La bibliotecaria de Auschwitz

La historia de Dita Kraus, la niña que repartía libros entre los prisioneros y los ocultaba para que los nazis no los encontraran.


La autobiografía de Dita Kraus se publica ahora en castellano. Dita logró sobrevivir al holocausto, vive en Israel y tiene 92 años. (Roca Ed)


Dita Kraus (Praga, 1929) tenía trece años cuando fue deportada, junto a sus padres, al gueto de Terezín. Luego, a Auschwitz y, finalmente, al campo de concentración de Bergen-Belsen. Entre la miseria y la desesperación, aprovechó un rayo de luz: como bibliotecaria podía cuidar de una mínima colección de libros y esconderlos para que no los descubrieran lo nazis. 

Sus compañeros prisioneros lograron pasar esos ejemplares como contrabando, esquivando la mirada de los guardias. Ahora, en castellano, la publicación “Yo, Dita Kraus” (Roca Editorial) con traducción de Ana Momplet, nos devuelve su experiencia. Dita sigue viva, tiene 92 años.

Su nombre de soltera era Edit Polachová y el periodista y escritor Antonio Iturbe contó su historia en la novela “La bibliotecaria de Auschwitz”. En su autobiografía, Dita detalla cómo conoció a Fredy Hirsch, el judío que organizó la escuela para niños en el campo familiar BIIb de Auschwitz II-Birkenau, y que tuvo la idea mágica: una biblioteca clandestina. 

En 1944, 3.000 prisioneros del campo familiar fueron asesinados en las cámaras de gas, entre ellos muchos niños de la escuela y Fredy Hirsch (que murió horas antes debido a una sobredosis de calmantes).

Tras la guerra se casó con el autor Otto B. Kraus, quien fue un prisionero en Auschwitz y profesor en el campo de concentración. Emigraron a Israel donde ambos empezaron a trabajar como maestros y tuvieron tres hijos. Desde la muerte de Otto, en 2000, Dita vive sola en Netanya. Tiene cuatro nietos y cuatro biznietos. Recuperamos algunos de los fragmentos del libro.


Dita Kraus. (Roca Ed)


Auschwitz-Birkenau. Habrá que vivir.

“La angustia y el desánimo nos superaron. Llegado ese punto, Madre y yo decidimos morir. Habíamos alcanzado la desesperación absoluta. No quedaba ni una sola chispa de esperanza y no queríamos vivir. Pero tampoco había ningún modo práctico de suicidarnos; no teníamos arma, ni cuerda, ni cuchillo. ¡Teníamos que seguir!”


Dita Kraus y Margit Barnai, en una foto de 1945. (Roca Ed)


Rutina en el campo, cero posesiones

“Seis personas en estrechas literas diseñadas para cuatro… una fina manta y un colchón de paja… la ropa que llevábamos puesta… una cuchara y un cuenco, eso era todo lo que teníamos. A partir de entonces viviríamos sin una muda de ropa, sin peine, sin cepillo de dientes, ni toalla ni aguja ni tijeras, ni una navaja o un lápiz, por no hablar de papel higiénico o compresas. Llevábamos la cuchara atada al cordel que hacía de cinturón, por temor a que nos la robaran. Perderla".


A la derecha de la foto, Harry Kraus, la persona que creó la biblioteca para los niños del campo de concentración. Murió de sobredosis de calmantes, ingeridos horas antes de una de las masivas actuaciones de las cámaras de gas. (Roca Ed)


La biblioteca más pequeña del mundo

“Yo tenía catorce años y medio y Fredy Hirsch me hizo encargada de la biblioteca más pequeña del mundo. Fredy era “Blockältester” de aquel incongruente lugar: un centro de día para niños destinados a morir en las cámaras de gas unos meses más tarde (…) Mi trabajo consistía en supervisar los doce libros, más o menos, que componían la biblioteca. Una colección aleatoria de títulos. Miles de judíos llegaban por el apeadero cada día. Se los llevaban, pero su equipaje se quedaba atrás y un grupo afortunado de prisioneros debía organizar sus contenidos (…) Uno de ellos era “Breve Historia del Mundo”, de H.G. Wells.Otro, un atlas con mapas. A Freddy, hasta los hombres de la SS le tenían cierto respeto”.


Documentos identificativos de Dita Kraus donde parece su nombre de soltera. (Roca Ed)


Una nueva realidad política

“Otto fue admitido en el Ministerio de Cultura como funcionario de literatura inglesa. Cualquier libro publicado en la república tenía que ser aprobado por los ‘aparatchiks’ del Partido. Le gustaba el trabajo, que consistía en leer nuevos libros en inglés y escribir una recomendación. Pero le frustraba que sus sugerencias fueran rechazadas a menudo por no ser “políticamente correctas”. Conocidos escritores mundiales eran tachados de derechistas, imperialistas, antisocialistas o contrarrevolucionarios. Otto estaba orgulloso de ser la única persona en el ministerio”más rojo” que no pertenecía al Partido Comunista”.


Dita Kraus se reconoció en esta foto, encontrada muchos años después de aquel 1945, compartiendo cigarrillos con un soldado tras la liberación. (Roca Ed)


No aplaces nada

“He tenido la suerte de llegar a la respetable edad de 89 años, mientras escribía esto. Sigo teniendo una salud razonable, a pesar de que estoy medio sorda. Puedo viajar, escuchar música, conducir mi coche, leer libros, pintar flores, jugar al bridge, nadar en el Mediterráneo, reunirme con viejos amigos y hacer otros nuevos. Mi hijo Ronny está felizmente casado y tiene dos hijos encantadores (…) Ya no espero… a que termine la guerra, a que nos liberen, a casarme, a que nazca el bebé, a tener más dinero, a que termine el curso, a que llegue la paz… Ya no hay por qué aplazar nada. Me he puesto al día con mi vida”.


Dita, cuando tenía 82 años. Su historia inspiró a Antonio G. Iturbe para escribir su novela "La bibliotecaria de Auschwitz". (Gustavo Monge/EFE)


Fuente: La Vanguardia (Por: NÚRIA ESCUR)


VÉASE ADEMÁS:


Premian la novela "La bibliotecaria de Auschwitz"

La Asociación de Bibliotecas Judías de Estados Unidos ha premiado la novela "La bibliotecaria de Auschwitz", del periodista y escritor Toni Iturbe.

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