inflexibilidad ante alguna traición. Por eso, para evitar ser traicionado, siempre buscaba a pibes del barrio, a esos que había visto nacer y luego jugar en la puerta de su primer bar.
A Francisco le quedaban sólo sesenta pesos de lo que había ganado el último mes. Pero el día anterior Tito le había dado mil que la policía iba a pasar a buscar por el kiosco. Los canas lo conocían, lo trataban con cariño. Le decían Perico. Se llevaban los diarios, algunas revistas y los mil pesos.
—Dice Tito que pasen mañana.
A los canas no les gustó nada, querían hablar con el Jefe. Francisco les explicó que a Tito lo había mejicaneado un tipo con dinero falso y que la plata iba a estar al día siguiente. No era la primera vez que se atrasaba un día...
(Fin del fragmento)
FICHA DEL LIBRO:
Título: Lanús
Autor: Sergio Olguín
Sello: ALFAGUARA
Fecha publicación: 06/2018
Idioma: Español
Formato, páginas: Tapa blanda, 296
Medidas: 15 X 23,5 cm
ISBN: 9789877384796
Temáticas: Literatura contemporánea
Colección: Hispánica
Edad recomendada: Adultos
CONOCIENDO AL AUTOR:
Sergio Olguín nació en Buenos Aires en 1967. En 1998 publicó el libro de cuentos Las griegas y en 2002 su primera novela, Lanús. Luego aparecieron las novelas Filo (2003), El equipo de los sueños (2004) y Springfield (2007).
Ganó el Premio Tusquets con Oscura monótona sangre (2009). Su libro infantil Cómo cocinar un plato volador (2011) fue galardonado con el White Ravens (Internationale Jugendbibliothek, Alemania).
Sus novelas La fragilidad de los cuerpos (2012), Las extranjeras (2014) y No hay amores felices (2016) pertenecen al género policial.
Su novela 1982 (2017). Fue traducido al alemán, al francés y al italiano. En 2014 recibió el Premio Konex Diploma al Mérito como uno de los cinco mejores novelistas del período 2011-2013.
Su último libro es Los hombres son todos iguales (Tusquets Editores Argentina, 2019).
Sergio Olguín en Twitter: @olguinserg
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"Mientras caminaba por esas calles se dio cuenta de dos cosas: que había hecho bien en no volver al barrio y que jamás iba a poder irse de ahí."
SINOPSIS:
La primera novela publicada por el escritor y periodista Sergio Olguín es tan vital como profunda y atraviesa una infinidad de temas sin pasar ninguno por alto: el deseo y sus vicisitudes, la vuelta al barrio, la búsqueda de justicia, las heridas que a veces se infringen los seres queridos y esas frustraciones que se padecen como un trauma.
Adrián, un joven que casi llega a triunfar en el fútbol, queda paralizado ante una noticia: Francisco, una amigo de la infancia que alguna vez le salvó la vida pero a quien no ve hace años, fue asesinado por la Bonaerense. Y aun peor: le había dejado varios mensajes pidiéndole volver a encontrarse, aunque sin dar ninguna clave sobre su muerte. A pesar de todas las advertencias, Adrián decide regresar a Lanús para despedirlo y, en el entierro, no solo se reencuentra con su viejo grupo de amigos sino que además da con una punta para investigar los cabos sueltos en el crimen de Francisco.
Rara mezcla de calle y sensibilidad, Lanús se convirtió con los años en una de las grandes novelas de iniciación bonaerense.
COMENZAR A LEER:
1. Mil pesos para un aborto
Siempre viajaba de esa manera: el cuerpo apoyado al filo de una de las puertas, uno de los pies dentro del tren y el otro casi flotando en el aire, una mano apoyada en la puerta para mantenerla abierta y la cabeza afuera, hundida en el viento húmedo del Gran Buenos Aires. Viajaba siempre así, pero esta vez además era necesario. Había quedado con Mariela en encontrarse en el tren y no podía arriesgarse a que ella no lo viera. No había tiempo que perder. Mariela y Francisco debían llegar a Capital lo más pronto posible, resolver su problema bien temprano y luego perderse entre la gente del Centro, ahí donde nadie los reconocería.
A pesar del viento, Francisco necesitó un par de estaciones para volver a sentir el placer de las casas y los baldíos que desaparecían de su vista tan pronto como se presentaban, vertiginosamente. Los primeros cinco minutos de tren habían sido agitados, él casi sin aire y con un leve temblor en las piernas. Había sentido la tentación de sentarse un rato, ovillarse, hacerse chiquito en un asiento, lejos de la ventana para que nadie lo viera. Para que no lo vieran Tito, Wilson o alguno de sus muchachos. Resistió a su debilidad. Había algo de cábala o de superstición en eso: si sentía miedo, iba a fracasar; si actuaba con decisión como un actor de película, la victoria estaba asegurada.
Cuando el tren comenzó a frenar en estación Lanús todavía sentía pegado a la piel lo que había ocurrido veinte minutos antes. Sacarle mil pesos a Tito era muy grave. Por mucho menos de mil habían reventado a golpes a más de uno. No se jode con tipos así. Sobre todo si confiaba en uno, si el tipo le pasaba la mano por el hombro, si le tiraba cien pesitos un sábado así porque sí y hasta le hacía guardar la plata de la quiniela durante toda la noche porque sabía que la cuidaba, la contaba mil veces y a la mañana bien temprano se la llevaba a su bar de la calle Gorriti, donde Tito desayunaba mientras leía el diario.
Tito era un hombre de dos mundos: hacía diez años que había dejado Lanús para instalarse en Lomas de Zamora. De domingo a jueves vivía en una casona de Banfield y se movía en los bares de la zona. Los viernes y sábados volvía a Lanús, donde se encontraba con todos los conocidos de su vida, sus verdaderas personas de confianza. Mantenía los negocios del barrio pero había crecido lo suficiente como para que todos los que jugaran a la quiniela desde Temperley a Avellaneda tuvieran que hacerlo con gente de Tito o con la de sus socios. Bares, kioscos, puestos de diarios y hasta alguna farmacia formaban parte de un circuito de levantadores de quiniela en el que Tito se había erigido rey. Su mayor mérito era no meterse en otros negocios ilegales que no fueran las apuestas clandestinas (y dentro de las apuestas, los números de la quiniela, nada de garitos o casinos clandestinos). Apenas si tenía participación en un circuito de autos robados, una actividad que desarrollaba porque se lo había pedido gente muy importante y no podía negarse. Sus otras virtudes eran la fidelidad que profesaba hacia arriba y hacia abajo y su inflexibilidad ante alguna traición. Por eso, para evitar ser traicionado, siempre buscaba a pibes del barrio, a esos que había visto nacer y luego jugar en la puerta de su primer bar.
A Francisco le quedaban sólo sesenta pesos de lo que había ganado el último mes. Pero el día anterior Tito le había dado mil que la policía iba a pasar a buscar por el kiosco. Los canas lo conocían, lo trataban con cariño. Le decían Perico. Se llevaban los diarios, algunas revistas y los mil pesos.
—Dice Tito que pasen mañana.
A los canas no les gustó nada, querían hablar con el Jefe. Francisco les explicó que a Tito lo había mejicaneado un tipo con dinero falso y que la plata iba a estar al día siguiente. No era la primera vez que se atrasaba un día...
(Fin del fragmento)
FICHA DEL LIBRO:
Título: Lanús
Autor: Sergio Olguín
Sello: ALFAGUARA
Fecha publicación: 06/2018
Idioma: Español
Formato, páginas: Tapa blanda, 296
Medidas: 15 X 23,5 cm
ISBN: 9789877384796
Temáticas: Literatura contemporánea
Colección: Hispánica
Edad recomendada: Adultos
CONOCIENDO AL AUTOR:
Sergio Olguín nació en Buenos Aires en 1967. En 1998 publicó el libro de cuentos Las griegas y en 2002 su primera novela, Lanús. Luego aparecieron las novelas Filo (2003), El equipo de los sueños (2004) y Springfield (2007).
Ganó el Premio Tusquets con Oscura monótona sangre (2009). Su libro infantil Cómo cocinar un plato volador (2011) fue galardonado con el White Ravens (Internationale Jugendbibliothek, Alemania).
Sus novelas La fragilidad de los cuerpos (2012), Las extranjeras (2014) y No hay amores felices (2016) pertenecen al género policial.
Su novela 1982 (2017). Fue traducido al alemán, al francés y al italiano. En 2014 recibió el Premio Konex Diploma al Mérito como uno de los cinco mejores novelistas del período 2011-2013.
Su último libro es Los hombres son todos iguales (Tusquets Editores Argentina, 2019).
Sergio Olguín en Twitter: @olguinserg
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