En su columna de opinión, Rosa Monfasani señala que es importante que volvamos a repensar el rol del bibliotecario y considerar que nuestra tarea puede ir más allá del trabajo habitual en la biblioteca.
No pretendo presentar un tema nuevo, ya que éste ha sido tratado desde que comenzó el nuevo siglo, sino de reflotarlo porque casi se encuentra dormido y es importante que volvamos a repensarnos, a considerar que nuestra tarea puede ir más allá del trabajo habitual en la biblioteca.
Hemos podido asistir a diferentes conferencias y eventos, donde se trató esta temática. Recuerdo el Webinar IFLA LAC 2015, Nuevos roles de los bibliotecarios en el SigloXXI. Allí Yamira Santiago de Puerto Rico cuenta que trabaja en la NASA, y dice que muchas veces estamos aislados y necesitamos contribuir con otras unidades o sectores. Habla de la habilidad de formar equipos de trabajo que se conecten unos con otros y eso lo propone como una competencia del profesional.
En el mismo webinar, Santiago Villegas de Colombia, se expresa sobre el camino hacia la “era del bibliotecario”. Él trabaja en áreas de gobierno y dice que solo cambian los roles. Y que la biblioteca no deja de ser lo que es, sino que es lo que nosotros hacemos para que sea biblioteca.
En 2018, Yanet Fuster de Uruguay escribió un artículo que tituló muy sabiamente “El silencio como rasgo: el shhhhtereotipo del bibliotecólogo en la construcción de la identidad de la profesión”. Comenta que ciertos estereotipos han persistido por generaciones y han afectado a nuestro trabajo, a la carrera y al desarrollo de la profesión. Luego expresa “…que contribuyen a la fijación de ideas en el imaginario y a la persistencia del silencio”.
Incursionamos en diferentes aspectos que tienen que ver con la realidad de una organización o institución, por ejemplo como cuando hablamos de ciencia abierta cuya finalidad es brindar acceso abierto a la investigación científica, o cuando se conforma una biblioteca digital, colección de objetos digitales organizados de cualquier tipo o especialidad, o cuando se desarrollan repositorios institucionales para dar a conocer, almacenar, ordenar, preservar y redistribuir la documentación académica de la institución en bases de datos o en formato digital.
Pero la pregunta es ¿trabajamos desde el comienzo con los docentes, investigadores, y con otros usuarios de la información? ¿Podemos trabajar al mismo tiempo para colaborar con su generación de conocimiento? ¿Ayudamos a ordenar esa información desde el inicio de la tarea, o solo buscamos la pertinente y la ofrecemos?
Si nos referimos a la Big Data, esa gran cantidad de datos complejos que provienen de distintas fuentes, que muchas veces es difícil procesarlos y con los cuales se suele trabajar para estructurarlos u organizarlos. Esos que suelen encontrarse en grandes empresas, que corren a velocidades sorprendentes y son muy variados, ¿qué campo de acción nos puede brindar?
La inquietud surgió nuevamente hace unos días en la 20 JBDU cuando la preocupación de los bibliotecarios refería a la intervención en el desarrollo y preparación de las revistas científicas. ¿Tenemos participación en ellas? ¿De qué tipo?
DÍA 1 (mañana)
DÍA 1 (tarde)
DÍA 2
Se trata de llevar el trabajo profesional a diferentes espacios, adecuarse, compartir e intervenir en áreas en las que aún no participamos o lo hacemos en menor medida.
En otra columna manifesté que hablamos de políticas bibliotecarias con la idea de brindar un mejor acceso a la información y al conocimiento para toda la sociedad. Todo esto servirá para impactar en las políticas públicas en cualquier espacio relacionado con la información. Así es, tiene que ver con la gestión que realizamos en nuestra actividad, el aplicar nuestros conocimientos y ofrecer servicios no solo a sectores de la sociedad a los que habitualmente atendemos, sino también en otras áreas donde la información juega un papel fundamental.
La explosión de la información es un concepto que se ha venido gestando desde hace muchísimos años con relación a lo que surgía en el plano de las publicaciones y a la rápida extensión del conocimiento. Y allí estamos aún hoy dirimiendo esas cuestiones.
Un lugar en una empresa, en una organización, en una multinacional, en el gobierno, y en cualquier ámbito público o privado, donde podamos participar será un nuevo espacio de trabajo, estará más allá de la biblioteca, y aunque las funciones sean diferentes es una nueva forma de aplicar conocimientos y habilidades.
Como he dicho nada nuevo bajo el sol, pero si un momento de reflexión para saber que podemos ser escuchados, que nos necesitan o mejor dicho que podemos estar y atender sectores impensados o poco conocidos.
Todo comentario es bienvenido y como siempre, los escucho.
* Rosa Monfasani es Bibliotecaria y Profesora en Ciencia de la Información por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Mi Facebook: @RMonfasani
Hola, soy Yanet Fuster y me desempeño como docente en la Licenciatura en Bibliotecologia, en Uruguay. Agradezco especialmente el planteo hecho en la columna, es necesario que como profesionales ampliemos el espectro de nuestra participación social, sumando nuevas aristas al quehacer profesional. Desde la formación de los futuros profesionales deberían repensarse los perfiles de egreso y sumar estas dimensiones que muy oportunamente señalas en tu columna, Rosa. Gracias por compartir
ResponderEliminarHola Yanet, gracias por tu comentario. Especialmente lo dicho sobre la formación de los futuros profesionales sobre repensar los perfiles de egreso e incluir aristas que no deben faltar para desempeñarnos más adecuadamente en los cambios que plantean la sociedad, lo que nos servirá para que la Biblioteca continúe existiendo y podamos ofrecer un mejor acceso a la información y al conocimiento.
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