La Biblioteca Escolar: “Perfil y rasgos fundamentales de su servicio”

La biblioteca escolar se erige en un inseparable integrante de la actividad educativa, amoldándose anatómicamente a las necesidades de la institución y de sus usuarios.

 Por: Guillermo Elías (*)


«Las malas bibliotecas crean colecciones, las buenas bibliotecas crean servicios, las grandes bibliotecas crean comunidades» 

(R. David Lankes/Director: de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de Carolina del Sur.)


Desde el preciso momento en que una pila de libros, bajo el encanto del orden, se convirtió en una biblioteca, surgió el espacio ideal que atrajo al intelecto humano, ávido en recrear y reinventar el mundo.

La Biblioteca de Alejandría, fue mucho más que una biblioteca. Se dieron cita en ella los más prestigiosos pensadores de su tiempo, con el objeto de adelantar el conocimiento. Estaban sin pensarlo, en algo mucho más parecido a lo que en la Edad Media se conocerá como Universidad.

Es imposible concebir la existencia de una institución educativa o de investigación, sin la presencia de una biblioteca.

La biblioteca escolar, no escapa a la regla. Desde la creación de la escuela pública en la Argentina, hubo una preocupación por dotar a los establecimientos, de los libros que debían aplicarse al uso en las aulas. Tímidamente al principio, el lugar de los textos cada vez más numerosos, logró organizarse y encontrar un espacio propio.

Esta situación que puso en evidencias su existencia y gravitación demandó luego la necesidad de contar con profesionales bibliotecarios para su ordenamiento y administración.

La biblioteca escolar se erige así, en inseparable integrante de la actividad educativa, amoldándose anatómicamente a las necesidades de la institución y de sus usuarios. Es una biblioteca especializada, por la singular característica de contar en su mayoría, con lectores cuyas edades oscilan entre los 6 y los 12 años. Esta condición exige un cuidadoso tratamiento al momento de elegir textos o materiales pedagógicos. El maestro bibliotecario posee una habilidad, para nada usual en otras bibliotecas, que consiste en:  evaluar, seleccionar y proponer materiales acordes a los diferentes grados y complejidades de lectura y comprensión, que son abiertamente pronunciados en la escuela primaria. (Un material de lectura empleado en primer grado, no puede usarse en séptimo, ni en cuarto grado).

En cuanto a su repositorio, también posee características especiales, el mismo está integrado por literatura infantil, manuales de grado, y documentación pedagógica.

Sus usuarios conforman una comunidad compuesta por alumnos de la institución, padres, docentes de todas las áreas, personal directivo y no docente. Hace algunos años, se propuso la posibilidad de abrir el servicio a la comunidad barrial, idea interesante, pero que, si se piensa mejor, pondría en riesgo la seguridad institucional. Es preciso tener en cuenta que en la Ciudad de Buenos Aires se dispone de una importante red de bibliotecas públicas que ofrecen ese servicio, lo que duplicaría las tareas, objetivos y esfuerzos de ambas.

El repositorio de la biblioteca escolar conformado a lo largo de los años por una gran diversidad de materiales está compuesto por libros, mapas, planos, láminas, discos fonográficos, partituras, materiales didácticos, y lo que el aluvión digital ha agregado. Muchas veces también integran estas colecciones documentos históricos, archivos institucionales compuestos por fotografías, manuscritos, recortes periodísticos, y hasta fílmicos.

Con objeto de un correcto tratamiento de la colección, creo pertinente establecer claramente los parámetros del método a aplicar en la selección de los ítems que deben integrar una biblioteca escolar. Es preciso descartar la idea generalizada de que cualquier libro sirve. Para ello se deberá realizar una correcta evaluación del fondo bibliográfico. Y luego aplicar una selección negativa que implique a todos los libros cuya temática escape a la razón de su utilización en el ámbito escolar, y los que por su obsolescencia tampoco aportan al proyecto educativo.

El bibliotecario, debe tener un conocimiento profundo de este proyecto, dado que es quien debe aplicar y entrecruzar lo objetivos bibliotecológicos con los del proceso pedagógico, siempre desde una mirada y un criterio profundamente profesional.

En las bibliotecas escolares, principalmente en las más antiguas, suelen encontrarse documentos que entre un 70 y un 80 por ciento no se adecuan al servicio. 

Debemos conformar una propuesta que posicione a la biblioteca escolar como una biblioteca de “uso” que debe entenderse como constante, sostenido y que sea el fiel reflejo del currículo vigente, descartando de plano la idea de un repositorio estrictamente de conservación.

Para el repositorio de uso se aplica la conservación preventiva, que consiste en explicar a los usuarios la correcta manipulación de los materiales. Además de emplear las técnicas de reparación, que maximizan la vida útil de los ejemplares.

Reciben un tratamiento diferencial: los documentos y objetos considerados únicos, tales como: los que pertenecen al archivo o a la historia institucional, los ejemplares que entendemos como raros o históricos. Éstos entran en la categoría estricta de la preservación, digitalización, documentación y difusión.

Recordemos que existen organismos destinados específicamente a la conservación y preservación del patrimonio educativo, la Biblioteca Nacional de Maestros (libros y otros) el Proyecto Huellas de la escuela del Ministerio de Educación del GCBA (patrimonio escolar).

También puede pensarse en la organización de un espacio dentro de la biblioteca para tener un muestreo de materiales antiguos con el fin de que los alumnos puedan tener contacto físico con publicaciones antiguas, o proyectar la apertura de un pequeño museo institucional.

Especial cuidado reclama la selección del material literario. Deben tenerse en cuenta, no solo los centros de interés de los lectores, sino también las nuevas formas y lenguajes con que las editoriales reclaman su atención. Diseños de cubierta detenidamente estudiados desde el marketing, emplean colores, tamaños, imágenes, fuentes de letras, que intentan captar y sostener su mirada el mayor tiempo posible, abriendo la oportunidad del curioseo y la lectura. Las ediciones de alta calidad realizadas en papel ilustración convocan, no solo la impresión visual del lector, sino una experiencia táctil.  Esto es, lo que denominamos hoy, “economía de la atención”. Los libros de formato antiguo pierden en esta batalla, los niños no los eligen. Y los nuevos se expresan con un lenguaje visual casi mágico, que invita al placer de su lectura, a los que suman información y aplicaciones multimedia digitales a través de códigos QR. Los formatos predilectos hoy, son: el “libro álbum”, el “animé”, “la historieta” ... Que de ninguna manera deben considerarse formatos menores.

El tiempo destinado a la tarea de catalogación y clasificación que tiende a simplificarse mediante la importación y exportación de asientos, deberá minimizarse a medida que este proceso de sistematización se afiance. Dejando espacio a uno de los cometidos más importantes del maestro bibliotecario, generar espacios de lectura por placer, participar en los proyectos de cada grado y ejecutar el proyecto propio es decir el de la biblioteca. En todos los casos estará dispuesto a incluir la enseñanza de herramientas necesarias para una correcta formación de usuarios. (función pedagógica propia del maestro bibliotecario.)

Entre la diversidad de tareas que realiza, también están las de la limpieza de los repositorios, el reordenamiento de las estanterías, el préstamo y el desarrollo de un sitio web de la biblioteca, (Padlet, Blog, etc.) en el que se exponen las actividades, los trabajos realizados, las novedades y se comparten imágenes, videos, audios y documentos. También participa en la colaboración de materiales bibliográficos destinados a repositorios digitales (Wix) destinados al trabajo comunitario entre las bibliotecas escolares.

La adecuación del espacio destinado a biblioteca, más allá de los requerimientos técnicos de una correcta iluminación, ventilación y mobiliario, consiste en generar un sitio acogedor que invite a volver.

Una de las cualidades más importantes del profesional bibliotecario, consiste en la sutil y correcta aplicación de la inteligencia emocional a las relaciones con sus pares y alumnos, con el objeto de beneficiar e incentivar una imagen positiva del servicio que brinda. El bibliotecario es la cara visible de la biblioteca, y es no solo su gestor, sino también el animador de la colección, es decir “su alma”, “el que pone en movimiento”, “el que da vida”.

Los cambios ya planteados por la era digital, exigieron un abandono total de las posturas de resistencia, por una metamorfosis que implicó el “reaprendizaje constante” de nuevas tecnologías y lenguajes. Se sumó la llamada “turbo digitalización” provocada por la cuarentena, que nos está exigiendo, una mudanza hacia el perfil del Knowmad (nómada del conocimiento). Es decir, se necesita un profesional sin miedo al fracaso, en constante evolución y aprendizaje, creativo, imaginativo, innovador, extrovertido, abierto, independiente, autodidacta digital, generador de nuevos conocimientos, solucionador de problemas, con espíritu colaborativo, generador de redes, conector de ideas.

La tarea de la biblioteca escolar es ardua, y compleja. Representa actualmente un gran desafío. Parafraseando a R. David Lankes, consistirá en: “hacer de la biblioteca y sus usuarios, una comunidad en constante y sostenido aprendizaje”.


Publicada bajo el título “El Perfil de un Servicio Clave” En: Revista CONSUDEC, noviembre 2021, Año LVIII N° 1192


(*) Guillermo César Elías: Discófilo, Coleccionista. Su especialidad es la paleofonografía y los registros del período acústico. Locutor Nacional de Radio y TV, Profesor de Enseñanza Primaria y Bibliotecario Nacional. Es: Maestro Bibliotecario en la Escuela 1 DE 1 “Juan José Castelli Y Colegio Champagnat de Buenos Aires. Profesor de las Cátedras de: “Historia del Libro y de las Bibliotecas”, “Psicología, Estética y Formación del Lector” y “Documentación” en la Escuela Nacional de Bibliotecarios de la Biblioteca Nacional. De: “Psicología del Lector” e “Historia de los soportes y de las unidades de información” en el IFTS 13. Es autor del libro “Historias con Voz: Una Instantánea Fonográfica de Buenos Ayres a principios del siglo XX”. Es miembro de Número de la Academia Porteña del Lunfardo y Miembro de Número de la Academia Nacional del Tango.


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