En su nueva columna de opinión, Rosa Monfasani apunta a que esta profesión pueda ser reconocida por su calidad, para que haya concordancia en los conocimientos impartidos y responder adecuadamente en lo que la sociedad demanda.
Hace un tiempo comenté que no tenemos políticas bibliotecarias y que las bibliotecas y los bibliotecarios están fuera de la agenda pública de los gobiernos. Es por eso que me enfoco nuevamente con una mirada crítica, y quizás, para ello deba comenzar con las instituciones que proveen al profesional los estudios sistemáticos que le permiten ejercer en una comunidad bibliotecaria. Me referiré para ello a las Escuelas y/o Carreras de bibliotecología, como se las conoce en nuestro medio.
En primer lugar y como muchas veces también lo manifesté, se suele estudiar esta disciplina sin darle el valor que realmente tiene, sea porque se cree corta y sencilla y posibilita conseguir un trabajo.
Entonces me pregunto cual es la falla en nuestra preparación, ¿por qué cada escuela y/o carrera tiene enfoques diferentes? ¿Por qué como en otras disciplinas no se llega a una unificación?
En nuestro país existen más de 20 instituciones de diferente índole que enseñan bibliotecología entre nivel universitario y no universitario, públicas y privadas, donde se imparten conocimientos para desempeñarse en el campo laboral y profesional.
Como en columnas anteriores enumero algunas de las cuestiones observadas:
1. Cantidad en los años de cursada para el primer tramo que concede el título. En algunas 2, 3 o 4 años según donde se haya realizado el estudio.
2. Diferencia en las denominaciones de los títulos que se otorgan luego de los aproximadamente 3 años de estudio: Bibliotecario, Bibliotecario Documentalista, Bibliotecólogo, Técnico Superior Bibliotecario, entre otros.
3. Las asignaturas con contenidos similares tienen diferentes nombres: por ejemplo, entre las técnicas Catalogación I, II, y III, lo mismo Clasificación I, II y II o Tratamiento y organización de la información para reunirlas, entre otras denominaciones.
4. Existe un mayor énfasis en las materias técnicas y tecnológicas que las que hacen a lo social, cultural y de gestión.
5. Los títulos otorgados por las universidades para los posgrados: Licenciatura, Profesorado, Masters y Doctorados también deben estar consensuados en sus denominaciones y contenidos.
En otras profesiones, el título para identificar al profesional se conoce de una sola manera: el abogado es abogado, el arquitecto es arquitecto, el médico es médico y así sucede con la mayoría de las profesiones. Eso lleva a visibilizarlos, a conocerlos, saber a qué se dedican y cuál es su lugar de trabajo.
Destaco, además, un aspecto mencionado por el bibliotecario, docente e investigador argentino Julio C. Carrizo, en un comentario a la cuarta columna:
“…creo que además es necesario revisar con ojo crítico los planes de estudio de las carreras de bibliotecología. Hay autores que cuestionan la formación excesivamente técnica porque limita al profesional a las tareas de la biblioteca. Por lo que puedo apreciar en mi contexto (y sin intenciones de generalizar), observo en los/las colegas que se desempeñan en bibliotecas de instituciones educativas, escasa participación en proyectos de alcance institucional”.
Luego Carrizo refiere al bibliotecario, pedagogo y referente mexicano Adolfo Rodríguez Gallardo (1942-2020), que aparece en una publicación de la UNAM coordinada por Georgina A. Torres Vargas. I. Entre investigación y práctica bibliotecológica: educación y conocimiento, 2021), y dice: me parece interesante la reflexión que hace cuando sostiene que: "…en la enseñanza de la bibliotecología, el acontecer interno de la biblioteca tiene gran importancia y pareciera que es dentro de la biblioteca donde sucede lo único fundamental" (p. 6).
Este comentario me inspiró para esta columna y la propuesta como lo he dicho en un trabajo anterior sobre la temática sería en principio llegar a un acuerdo para que la profesión bibliotecaria pueda ser reconocida por su calidad, para que haya concordancia en los conocimientos impartidos y responder adecuadamente en lo que la sociedad demanda, por lo que se sugiere:
- Determinar fehacientemente los requisitos y competencias profesionales.
- Unificar los planes de estudio, denominaciones de los títulos y de las asignaturas.
- Acordar cantidad de años de estudio para el grado y los posgrados.
- Incorporar especializaciones por tipo de bibliotecas, para que el bibliotecario este preparado para trabajar en una biblioteca de su interés.
- Actualizar con los nuevos contenidos que demande la profesión en forma consensuada. Sea por medio de cursos, jornadas, encuentros que colaboren con la enseñanza sistemática.
- Incluir aulas virtuales en el grado y los posgrados junto a la enseñanza presencial, tal como ha surgido en esta época de pandemia.
- Atender y discutir las cuestiones relacionadas con el acceso a la información y el conocimiento.
- Enseñar el cómo y el porqué de la investigación, concepto esencial para comprender la razón de la bibliotecología y profundizar en la problemática bibliotecaria.
Hablamos nuevamente de #PolíticasBibliotecarias. En las próximas columnas continuaré con esta temática y como siempre quedo a la espera de sus aportes. Debatir es un principio para pensar más fuertemente en nuestra profesión. Finalizo con la importancia de que todo el colectivo profesional participe y podamos enfrentar en forma colaborativa estas y otras cuestiones que nos preocupan. Y como dije anteriormente ¿por qué no? A lo mejor encontrar algunas soluciones.
* Rosa Monfasani es Bibliotecaria y Profesora en Ciencia de la Información por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Mi Facebook: @RMonfasani
Quiero centrar mis comentarios en los bibliotecarios de instituciones educativas, cargo donde me desempeñé durante varios años en todos los niveles: Inicial, Primario, Secundario, Secundario de adultos y en un Instituto terciario donde se dictan los profesorados de Química y Geografía. Es necesario que el bibliotecario conozca los diseños curriculares, los planes de estudio, las miradas de cada institución y participe activamente en la elaboración de los proyectos, que mantenga reuniones periódicas con docentes y directivos, que participe de las jornadas institucionales donde dé a conocer las actividades que se realizan desde la biblioteca para que los docentes comprendan que el trabajo de un bibliotecario va mucho más allá de acomodar libros o dar la hora del cuento. Podría escribir muchísimo sobre nuestra apasionante profesión bibliotecaria, pero sólo voy a agregar que un bibliotecario en cualquier biblioteca en que desempeñe su labor no debe dejar jamás de leer, estudiar y perfeccionarse.Para ello se necesitan más jornadas, talleres, cursos y charlas virtuales, donde podamos participar e intercambiar ideas y saberes. Para ello los institutos y universidades deberán organizarlos como actividades de extensión y preparación permanente.
ResponderEliminarCoincido, Rosa. El tema de la no unificación de la titulación es una gran problema. Así como también los programas de estudio. También coincido en que se estudia está carrera sin darle el valor que se merece por una salida laboral (que ya no es tal ni tan fácil de conseguir) Gracias por tu sabia reflexión
ResponderEliminarConsidero que hay algunos avances, aunque de manera diferente de país en país, las tic's ha ocasionado nuevos formatos de la información, hoy por hoy, el bibliotecario tiene que tener habilidades en el uso de la tecnología, para asesorar en el acceso a la información científica, académica y otros disponibles en línea, está la curación de contenidos, ha surgido necesidades en esta profesión, y nos estamos adaptado. A nivel de países ya hay Bibliotecólogos con Maestrías y doctorados. En mi país Nicaragua, en las Bibliotecas de las Universidades Públicas, hay profesionales bibliotecarios con Másters y doctorados en áreas de la Bibliotecología; los bibliotecarios que inician es con grados de Licenciatura en gestión de la información, en otras disciplinas e Ingenieros. Este artículo está muy acertado, a reflexionar todos como gremios para la elaboración de proyectos en aras de esta importante profesión. Hoy, podemos trascender fronteras con la tecnología. Saludos desde León, Nicaragua.
ResponderEliminarBuenas tardes, coincido en que a nivel país no existen políticas bibliotecarias. En el caso de las bibliotecas populares la falta de profesionales es una cuestión estructural ya que en muchas provincias no existe la carrera de bibliotecario, y debido a esta razón desde la Conabip no se exige que quien haga las veces de bibliotecario en las populares sea un profesional con título, o al menos estudiante. Esto conlleva a una gran suma de carencias en las bibliotecas (muchas no tienen políticas de desarrollo de colecciones, no se establecen sistemas de organización de la información, etc.). Gracias por este espacio para intercambiar opiniones/visiones.
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