El último informe PISA muestra que los alumnos de 15 años que afrontaron en clase textos extensos obtuvieron más puntuación que aquellos que lo hicieron con apuntes más cortos.
Alumnos de la ESO en un instituto público en Aragón. CARLOS GIL-ROIG |
Leer en papel permite un mejor rendimiento en esa actividad que hacerlo en una pantalla, según un informe elaborado por la OCDE, organismo que agrupa a los 37 países a los que asesora sobre políticas públicas. Al comparar el rendimiento de los estudiantes que aseguraron que “casi nunca” o “nunca” leen libros con los que afirmaron que sí lo hacen, estos segundos obtuvieron mejores resultados. Pero hubo otra diferencia significativa, relacionada con el formato de lectura: los que escogieron el papel frente a lo digital salieron ganando. Este estudio ha sido elaborado a partir de los datos del informe PISA 2018, destinado a medir la competencia de los alumnos de 15 años en matemáticas, ciencias y comprensión lectora. En esta última prueba, los alumnos españoles de secundaria rindieron menos en lectura que los de otros países de su entorno: obtuvieron en esta última prueba 477 puntos, frente a los 487 de media de los 37 países.
Ese resultado se dio a conocer el pasado julio, y ahora el nuevo informe de la OCDE ha revelado que los estudiantes españoles lectores de libros en papel obtuvieron 46 puntos más que los que “casi nunca” o “nunca” leen libros (en el global de la OCDE, la diferencia promedio fue de 49 puntos) en la prueba general de lectura, mientras que los que solo leen libros digitales alcanzaron 26 puntos más (15, en la OCDE). Los que combinaron ambos formatos, 44 puntos más (37, en la OCDE). Además, los estudiantes que tuvieron que leer textos más extensos para elaborar sus deberes (101 páginas o más) lograron 31 puntos más en la prueba de lectura que los que dijeron leer textos más cortos (10 páginas o menos). ¿Cómo se explica que la lectura en papel conduzca a una mejor comprensión lectora?
Desde principios del año 2000 se han elaborado diversos estudios internacionales para comparar los efectos en la comprensión lectora de los formatos digital y papel. Una de las conclusiones principales indica que el papel suele ir asociado a una mejor comprensión, sobre todo cuando se trata de textos informativos y expositivos. Pablo Delgado, investigador en lectura digital de la Universidad de Valencia, explica: “A diferencia del narrativo, el texto expositivo se aleja más del lenguaje cotidiano, presenta más tecnicismos, mayor densidad y más inferencias entre diferentes ideas, y por ello requiere un mayor grado de concentración que se consigue en mayor medida con el papel”. Delgado es autor del estudio Don’t throw away your printed books (en español, “no te deshagas de tus libros en papel”), un análisis en el que revisó más de 40 investigaciones al respecto que coincidían en ese punto.
Otra de sus conclusiones indica que al imponer un límite de tiempo la lectura en papel resulta más efectiva que la digital. Delgado quiso afrontar su propio experimento y, con una muestra de 132 universitarios, midió su capacidad de concentración durante la lectura en ambos formatos. “Es lo que llamamos mind wandering (distracción de la mente), que es lo contrario del mindfulness o atención plena”, señala Delgado. Durante la prueba de lectura, cada minuto y medio se les preguntaba a los estudiantes si estaban concentrados en el contenido o si pensaban ya en cualquier otro asunto. “El resultado fue muy clarificador: los que leían en formato papel tenían menos pensamientos ajenos a la lectura que los que lo hacían en la pantalla del ordenador”, explica.
En 2011, Nicholas Carr, que fue director de la revista Harvard Business Review y que escribe sobre tecnología desde hace más de dos décadas, alertó en su libro superventas Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus) sobre los efectos de la multitarea propiciada por el uso de internet. Apoyándose en diferentes estudios científicos, Carr argumentó en ese libro que el formato digital incita a buscar lo breve y lo rápido, y aleja de la posibilidad de concentrarse en una sola cosa, de reflexionar y contemplar. “Cuando abres un libro te aíslas de todo porque no hay nada más que sus páginas. Cuando enciendes el ordenador te llegan mensajes por todas partes, es una máquina de interrupciones constantes”, declaró en una entrevista publicada en este periódico.
Otro de los factores que pueden influir en que los estudiantes que leen libros en papel obtengan mejores resultados en comprensión lectora es el tipo de familias a las que pertenecen, su capital sociocultural y los hábitos de lectura de los padres. José García Clavel, profesor del departamento de métodos cuantitativos de la Universidad de Murcia y coautor del estudio El papel de los padres en el desarrollo de la competencia lectora de sus hijos, analiza: “Que un adolescente de 15 años lea en papel puede dar mucha información de su contexto, no es solo el formato en sí, sino el tipo de cultura que ha visto en su casa y la repetición de ese hábito, teniendo en cuenta que en España la lectura de libros en formato digital entre adultos no está muy extendida”.
Dos niñas trabajan en clase con una tableta. SANTI BURGOS |
En esa investigación, que emprendió a partir de los datos de PISA 2009, analizaba países como Alemania y Portugal, donde las familias de los alumnos contestaron un cuestionario durante una hora y media ―España no participó en esta extensión de la prueba, ya que supone un coste adicional―, en el que respondían sobre diferentes cuestiones, entre ellas su entusiasmo por la lectura. En esos dos países, los alumnos pertenecientes a familias que afirmaron ser amantes de la lectura obtuvieron una media de 6,5 puntos más en la prueba de comprensión lectora que el resto.
“Se conoce como home literacy environment (condiciones que se dan en el hogar para el aprendizaje)”, indica García Clavel, “y claramente se ve que el hecho de disponer de una biblioteca en casa o ver a los padres leyendo de forma habitual tiene un impacto directo en el rendimiento de los hijos”.
Otros investigadores, como Daniel Cassany, del departamento de traducción y ciencias del lenguaje de la Universidad Pompeu Fabra, creen que los datos que recoge PISA no son suficientes para extraer conclusiones de por qué tienen mayor éxito académico los que leen en papel: “Es precipitado extraer conclusiones, los factores pueden ser muy variados y PISA no deja claro por qué se crea esa tendencia”. Leer en pantalla, sostiene Cassany, implica un papel más activo por parte del estudiante, más autónomo, porque requiere hacer búsquedas para confirmar cierta información. “Afirmar que leer en digital afecta a la capacidad de atención me parece perverso”, añade. “Hacen falta estudios que profundicen y afinen más”.
Opinión similar tiene Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología en la Facultad de Educación de la Complutense de Madrid. “Estos datos de PISA dan para que algún investigador se lance sobre los microdatos y haga un análisis más fino para tratar de encontrar algo, esa diferencia es difícil de explicar sin más indicadores”. Este catedrático considera que “tal vez” los alumnos que leen más libros en papel estén replicando el modelo de consumo de sus padres y por eso “sienten apego a ese formato”. Fernández Enguita cree que hay que ser muy cuidadoso a la hora de extraer conclusiones que puedan perjudicar la consolidación del trabajo con nuevos medios digitales en el aula, porque “en un soporte digital se puede leer más tiempo, más barato, más variado, o con mejores herramientas de búsqueda... y de eso tiene que ocuparse la escuela”.
Fuente: El País (Por: ANA TORRES MENÁRGUEZ)
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