Lograr que los niños desarrollen un hábito y un gusto real por la lectura, claves para sus competencias lingüísticas, es uno de los retos educativos.
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Los índices de lectura en España aumentan cada año, con cifras alentadoras entre los menores de 15 años: los niños leen, y leen mucho más que los adultos, como refleja el último Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España. Para Jesús Figuerola, profesor de Lengua y Literatura y autor de Educar en la lectura (Plataforma Editorial), el papel de los docentes en los colegios y el de las familias tienen un gran peso en estos datos positivos. “En los colegios se lee como no se ha leído nunca. Se tienen bibliotecas, de aula y de centro, generalmente bien dotadas, y se realizan múltiples actividades de fomento lector”. Después, los datos pierden fuelle hasta situarnos lejos de países vecinos con mayor hábito lector. La irrupción de otras formas de ocio y el contacto con la tecnología despistan a los pequeños lectores, por eso es fundamental sembrar el hábito lector desde la infancia mediante un contexto de amor por los libros —entorno, escuela y familia— y un gusto real por la lectura. Sin que sea vista como una obligación, ni tenga por qué tener un fin.
Construir un hábito lector
¿Queremos que los niños lean o queremos que les guste leer? En Escuela de la fantasía (Blackie Books), se recogen diversos artículos de Gianni Rodari publicados en la prensa italiana entre los años sesenta y los ochenta. En uno de ellos, el escritor, pedagogo y periodista italiano enumeraba nueve formas de enseñar a los niños a odiar la lectura, como presentar el libro como una alternativa a la televisión o a los tebeos; negarse a leer a los niños; no ofrecer suficiente variedad u obligar a la lectura. La cuestión es: ¿qué se hace en los centros escolares? Santiago Yubero, director del Centro de Estudios de Promoción de la Lectura y Literatura Infantil (CEPLI), que ha sido profesor de educación primaria muchos años, considera que en los colegios sí existe una preocupación por que los niños aprendan a leer, y lean, pero en muchos casos el planteamiento no es el correcto para conseguir que les guste realmente la lectura, ya que se mantienen las lecturas obligatorias. “Está totalmente demostrado que obligando a leer no se construyen hábitos lectores, pero, en general, se mandan lecturas obligatorias para aprender y cumplir objetivos curriculares específicos”, señala Yubero, para quien solo la lectura voluntaria, realizada de forma frecuente, construye al lector y es una herramienta estratégica para el desarrollo de la comprensión y la competencia lectora.
Recuerda Jesús Figuerola que la competencia lingüística es la competencia de las competencias, pues la mayor parte de nuestros aprendizajes se vehiculan a través del lenguaje. “La lectura es la principal vía de acceso al conocimiento. Sin una buena capacidad lectora resulta muy difícil comprender el mundo actual”. Cabe preguntarse si las fichas y las pruebas tras las lecturas sirven para entrenar esa comprensión lectora y qué impacto tienen en el gusto por leer. “Como dice la escritora María Teresa Andruetto, saber leer es apropiarse de lo que leemos. La lectura literaria lleva consigo la interacción del sujeto con el texto para construir su significado. Un mismo texto es distinto para cada persona, incluso para una misma persona en dos momentos diferentes. Por esta razón, es un tremendo error imponer una única lectura autorizada, medida a través del acierto en determinadas preguntas. Esto no es educación literaria y hace un flaco favor al desarrollo del gusto por la lectura y a la formación de un lector crítico”, considera Yubero. El hábito lector solo se alcanza con la práctica lectora, pero la escuela necesita alejarse de la obligatoriedad y garantizar la presencia de determinados libros e incitar a leerlos. “Los niños necesitan ayuda para construir su itinerario lector, pero será un itinerario personalizado, dirigido por mediadores que le conozcan y puedan saber qué le gusta, qué lectura le podrá motivar, qué lectura será acogedora, ajustándolo en cada momento y acompañándole en la evolución de su desarrollo evolutivo y personal”.
Para Yubero, en ese sentido, es fundamental la implicación de docentes formados y motivados, que guíen y orienten los procesos que van a ser determinantes en la formación de los lectores, sin olvidarse de la colaboración de las familias y del entorno. “Los niños deben crecer en un entorno de libros y lectura: tener libros en casa, ir a la biblioteca pública, a librerías, a eventos relacionados con los libros… Una de nuestras investigaciones en el CEPLI confirmaba que, prácticamente, el 50% de los universitarios considerados como lectores frecuentes habían sido visitantes asiduos de la biblioteca pública en su infancia. Si realmente como sociedad nos interesa construir lectores desde la infancia, tenemos que pensar que la lectura es un aprendizaje sociocultural en el que el papel de los padres, de los amigos y de la sociedad es trascendental para su construcción”. Como dice Elena Jiménez, profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada y presidenta de la Asociación Española de Comprensión Lectora, si queremos niños lectores, “debemos empezar por mirar nuestros hábitos de lectura como sociedad y también qué estamos haciendo para promoverlos”.
Escribir para un público infantil
Miguel López, profesor y autor de numerosos títulos infantiles, conocido como El Hematocrítico, cree que se consume cada vez más literatura infantil y juvenil, y de mejor calidad. ¿Cómo deben ser esas lecturas para jóvenes leyentes? “Las lecturas deben ser estimulantes. Los peques no quieren libros que intenten enseñarles cosas, quieren libros que les hagan sentir lo mismo que a los adultos cuando buscan libros. Que les interesen, los distraigan, los emocionen… Es importante tener en cuenta sus gustos, que les dejen elegir”, responde este autor gallego. En ese sentido, considera fundamental, además de la labor de la familia y de los docentes, el trabajo que se hace desde las bibliotecas escolares; “con personal sensible y formado, capacitado para hacer recomendaciones adecuadas, el momento de la lectura se vuelve mucho más estimulante”.
Fuente: El País (Por: DIANA OLIVER)
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