La soledad y el bibliotecario

Compartimos este ensayo escrito por el bibliotecario Marcos Ezequiel Martínez Segovia, que nos habla sobre este tema que nos toca muy de cerca. ¿Nos cuentan sus experiencias?

Por: Marcos Ezequiel Martínez Segovia (*)



Un tema poco considerado en nuestra profesión, pero vivido por todos es la soledad. Una soledad que inicia desde que comenzamos nuestro camino en la formación académica, o tal vez antes, desde la elección de ser bibliotecarios. Desde distintos lugares y situaciones llegamos a la carrera, pero no en masa, sino solos, juntando a otras soledades, de estudiantes que se diferencias de los otros por elegir algo no tan común o mejor dicho desconocido ¿se estudia para pasar libros? ¿Hay que leerse todos los libros? Esas preguntas cliché que escuchamos todo el tiempo.

Iniciando el camino

En el cursillo de ingreso, somos los bichos raros, ejemplares únicos entre masas. El docente al frente pregunta: ¿Quién va a estudiar turismo? ¿Historia? ¿Literatura? Decenas de manos se levantan, se miran entre ellos y se sonríen, seremos compañeros. El estudiante de biblio, queda a la espera, nadie nos nombra, perdón profe, yo voy a estudiar bibliotecología, todos lo miran, el singular estudiante de biblio se expone, solo entre tanta gente. ¿Acaso nadie más va a levantar la mano? Al menos no en esta comisión, a lo mejor están en alguna comisión todos juntos y por error este quedó colgado, una idea que nos hace sentir no tan solos. Y nos quedamos con eso, hasta llegar al cursillo especifico, uff, al menos somos varios, un puñado de locos soñadores de edades diversas, pero aun siendo una minoría.

Y se transita la formación, en la cual, por diversos motivos, personales o de rendimiento académico van desertando, algunos desilusionados de que al ser una carrera corta no sea tan fácil, otros porque alguna cátedra los obliga a abandonar. Y la soledad se vuelve a notar, tanto en las aulas como en las agrupaciones estudiantiles. Biblio no tiene representantes en todas las listas, los otros alumnos ni siquiera saben que existimos como carrera. Y así pasa la vida universitaria, egresando casi de a uno, de cohorte de cincuenta, llegan tres o dos al final del camino. Mientras en otras carreras se reciben varios por mesa, uno o dos salen de biblio, en cátedras distintas, el patrón de la soledad se repite hasta el final.

Vida profesional

Comienza el camino, con la experiencia obtenida en la práctica profesional y alguna pasantía, que con máxima suerte puede ser en una biblioteca. Nos enfrentamos al gran monstruo laboral, armados con nuestros conocimientos, tenemos que adaptarnos en una institución mayor, luchar desde nuestro espacio para poder hacer significante nuestro trabajo, que nuestro espacio no sea solo un lugar físico más, valorizar nuestro título. Luchar, pero solos, una vez más, solos. O simplemente quedarnos en lo más fácil, quedarnos quietos, desapercibidos, pero aun solos. 

Ver como nuestros puestos de trabajo son usurpados, menospreciados o en el peor de los casos, ignorados. Total, cualquier persona puede pasar un libro, al menos eso está en el inconsciente colectivo. En las escuelas primarias, en las reuniones PEI, el bibliotecario es olvidado, muchos tampoco se preocupan en ser oídos, pero tampoco hay intereses de escucharlo, no tienen idea de lo que un profesional de la información puede aportar al sistema educativo, de las herramientas valiosas que cuenta. Solo nos ven como un ser solitario, perdido entre libros.

En las instituciones la realidad no es tan diferente, somos aquellos que no somos parte del todo de la institución por no tener un título profesional tradicional. En la biblioteca especializada, la colección es tan específica que, si no aprendemos con rapidez casi una nueva profesión, agrandamos nuestros conocimientos, somos inservibles para ellos. ¿Y cómo lo hacemos? Solos, claro, dan por sentado que sabemos o al menos que es nuestra responsabilidad obtener esa información. 

A cualquier duda, el bibliotecario debe saber, es ahí cuando se acuerdan de nosotros. Pero cuando queremos ir a un congreso, algún taller de formación profesional, ¿en verdad? ¿Es necesario? Se olvidan que al igual que las otras secciones, también tenemos derecho a mantenernos actualizados, a la compra de mejores tecnologías y mobiliarios. Hay que hacer toda una cruzada para figurar en el presupuesto, con suerte nos toca una resma para todo el año, enfrentándonos solos contra los directivos, el mosquito contra el león, de tanto molestar nos prestan atención.

Cuando proponemos algo, un proyecto de extensión cultural en una secundaria, un ciclo de cine o una campaña de conciencia sobre derechos humanos, nos miran extrañados ¿acaso los bibliotecarios no solo hacen promoción a la lectura? ¿ODS, que es eso? nos cuestionan, no jefe, además somos agentes de la información, podemos hacer de todo, con los ojos brillosos y con una voz que esconde rabia y desafío, como Galileo agachamos la cabeza, eligiendo uno de los caminos, seguimos insistiendo o simplemente volvemos atrás del escritorio de referencia, solos, otra vez será, Eppur si mouve (1).

Soledades eclipsadas

La soledad del bibliotecario no solo se nota en los lugares de trabajo y en la formación, sino también cuando queremos agruparnos. Congresos, reuniones y convenciones de bibliotecarios, parece que estamos en sintonía, desde un punto, sí. Acudimos a formarnos, a aprender y a difundir experiencias y nuevos conocimientos. Pero hay distintas realidades, problemáticas como bibliotecarios asistentes y ausentes existen. Los que consiguen ir, traen inconvenientes, dudas y pedidos de ayudas tan diferentes que se amalgaman y se pierden en una polifonía de voces que quieren ser oídas, al menos, colega, entendeme, escuchame.

Pero cada uno presenta una problemática distinta, y están las que todos los años se plantean, pero no se llega a ningún lado ¡necesitamos en la provincia el cargo de bibliotecario en las escuelas primarias! Es casi un lema en Misiones de todas las reuniones, inclusive en las conversaciones entre estudiantes y profesionales. Necesito actualizarme en sistemas de clasificación, dice uno, necesito estar en relación de dependencia y no contratado, se escucha por allá. Todos se hablan, pero unos pocos escuchan y unos menos dan posibles soluciones.

De todos modos, algunos ni van ¿para qué? Las herramientas que obtengo no las puedo implementar, RDA, una utopía. Un sueño, una ilusión tan lejana, no por su dificultad, sino por su costo. Apenas tenemos presupuesto para lo básico, lo demás sale del bolsillo del bibliotecario. Otra vez solo, con mis colegas, ellos solos y nosotros también. Terminadas las jornadas, volvemos a nuestros puestos de trabajo, a la realidad ¿solos? Si, adivinaste lo que iba a decir.

Soledades reflejadas

El bibliotecario en su soledad, se ensimisma, y no ve que se repite en otras áreas de la ciencia de la información. El archivista, además de estar solo, está exiliado en su oficina, el museólogo lucha contra multitudes de administrativos, el documentalista es solo un ser solitario que no comparte con los demás empleados, siempre con tarea atrasada. 

El estado de soledad se repite en todos los agentes de información, museo, biblioteca, archivo, un lugar que tiene que existir. El para qué o porque, pocos saben, muchos menos que tiene personal profesional, al menos debería. La soledad alcanza hasta a ese personal que no eligió esta profesión. Ahí está la maestra casi por jubilarse, la mae estresada con carpeta psiquiátrica, el personal sancionado o la embarazada. Solo, apartado. Que se distraiga y no moleste “a los que trabajan”.

La soledad 

¿Somos conscientes de esta soledad permanente? Difícil de definir, es ese estado que aceptamos implícitamente al elegir esta carrera, gajes de oficio, como dicen. Paradójicamente la soledad nos acompaña, nos identifica y la aceptamos. Queremos cambiar la imagen del bibliotecario que busca el silencio, gritar a viva voz ¡acá estoy! Soy bibliotecario y puedo hacer muchas cosas. Sin embargo, caemos en el egocentrismo de que podemos hacer todo, clasificamos, catalogamos, administramos, escribimos y creamos proyectos. Nos necesitan. Pero no lo decimos, esperamos a que nos busquen para ello, sentados detrás de nuestro mostrador, solos. Ese trono, esa posición en que nos ubicamos, tiene un precio alto, un sacrificio que aceptamos desde nuestra necesidad de ser reconocidos, la soledad. 

La soledad nos envuelve, nos victimiza, nos seduce. Luchamos contra el sistema, victoriosos o perdedores, la soledad nos acompaña. A veces la culpamos de nuestros fracasos y, otras veces, le agradecemos por nuestras batallas ganadas, vencimos, solos contra ellos. 

Finalmente

Entonces, la soledad ¿es una aliada o una enemiga? ¿Maldición o bendición? Ni uno ni lo otro, el bibliotecario tiene un romance con la soledad, y como en toda relación, hay momentos buenos y malos. En donde la amamos y en otra la odiamos, nos hastiamos de ella. Nos acompaña todo nuestro recorrido, nos ayuda, nos perjudica, pero nunca nos abandona. 

(1) Y sin embargo se mueve, según la tradición, fue pronunciado por Galilei después de abjurar la visión heliocéntrica ante el Tribunal del Santo Oficio. 


(*) Marcos Ezequiel Martínez Segovia. Sargento del Servicio Penitenciario Provincial de Misiones, a cargo de la Biblioteca en Contexto de Encierro sede UP V, de la Biblioteca Pública de Las Misiones. Bibliotecario egresado de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones. 

Contacto: martinezsegoviaeze@gmail.com 


Comentarios

  1. Estimado Ezequiel. Creo nos hemos conocido hace algunos anos en un encuentro de la BPM. Un gusto escucharlo en un tema en el cual coincidimos plenamente. Pero cómo hacer para posicionar nuestra profesión que abrazamos con tanto cariño y devoción. Si hasta parece que sólo se desea alcanzar el título para encontrar un trabajo. Creo que este tema que continúa dando vuelta constantemente servirá para que muchos despierten de su ostracismo. A mi me ha dado que pensar nuevamente y puede transformarse en una cuota de inspiración para reflotar el tema. Graciad, le envío un cálido saludo y quedo a su disposición. Rosa Monfasani.

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    1. Hola querida Rosita, si, el mismo que viste y calza, tus publicaciones me inspiraron postear este ensayo, un beso enorme!!!

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  2. Me siento muy identificada con lo que expresás tan bien en esta columna. Me resulta un tanto paradójico que siendo una profesión donde la comunicación es clave, uno se sienta tan aislada. Cuando elegí la carrera lo hice (entre otras razones) por la función social que cumplen, por la interacción con los demás (no sólo con la comunidad de usuarios sino también con los/las colegas). Aunar esfuerzos para poder sortear los obstáculos que se presentan día a día en nuestro ámbito me parece el mejor camino. Trabajar en forma colaborativa no sólo es enriquecedor sino que también permite transitar estos momentos donde la única constante es el cambio sin esa sensación de luchar contra molinos de viento. Saludos. Muchas gracias. Leticia Dobrecky

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    1. Hola Leticia, gracias por tus palabras. Estoy totalmente de acuerdo con vos, y este es el objetivo del blog, hacernos oír por nosotros mismos para ser escuchado por los demás.

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  3. Excelente publicación sobre la soledad.

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    1. Muy bueno realmente y muy cierto. Anna tenés que publicar en este blog abierto a las disciplinas de la información y la comunicación. Rosita Monfasani

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    2. Anna gracias por tu comentario, y me sumo a la petición de Rosita, publica que es enriquecedor.

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  4. Cuando uno estudia en general son pocos los que nos advierten los solos que estamos en la Biblioteca. En general, salvo en grandes bibliotecas somos el Bibliotecario Orquesta tocando todos los instrumentos, llevando todas las areas y servicios en una persona, y puede ser difícil plantearse proyectos cuando uno debe encargarse de ellos desde cero y sin acompañamiento.
    También, se nota la soledad desde las mismas instituciones de educación, donde no hay un espacio para los bibliotecarios. No somos docentes, no somos administrativos, estamos en un limbo en la estructura donde uno no puede plantear no solo los problemas sino además los logros. Sino no fuera por estructuras como los congresos o ciertas redes sociales, nuestro trabajo pasan desapercibidos.
    Esta en nosotros exigir al ministerio y organizaciones planificación, organización y presupuesto, y a nuestros compañeros bibliotecarios acompañamiento. Las redes nos acercan y podemos aunarnos para llevar tareas acompañados, como paso en pandemia.

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    1. Gracias Priscila por tus palabras, es eso lo que comentas lo que expongo en el ensayo. Una realidad triste pero que está en nosotros en cambiarlo.

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