¿Los usuarios están ahí?

En esta columna, Rosa Monfasani nos invita a mirar de frente una realidad que duele: cada vez vemos menos usuarios en nuestras salas. ¿Podemos recuperarlos? La respuesta está en el diálogo, la creatividad y la acción colectiva.


Fuente de la imagen: Monfasani 2013

Si en la anterior columna fue la biblioteca, en esta serán los usuarios de los cuales mucho ya se ha dicho. No deseo que éste resulte un tema recurrente, pero se ha de tener en cuenta según mi parecer que sin usuarios tendremos que repreguntarnos, qué estamos haciendo y cuáles son y como pregunta digo ¿Los usuarios están ahí? Dónde se encuentran que poco los vemos, qué hacen cuando requieren datos para preparar una clase, desarrollar una investigación o simplemente conocer, ya que nada de todo esto es poco.

Con el pasar del tiempo los vamos perdiendo, y pareciera que hoy los usuarios somos nosotros mismos con más interrogantes que antes.

El bibliotecario hizo de todo para poner al alcance de su mano los contenidos que necesitaban tanto usuarios como lectores, y hago esta diferenciación porque como bien decía Domingo Buonocore (1899-1991), bibliotecario argentino: 

“… todo lector es, por ese solo hecho un usuario, pero la inversa no siempre es exacta”.

¿Los usuarios dejaron de ir a las bibliotecas y se quedaron en el mundo virtual? Ya que, para complementar el ocio, el aprendizaje o la investigación:

- Recurren a las búsquedas de diferentes documentos en línea.
- Tratan de manejarse en forma independiente.
- Encuentran información en cantidad y desperdigada.

Por ello se podría decir que falta la interacción entre el usuario, la biblioteca y por ende con la información.

Es importante tener en cuenta, que desde hace bastante tiempo y hoy está más agudizado, los usuarios:

- No preparan anticipadamente y en forma organizada su necesidad de información.
- Realizan la búsqueda en forma independiente sin seguir un camino estipulado.
- Introducen pocas palabras clave.
- Hacen uso de buscadores masivos.
- No utilizan portales temáticos ni el de la propia biblioteca.
- No distinguen entre los diferentes tipos de fuentes referenciales.
- Usan poco los catálogos, bases de datos y otras herramientas de búsqueda.
- Utilizan herramientas sencillas y usan poco las avanzadas.
- No analizan la pertenencia de las fuentes documentales.
- Desconocen el uso adecuado de la web.
- Combinan poco las fuentes impresas con las virtuales.
- Pierden tiempo en las búsquedas.
- En la lectura virtual, a menudo ojean las páginas rápidamente.
- No hacen una lectura crítica y comprensiva.

Para que se produzca un cambio es conveniente reforzar los medios que se nos presentan y escuchar al usuario con más atención, trabajar en conjunto con otros colegas y atender experiencias para encarar las nuevas capacitaciones que hoy se pueden presentar.

En fin, esta columna más que una pregunta sin respuesta, es tratar de introducir algunas sugerencias que seguramente puedan contribuir a recuperar los usuarios que pareciera se nos han escapado de las manos. Y como en la otra columna, incorporo algunas preguntas para conocer sus pareceres y que están haciendo para ello.

- ¿Qué tipo de servicios ofrecemos a los usuarios?
- ¿Conversamos con ellos?
- ¿Será necesario modificar los productos que se ofrecen?
- ¿Los usuarios concurren a la biblioteca? ¿Si lo hacen que medios utilizan?
- ¿Cómo acceden a la información?
- ¿Qué tipo de difusión se hace?
- ¿Los bibliotecarios implementan nuevas actividades?
- ¿Las autoridades colaboran y los apoyan en sus emprendimientos?
- ¿Utilizan los medios de comunicación adecuados?
- ¿Se comunican con otros profesionales para determinar acciones futuras?
- ¿Qué se les ocurre se podría implementar?

A éstos cuestionamientos me permito agregar lo que manifestaba Gustavo Gómez, director de la de la biblioteca de la Universidad de Villa María (Córdoba), en sus comentarios respecto a los usuarios en la columna anterior:

¿Cuántas veces pidieron ayuda a una bibliotecaria o bibliotecario para encontrar la información que buscaban? ¿Cuántas veces le pidieron a un bibliotecario que les encuentre un libro que no pueden localizar?

Y como decía su asistente de IA Sofía: “…invita a pensar colectivamente, a revisar prácticas, a preguntarse por políticas públicas, por redes profesionales, por modos de contar lo que hacemos...”

“…dar el servicio a quien lo necesita, la canalización de la información hacia quien la demanda, es el fin primordial de la tarea bibliotecaria y no siempre el que tiene los mejores medios alcanza los mejores fines”.
Emma Linares (Bibliotecaria argentina,1912-2007)

Agradezco a quienes me leen porque con sus sugerencias siempre me alertan con nuevos temas y posibilitan seguir debatiendo en cuestiones de nuestra profesión que cambian o se agudizan en el día a día.

Disculpen estas nuevas inquietudes que tratan de responder a la pregunta: ¿Los usuarios están ahí?
Como siempre gracias por los aportes recibidos en el blog.

31 de julio de 2025

* Rosa Monfasani 
es Bibliotecaria y Profesora en Ciencia de la Información por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Mi Facebook: @RMonfasani



Comentarios

  1. Una forma de fomentar la lectura es a través de la creación de clubes o grupos de lectura. He descubierto que muchas personas, especialmente las mayores, disfrutan compartir lo que leen: contar las historias, ser escuchadas y escuchar a otros. Esa experiencia de ser oídos fortalece los lazos, estimula el pensamiento y enriquece la lectura compartida.

    Estos espacios suelen convocar a numerosos lectores interesados no solo en comentar libros, autores o géneros literarios, sino también en formar parte de un grupo con el que sienten una conexión especial, como si hablaran el mismo idioma emocional. Así, poco a poco, la soledad se disipa.

    Si bien se requiere cierta experiencia para coordinar estos encuentros, es totalmente posible. El tiempo y la dedicación nos traerán recompensas: más alegría, más cercanía y una relación más viva con la biblioteca.

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