Compartimos este artículo de opinión de la bibliotecaria Ana Schultschik sobre la situación actual de las bibliotecas escolares en Tierra del Fuego.
Por: Ana Schultschik (*)
Los bibliotecarios estamos solos. Solos frente al equipo directivo, solos frente a los estudiantes, solos frente a la estructura jerárquica. ¿Y qué se nos pide o exige? Todo y más. Somos sonidistas, suplentes del ausente, cuidamos el patio, sacamos fotocopias, instalamos/desinstalamos proyectores o equipos de música, limpiamos los mapas que el docente escribe, preparamos el material que pensamos le va a servir al profe, manejamos con nuestro celular un servicio virtual de reservas de material, de proyectores, de televisores, encontramos dentro de la escuela lo que nadie más puede encontrar, solucionamos desde un micrófono que no funciona hasta la cartelera que nadie quiere hacer y parece (dicen por ahí) que es nuestra obligación. Además de eso y más, se espera que prestemos libros, fomentemos la lectura, realicemos procesos técnicos (por supuesto con un programa que muchas veces no funciona como debería y con una computadora viejita, en el mejor de los casos ya que sabemos muy bien que muchas bibliotecas escolares del país no tienen computadoras y ni hablemos de Internet), hagamos extensión cultural y asistamos a reuniones que, la verdad, no sirven más que para hacer catarsis (por lo menos donde yo vivo). Y todo de buen humor y con una sonrisa.
¿Y los directivos de las escuelas? En el mejor escenario apoyan y acompañan el trabajo diario y si pueden colaboran y se ocupan de pedir la colaboración del personal docente. Algunos, como yo, tenemos suerte y nos dan carta blanca para hacer lo que deseamos. Que se traduce por supuesto en alguna actividad multitudinaria (en mi caso lo hago para todo un turno) con horas de intenso trabajo, dentro y fuera de nuestro horario, para visibilizar la biblioteca y sus materiales.
En el más común de los escenarios, los directivos apenas saben que existimos, nos recuerdan sobre todo cuando hay horas que cubrir. Y en el peor de todos, la biblioteca y los bibliotecarios no existimos. No tenemos visibilidad, no nos tienen en cuenta (salvo que nos necesiten), no autorizan actividades, no nos proporcionan los medios para trabajar y tampoco gestionan materiales necesarios.
¿Y más arriba? Ni hablar. Con suerte y viento a favor son cargos de carrera. Aunque nuestra realidad nos muestra que eso tampoco garantiza eficiencia y eficacia. No se llega por capacidad, se llega por permanencia en el cargo. Da igual que haya estado en actividad o comisionado o que nunca hayas estado en una biblioteca. Todo es posible en el sistema educativo.
Quiero creer que existen (y dicen por ahí que hay) gente ocupando cargos jerárquicos comprometidos con los bibliotecarios y con su labor diaria, que se preocupa y ocupa de proporcionarles materiales, capacitaciones y fundamentalmente apoyo. Ojalá pase eso un día en mi lugar del país.
(*) Ana Schultschik. Bibliotecaria Escolar (UNMDP), diplomada en Bibliotecología Social (UBA), en Bibliotecas accesibles (UNJU), en Gestión de bibliotecas (RADU), Postítulo en Literatura Infantil (UCES).
Es bibliotecaria en el nivel medio en Ushuaia, Tierra del Fuego desde 2004. Ejerce como docente en la Tecnicatura en Bibliotecología en el CENT 11 desde 2017 a la fecha.
Contacto: bibliotecasdelfuego@gmail.com
Hola Ana! Soy Carina, bibliotecaria, de General Acha, La Pampa, y aunque estoy en una biblioteca popular, no soy ajena a esa soledad que describes en tu texto, y es una gran verdad, una realidad que vivimos toda la comunidad bibliotecaria, el trabajar solos, en mi caso, estoy sola, con una comisión ausente, el luchar todos los días para poder visibilizar que existimos a veces es agotador y suele desalentarme ante situaciones insólitas y burocráticas. Ojalá que un día cambie y comiencen a valorar la labor, profesión de ser Bibliotecario. Mis afectos para vos!
ResponderEliminarColegas. Esa soledad es eterna, comparto plenamente las palabras y comas del post. Agrego que, también es el profesional que debe salir a exponer y generar cambios, sé que cuestan, duelen y esta profesión es así. A penas existimos. Los colegas, indistintamente el nivel al que ejerce, tenemos miles de ideas, claro que, llega el docente y nos dice: "Vos que sabés todo", ayudame con el proyectito para la Feria de Cs. ¡Madre mía!.... O también hay que aclarar que, como en todos lados, existen profesionales que se acomodan y no dejan avanzar a otros que sí buscan la mejora. Yo soy de la idea de cambios y dejar al desnudo a aquellos que truncan las ideas. Hemos elegido un sistema educativo y de seguro, amamos con pasión lo que hacemos. Si no hay pasión, no hay logros. Los bibliotecarios de Tierra del Fuego nos debemos la tarea de avanzar con mejoras, aunque las estructuras de bibliotecas, no dejen, o por lo menos yo, no me siento representado ni apoyado.
ResponderEliminarTriste, pero es así.
Fuerzas. Saludos.
Hola Ana. Es muy cierto lo que decís. Vivo en Chaco y acá tenemos nuestro subsistema bibliotecario , inserto dentro del ministerio de educación de la provincia. Acá las bibliotecas , en su mayoría tienen su propio director,es decir un director bibliotecario, podemos gestionar. Es verdad en algunos casos se dan esas situaciones que describis. Lo bueno es que acá desde las bibliotecas podemos proyectar, juntarnos entre bibliotecas.En el interior de Chaco incluso hay bibliotecas que tienen proyectos para no videntes entre otros proyectos.Te ánimo desde este lugar cálido que lo que esperas , en Chaco pasa . Nos falta crecer más. Pero estamos en ese camino.Fuerzas.
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